Me encontraba en mi nuevo hogar, ya llevábamos viviendo allí tres años, tenía mi propio círculo de amigas, mujeres de mi misma edad que también habían tenido que venirse a vivir a aquellas agradables casitas a las afueras de la ciudad.
Carly Johnson era una joven de unos 28 años (mi misma edad), tenía el cabello moreno, de tez media, ojos marrones, estatura mediana, pero era muy guapa. A mí me parecía una joven muy sensual. No parecía ser la típica chica en la que todos los hombres se fijan, pero tenía mucho encanto.
Estaba prometida con Josh Samuel, que era todo un hombre de negocios, tenía una pequeña tienda de lencería y su mujer solía ser la modelo que usaba para decorar la tienda con las prendas que vendía. Había logrado que otras empresas del sector comprasen sus productos a precio de coste y que de esa forma se vendiesen en otros establecimientos, como os digo, era todo un hombre de negocios.
En cuanto a su aspecto, era un hombre de cabello pelirrojo, ojos verdes, estatura mediana, muy delgado, y un tipo bastante normal, no parecía destacar demasiado entre las mujeres. Era demasiado simple, a día de hoy, no sé qué es lo que vio su mujer en él.
Ellos eran mis vecinos más allegados, los que vivían más cerca y con los que más trato tenía.
Luego estaba Laia Coll, que era extranjera, y era una mujer realmente imponente, de estas que siempre están rodeadas de gente y siempre logra hacer lo que quiera con ellas.
Era una joven de unos 30, tenía el cabello castaño, de estatura mediana, ojos claros y complexión atlética.
Laia estaba casada con Paul Coll, un multimillonario que se dedicaba a los negocios en la bolsa, llevaba toda la vida en ello, y parecía no cansarse nunca de aquello.
Charlotte era la más joven, no vivía cerca de nosotras, pero conocía a Carly desde la infancia, así que venía a menudo. Tenía 25 años, era morena, de ojos verdes, estatura baja, delgada y era muy guapa. Era extranjera, pero nunca quería hablar de ello, parecía que realmente le incomodaba la situación en la que se encontraba, así que el resto tan sólo no hacíamos preguntas.
David había cambiado su lugar de trabajo, había pedido una plaza en una comisaría cerca de allí y se la habían concedido.
Vivíamos en una urbanización enorme.
Íbamos a visitar a mi familia en navidad, pero aquella navidad habíamos decidido pasarla allí, porque sus padres venían a pasarla con nosotros, desde Florida. Así que, mi familia también se había apuntado.
El timbre me hizo salir de mis pensamientos, era Carly, mi vecina de al lado, que quería que la ayudase a elegir los colores para su banquete de bodas, pues se casaría el año que viene, su futuro marido, Josh se lo había pedido en un restaurante, a pleno pulmón, mientras cantaba una canción junto a sus empleados de la tienda. Fue una pedida de mano de lo más romántica.
A menudo le gustaba fantasear sobre mí y sobre David, solía asegurar que me lo pediría pronto. Pero yo no quería forzar las cosas, estábamos mejor que nunca, y en aquel momento no me importaba estar unida a él por un papel, tan sólo quería seguir a su lado, como ahora.
La puerta sonó tras nosotras, haciéndonos salir de nuestro hipnotismo.
Me lancé a sus brazos, tan pronto como la vecina se había marchado, y le abracé con fuerza, mientras besaba sus labios, como tanto me gustaba.
Descargamos las bolsas del coche y las llevamos a la cocina, para luego ayudarme a ordenarlo todo y cuando lo hubimos echo volvió a agarrarme por la cintura.
Era un inoportuno, justo ahora tenía que ir al baño. Entró en el baño y salió antes de que me hubiese dado cuenta de ello. Miré hacia el sin comprender.
Se paró frente a mí y me beso dulcemente en la frente, para luego mirar hacia abajo, justo hacia nuestros pies, haciendo que yo también mirase, y me percatase de que tenía los cordones de uno de sus zapatos desatados.
