Emiliana llegó a casa de Monique, jadeante de tanto correr. No tenía mucho tiempo, pues debía regresar a casa antes de la llegada de sus abuelos. Necesitaba una orientación de parte de su amiga para conseguir algún investigador o persona calificada para realizar una investigación, pues de la ciudad, la chica era un poco ignorante, por su parte, Monique se había dedicado a recorrer cada espacio de la ciudad. Llamo a la puerta y tocó la aldaba. -¡Emiliana, que sorpresa! - la recibió la Sra. Smith con una sonrisa – Adelante querida ¿te ofrezco algo, cariño?- dijo con simpatía. La Sra. Smith era una mujer corpulenta, sus formas eran redondas, pero con gracia. Su cabello liso con el color de la ceniza, se agarraba delicadamente de un moño que caía como la cola de un caballo, llevaba un delantal debajo de su vestido pues le gustaba participar
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