IX

Las lágrimas fluyen al verlo. Sacudo la cabeza, no puedo creerlo.

—¿Índigo? —exclama en un gruñido Gastón.

Él sonríe con más fiereza.

—Colt solo era un peón más que dejó infinidad de pistas. Sí, un fetichista, un obsesionado con una observadora. —Chasquea la lengua—. Es casi inmune como yo… pues es mi sangre, mi hijo. Todo este tiempo estuvieron siguiendo al tipo equivocado, oh sí.

—Tú… —Mi boca tiembla y mis ojos se nublan más—. ¿Entonces el que estuvo en la habitación 53 era Colt, quien fingía mientras tú… tú enfermabas a la mitad de la sociedad?

Aplaude, encantado.

—¡Así es! Canario. —Inclina su cabeza con un tic en el ojo, similar al de su hijo—. Él solo era la distracción. Después

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