Todo parecía haber vuelto a la normalidad, mis padres y los suyos ya se habían marchado, y ahora disfrutábamos de la compañía de nuestros vecinos, habíamos organizado una gran fiesta en la cena, para comunicarles a todos, la noticia, aunque por supuesto mis amigas ya lo sabían y supuse que ya habrían informado a sus maridos, pero había muchos otros, que no lo sabían.
Estábamos pasando una gran noche, cuando Carly entró en la cocina, para ayudarme a recoger los platos…
Salimos al jardín, donde el resto de invitados se despedía de mí, decididos a marcharse a casa.
Caminé hacia mi futuro esposo, admirando como este colgaba el teléfono al verme aparecer.
Recogimos un poco aquello, para luego tumbarnos en la cama exhaustos. Nos pusimos el pijama y nos metimos en la cama.
CAPÍTULO 6 – DROGAS
Corría hacia el taller, de nuevo llegaba tarde, me había quedado dormida, más bien alguien había apagado el despertador y me había dejado durmiendo. ¡Maldito David! Espeté mientras entraba en el trabajo y admiraba como Marc trabajaba en una silla de colegio.
Terminaba el mantel cuando Josua entró en el taller, era el hermano de mi jefe, y siempre estaba lanzándome la caña, a pesar de que sabía que era una mujer que tenía dueño.
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Llevaba puesto un vestido verde precioso, mi cabello suelto, y unos altos tacones de diseño. Acabábamos de salir del restaurante donde habíamos cenado y ahora querían ir a tomar algo. Estaba bastante cansada, pero Josua y Maik no paraban de insistir.
Marcus me cogió de la mano y tiró de mí hacia el coche, para alejarme de aquellos dos, que a su parecer tan sólo querían llevarme al huerto.
Llegamos al club, era espectacular, uno de esos locales de tres plantas y reservados. En la primera planta se encontraba el guardarropa y los reservados, formados por distintos habitáculos abiertos, formados por una mesa y un sofá, o incluso con camas. Me pareció una exageración, una invitación a la degradación, inmensa. En la segunda planta había sillas y mesas, donde la gente podía sentarse a hablar, una barra donde servían las copas y algunos lugares, en vez de sillas tenían sofás, pero eran mucho más sutiles que los de la planta inferior. Y en la tercera planta era sólo para bailar. Me encantó el lugar, jamás pensé que podía encontrarse un lugar así en el pueblo. Aunque más tarde me enteré de que no estábamos en el pueblo, si no en otro lugar.
Me senté sobre el sofá, de las mesas más alejadas de la barra, mientras Maik y Josua iban a por las bebidas, al mismo tiempo que observaba como Marc tonteaba descaradamente con Romualdo. Sonreí divertida, pensando en lo que pasaría entre ellos al día siguiente si terminaban acostándose aquella noche.
Me la bebí de un sorbo, pues tenía bastante sed, y tan pronto como lo hice, Maik ya me tenía preparada otra, miré hacia el centro de la mesa, habían traído una botella, aunque no me había dado cuenta de en qué momento había sido, fue entonces cuando me percaté de que algo no iba bien, pues no podía encontrar a Marc y a Romualdo por ninguna parte, y apenas habían pasado unos minutos desde que los había visto a mi lado.
Me toqué la cabeza confundida, percatándome de que estaba algo mareada. Mientras notaba como Josua se sentaba en la mesa, frente a mí, no entendía que era lo que pretendía, pero una parte de mí temía lo peor, mientras la otra se relajaba, no entendía que me estaba sucediendo, pues no había bebido tanto como para…. Oh dios mío y si me habían echado algo en la bebida…
Negué con la cabeza, mientras Josua dejaba de acariciarme e intentaba darme de beber de aquella copa. Ahora lo sabía, me estaban envenenando.
Estábamos en la planta de abajo, el reservado era un lugar bastante a la vista, pero parecía que la gente no miraba demasiado a los demás, tan sólo se metían mano y dejaban que el resto hiciese lo que quisiese hacer.
Josua me besaba en los labios, mientras Maik me acariciaba el pezón metiendo la mano por el lado del vestido, haciendo que gimiese entre cortadamente.
Me levanté del sofá, haciendo que tanto Maik como Josua me miraran sin comprender que ocurría, y me acerqué a Marc.
