David había vuelto a marcharse, ya llevaba casi una semana fuera, pero no me importaba, pues tenía trabajo, y me sentía realmente realizada con él, aunque aún echaba de menos sentirme deseada, ya que llevaba semanas sin hacerlo con mi novio. Cuando trabajada de estríper no necesitaba el sexo tanto como algunas mujeres, ya que, al sentirme deseada por los clientes, podía cubrir esa necesidad u olvidarme de ella, pero en aquel momento, no tenía nada de eso. Aquella mañana de duro trabajo, fue bastante productiva, me dio tiempo a terminar de pintar y decorar una cuna, y a ponerme con una mecedora que había pintado en tono azul intenso y planeaba decorar con un blanco perlado. Pero no llegué a hacerlo, pues unos gritos en el porche de la casa me hicieron salir del taller, y caminar hacia aquel punto, preocupada por lo que podía estar sucediendo, ya que Jaume, el hermano
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