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CAPÍTULO 7 - ¿QUIÉN ES EL?

Marc me dejó en mi casa, rogando a dios que no me acordase de nada al día siguiente, me rogó que me quedase en casa aquella noche y que no le abriese a nadie, pero yo estaba demasiado drogada como para comprender que era lo que me estaba diciendo.

Me senté sobre el sofá, un poco soñolienta, pero no sabía que era lo que tenía que hacer, me encontraba confundida, y parecía que era incapaz de tomar mis propias decisiones, de pensar con claridad.

El timbre sonó, y me encaminé hacia la puerta, había un hombre muy apuesto en la puerta, y no tenía ni idea de quien era.

  • Hola – comenzó él, mientras yo le miraba sin pestañear, bastante seria, y no podía hacer nada, no podía decirle nada, era algo realmente estúpido – Verás, se me ha averiado el coche…- proseguía, mientras yo seguía mirándole exactamente igual, como una idiota - … llevo como dos horas esperando a que mi hermana vuelva a casa, se me ha averiado el coche y no puedo volver a mi casa, y no tengo teléfono para llamar a la grúa…- cesó por un momento, pues tenía la sensación de que no le estaba prestando atención -… el caso es que necesito llamar por teléfono, ¿podrías dejarme llamar desde tu casa? – Preguntó mientras escondía las manos, nervioso, detrás de la espalda, esperando una respuesta, pero yo seguía allí, sin responder – si tienes un teléfono…
  • Tengo un teléfono – aclaré, mientras él respiraba aliviado, podía hablar, era todo un consuelo para él.
  • ¿eso es un sí? – Preguntó de nuevo, mientras yo seguía mirándole sin pestañear, mientras él empezaba a sentirse incómodo. - ¿estás bien? – quiso saber, pero como sabéis yo no podía responder nada. – no estás bien – se percató.
  • No estoy bien – repetí, mientras el me miraba preocupado.
  • Sí, eso ya puedo verlo – aseguraba, mientras negaba con la cabeza, pensando en lo bella que era y lo demente que parecía ser, sin lugar a dudas tendrá un problema mental, pensó. - ¿conoces a Laia? – Preguntó, haciendo que mi mente reconociese un nombre, por primera vez desde que había sido drogada podía recordar un nombre, aunque no sabía a quién pertenecía.
  • Laia – repetí, mientras el asentía preocupado, pensando en la posibilidad de que estuviese como un cencerro.
  • Perfecto, vamos a hacer una cosa, bella trastornada – comenzó mientras yo seguía mirándole fijamente, sin tan siquiera pestañear – voy a entrar en tu casa a hacer esa llamada, y luego voy a irme, ¿vale?
  • Vale – respondí, mientras el asentía y entraba en mi casa, se dirigía hacia el teléfono y llamaba a su hermana.
  • Sí, llevo aquí como unas dos horas. - decía mientras al otro lado le respondían - Se me ha averiado y no puedo arrancarlo. Claro, te traía el arcón. Sí, estoy en el barrio, en casa de una vecina loca….

Cómo sabéis no podía entender nada, la información llegaba a mi cerebro y rebotaba, así que estaba allí de pie, mirando hacia él, con cara de idiota.

  • Perfecto, bella trastornada – decía hacia mí – tengo que quedarme esta noche, ¿sabes dónde puedo conseguir…? – pero se calló, porque sabía que no iba a conseguir nada preguntándome. – vamos a jugar a un juego muy divertido, tú y yo, yo te hago una pregunta y tu respondes “si” o “no”, ¿de acuerdo?
  • De acuerdo – Respondí, mientras él se rascaba la cabeza, confundido.
  • ¿no puedes decir sí? – Preguntó exasperado, mientras yo le miraba sin decir nada de nuevo – Di sí – rogó
  • Si – contesté, haciendo que el comprendiese algo.
  • ¿Puedes hacer todo lo que te pida? – Preguntó, sabiendo que no contestaría – Tráeme un vaso de agua – ordenó, mientras observaba como me dirigía hacia la cocina y volvía con un vaso de agua – metete el dedo en la oreja y saca la lengua mientras guiñas un ojo – pidió, observando como hacia lo que me había pedido – parece que te han drogado, bella trastornada, y por lo que veo es la más potente, burundanga. – adivinó – ven a sentarte aquí – rogó, mientras yo le obedecía y me sentaba en el sofá junto a él – vamos a ver quién eres primero. Veamos, cerca de mi hermana vive la loca de los gatos…- proseguía, mirando hacia mí – no, no pareces ser ella; Carly, la que se casa este año… probemos con eso. – miró hacia mí antes de pronunciar la pregunta - ¿te llamas Carly? – preguntó, pero de nuevo aquello no funcionaba, se rascó la cabeza de nuevo, intentando adivinar que hacer – vale, está claro de que no puedes salir de casa, ni hablar con cualquiera, si llega a venir cualquier otro tipo quién sabe lo que hubiese sucedido… de acuerdo, vamos a costarte, bella trastornada.
  • Vamos – repetí, mientras el cogía mi mano y me llevaba a la habitación. Me acostó en la cama sin quitarme el vestido y me arropó – cierra los ojos, bella trastornada, y duerme – me ordenó, y misteriosamente le hice caso.

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