Marc me dejó en mi casa, rogando a dios que no me acordase de nada al día siguiente, me rogó que me quedase en casa aquella noche y que no le abriese a nadie, pero yo estaba demasiado drogada como para comprender que era lo que me estaba diciendo.Me senté sobre el sofá, un poco soñolienta, pero no sabía que era lo que tenía que hacer, me encontraba confundida, y parecía que era incapaz de tomar mis propias decisiones, de pensar con claridad.El timbre sonó, y me encaminé hacia la puerta, había un hombre muy apuesto en la puerta, y no tenía ni idea de quien era.Hola – comenzó él, mientras yo le miraba sin pestañear, bastante seria, y no podía hacer nada, no podía decirle nada, era algo realmente estúpido – Verás, se me ha averiado el coche…- proseguía, mientras yo seguía
Acababa de levantarme de la cama, estaba realmente mareada y no podía recordar nada de lo que había pasado anoche, ni siquiera sabía cómo había vuelto a casa.Me di una ducha y me preparé para ir a trabajar. Me disponía a salir por la puerta cuando algo sobre la mesa de la cocina me hizo pararme en seco, había unas llaves de un coche sobre una nota, la nota decía lo siguiente:“Buenos días, bella trastornadate dejo las llaves para que se las des a Laila, tu vecina.No te metas en líos como el de ayer”Releí la nota unas cuantas veces, intentando adivinar quién era esa persona, y ¿a qué se refería con aquello de no meterse en líos como los de ayer?Cogí las llaves y corrí hacia la casa de enfrente, la de Laia, observando una
Me encontraba en casa de Carly, ayudándola con los preparativos de la boda, ya que había prometido que lo haría y ahora no podía echarme atrás. Laia también estaba allí, contándonos los últimos cotilleos de los vecinos del barrio, como siempre, mi amiga y yo no le echábamos mucha cuenta.Isabel – me llamó, haciendo que levantase la cabeza, y dejase de prestar atención a la revista de adornos florales para el banquete – He oído que David volvió a marchase anoche.Así es – admití, ya que aún recordaba como David había vuelto a recibir una llamada justo después de nuestra noche de pasión, y debía de ser algo importante, porque insistía en que tenía que volver a marcharse por trabajo. Aquel trabajo ya estaba empezando a cansarme, la verdad, pues no paraba de alejarlo de mi la
Había sido una gran noche, me lo había pasado realmente bien, me había hartado de bailar, de beber y de reír.Estábamos en la puerta de la discoteca, esperando a que vinieran a recogernos, Laia había llamado a su marido para que viniese, pero él parecía estar ya acostado y tenía que madrugar al día siguiente, así que estaba descartado, Paul (el futuro marido de Carly) también había salido por ahí con unos amigos y no escuchaba el móvil, así que tan sólo nos quedaba esperar a un taxi, pero no parecía haber ni un maldito taxi aquel día.Laia se puso a charlar con Charlotte sobre la increíble noche que habíamos tenido y por supuesto le daba las gracias por invitarnos a las copas, y demásEn ese momento, en el que Carly y yo hablábamos sobre la resaca que tendríamos al día siguien
David había vuelto a marcharse, ya llevaba casi una semana fuera, pero no me importaba, pues tenía trabajo, y me sentía realmente realizada con él, aunque aún echaba de menos sentirme deseada, ya que llevaba semanas sin hacerlo con mi novio. Cuando trabajada de estríper no necesitaba el sexo tanto como algunas mujeres, ya que, al sentirme deseada por los clientes, podía cubrir esa necesidad u olvidarme de ella, pero en aquel momento, no tenía nada de eso.Aquella mañana de duro trabajo, fue bastante productiva, me dio tiempo a terminar de pintar y decorar una cuna, y a ponerme con una mecedora que había pintado en tono azul intenso y planeaba decorar con un blanco perlado. Pero no llegué a hacerlo, pues unos gritos en el porche de la casa me hicieron salir del taller, y caminar hacia aquel punto, preocupada por lo que podía estar sucediendo, ya que Jaume, el hermano
No había vuelto a mencionar el tema de las drogas con Jaume, ya que quería dejar aquel tema enterrado, aunque sabía que sería difícil, pues él opinaba que debía hacerlo público para darles un escarmiento, pero yo tenía mis propias razones, no quería que David se enterase de aquello, quería evitar sus miradas, sus preguntas, todo aquello.Así que tan sólo lo hice a un lado, como solía hacer cuando algo me molestaba.Aquel día trabajábamos en el taller, duramente, yo estaba terminando de decorar una puerta y Jaume, bueno, él estaba como siempre, inmerso en su trabajo y sin prestar atención a nada que no fuese su trabajo, sin prestar apenas atención al terrible calor que hacía.Me sequé el sudor de la frente con el brazo y continué dibujando aquellas flores rojas en el fondo blanco, mientras é
Cuando terminamos el trabajo, aquel día, casi había anochecido. Cogí mi bolsa y comencé a caminar hacia casa, pues no estábamos tan lejos de la urbanización después de todo, a aproximadamente 1 hora andando.¿quieres que te lleve? – Preguntó él, mientras dejaba el mandril sobre la mesa de trabajo y me miraba preocupado – hoy es un poco tarde, puedo llevarte, si quieres.Solo si tienes que ir para ver a tu hermana o algo. – le dije, admirando como él negaba con la cabeza, en señal de que no tenía que hacer ningún recado cerca de mi casa. - Entonces caminaré.Cuando llegué a casa, ya eran cerca de las once, pero no me preocupaba, puesto que David no estaba y no tenía prisa por comer pronto. Aunque, tan pronto como entré en la casa y vi a David cruzado de brazos frente a mí,
Apenas eran las 8 de la tarde y ya habíamos terminado. No me apetecía volver a casa, pues sabía que David seguiría dándome la paliza sobre aquel trabajo que había aceptado, lo sabía muy bien.¿Te vas ya? – Preguntó hacia mí, mientras yo asentía. No iba a ir a casa, por el contrario, quería aprovechar y coger el toro por los cuernos. Es decir, llevaba varios días pensando en ir al club, pero siempre me acobardaba y me ponía mil escusas por las que no podía ir. Así que aquel día parecía ser el día perfecto. – entonces te llevo, tengo que ir a llevarle a mi hermana…No voy a casa – le corté, mientras él me miraba divertido y se acercaba a mí un poco más – tengo que pasarme por el pueblo.Tengo que pasar por allí de camino a…- comenzó