Observé cómo se agachaba, seguramente para volver a atarlos
Estaba realmente radiante enseñando mi anillo a mis amigas, mientras todas se quedaban con la boca abierta, excepto Carly, que parecía saberlo, no entendía como, pero ella decía que se veía venir.Hacéis una pareja preciosa – comenzaba Carly – estoy segura de que vais a ser muy felices como marido y mujer.¿cómo has podido cazar a un hombre tan sexy como él? – preguntaba Charlotte, la más ligona del grupo, que siempre le hacía ojitos a David, aunque yo no le prestaba demasiada atención a este hecho, porque él pasaba olímpicamente de ella y sólo tenía ojos para mí. O eso me aseguraba cada vez que se lo comentaba.No puedo quedarme mucho rato – les aclaré – tengo que ir a preparar la comida, mis suegros vienen a almorzar.¿hoy es el día en el que por fin vas a cono
Creo que deberíamos esperar a tus padres para anunciar nuestro compromiso – comenzaba mientras desayunábamos los dos solos, ya que sus padres habían salido a hacer un pequeño recorrido por los alrededores – además tenemos que elegir la fecha de la boda.¿qué día habías pensado? – Pregunté, para luego dar un sorbo a mi caféEl 5 de septiembre. – respondió, haciendo que lo mirase sin comprender, no entendía por qué había elegido aquella fecha.Aún queda casi un año. – me percaté, mientras él sonreía con calma.Lo sé, pero así tendremos tiempo para prepararlo todo bien, quiero que sea un día inolvidable. – aclaraba, bastante ilusionado con la boda, eso me encantaba.¿por qué ese día? – Pregunté,
Todo parecía haber vuelto a la normalidad, mis padres y los suyos ya se habían marchado, y ahora disfrutábamos de la compañía de nuestros vecinos, habíamos organizado una gran fiesta en la cena, para comunicarles a todos, la noticia, aunque por supuesto mis amigas ya lo sabían y supuse que ya habrían informado a sus maridos, pero había muchos otros, que no lo sabían.Estábamos pasando una gran noche, cuando Carly entró en la cocina, para ayudarme a recoger los platos…Me encantaron los diseños que elegiste – comenzó, refiriéndose a su boda, por supuesto – creo que después de la mía, te ayudaré a organizar la tuya.No digas tonterías, no quiero que te preocupes por eso ahora – le reñí, mientras metía los platos en el lavavajillas, y admiraba, por la ventana de la co
Marc me dejó en mi casa, rogando a dios que no me acordase de nada al día siguiente, me rogó que me quedase en casa aquella noche y que no le abriese a nadie, pero yo estaba demasiado drogada como para comprender que era lo que me estaba diciendo.Me senté sobre el sofá, un poco soñolienta, pero no sabía que era lo que tenía que hacer, me encontraba confundida, y parecía que era incapaz de tomar mis propias decisiones, de pensar con claridad.El timbre sonó, y me encaminé hacia la puerta, había un hombre muy apuesto en la puerta, y no tenía ni idea de quien era.Hola – comenzó él, mientras yo le miraba sin pestañear, bastante seria, y no podía hacer nada, no podía decirle nada, era algo realmente estúpido – Verás, se me ha averiado el coche…- proseguía, mientras yo seguía
Acababa de levantarme de la cama, estaba realmente mareada y no podía recordar nada de lo que había pasado anoche, ni siquiera sabía cómo había vuelto a casa.Me di una ducha y me preparé para ir a trabajar. Me disponía a salir por la puerta cuando algo sobre la mesa de la cocina me hizo pararme en seco, había unas llaves de un coche sobre una nota, la nota decía lo siguiente:“Buenos días, bella trastornadate dejo las llaves para que se las des a Laila, tu vecina.No te metas en líos como el de ayer”Releí la nota unas cuantas veces, intentando adivinar quién era esa persona, y ¿a qué se refería con aquello de no meterse en líos como los de ayer?Cogí las llaves y corrí hacia la casa de enfrente, la de Laia, observando una
Me encontraba en casa de Carly, ayudándola con los preparativos de la boda, ya que había prometido que lo haría y ahora no podía echarme atrás. Laia también estaba allí, contándonos los últimos cotilleos de los vecinos del barrio, como siempre, mi amiga y yo no le echábamos mucha cuenta.Isabel – me llamó, haciendo que levantase la cabeza, y dejase de prestar atención a la revista de adornos florales para el banquete – He oído que David volvió a marchase anoche.Así es – admití, ya que aún recordaba como David había vuelto a recibir una llamada justo después de nuestra noche de pasión, y debía de ser algo importante, porque insistía en que tenía que volver a marcharse por trabajo. Aquel trabajo ya estaba empezando a cansarme, la verdad, pues no paraba de alejarlo de mi la
Había sido una gran noche, me lo había pasado realmente bien, me había hartado de bailar, de beber y de reír.Estábamos en la puerta de la discoteca, esperando a que vinieran a recogernos, Laia había llamado a su marido para que viniese, pero él parecía estar ya acostado y tenía que madrugar al día siguiente, así que estaba descartado, Paul (el futuro marido de Carly) también había salido por ahí con unos amigos y no escuchaba el móvil, así que tan sólo nos quedaba esperar a un taxi, pero no parecía haber ni un maldito taxi aquel día.Laia se puso a charlar con Charlotte sobre la increíble noche que habíamos tenido y por supuesto le daba las gracias por invitarnos a las copas, y demásEn ese momento, en el que Carly y yo hablábamos sobre la resaca que tendríamos al día siguien
David había vuelto a marcharse, ya llevaba casi una semana fuera, pero no me importaba, pues tenía trabajo, y me sentía realmente realizada con él, aunque aún echaba de menos sentirme deseada, ya que llevaba semanas sin hacerlo con mi novio. Cuando trabajada de estríper no necesitaba el sexo tanto como algunas mujeres, ya que, al sentirme deseada por los clientes, podía cubrir esa necesidad u olvidarme de ella, pero en aquel momento, no tenía nada de eso.Aquella mañana de duro trabajo, fue bastante productiva, me dio tiempo a terminar de pintar y decorar una cuna, y a ponerme con una mecedora que había pintado en tono azul intenso y planeaba decorar con un blanco perlado. Pero no llegué a hacerlo, pues unos gritos en el porche de la casa me hicieron salir del taller, y caminar hacia aquel punto, preocupada por lo que podía estar sucediendo, ya que Jaume, el hermano