Emiliana llegó a casa de Monique, jadeante de tanto correr. No tenía mucho tiempo, pues debía regresar a casa antes de la llegada de sus abuelos. Necesitaba una orientación de parte de su amiga para conseguir algún investigador o persona calificada para realizar una investigación, pues de la ciudad, la chica era un poco ignorante, por su parte, Monique se había dedicado a recorrer cada espacio de la ciudad. Llamo a la puerta y tocó la aldaba.
-¡Emiliana, que sorpresa! - la recibió la Sra. Smith con una sonrisa – Adelante querida ¿te ofrezco algo, cariño?- dijo con simpatía. La Sra. Smith era una mujer corpulenta, sus formas eran redondas, pero con gracia. Su cabello liso con el color de la ceniza, se agarraba delicadamente de un moño que caía como la cola de un caballo, llevaba un delantal debajo de su vestido pues le gustaba participar de los quehaceres de su bello hogar.
-Gracias Sra. Smith estoy bien.- cortésmente agregó la joven.
La Sra. Smith la acompañó al recibidor, para dar aviso a su hija de la inesperada visita.
La joven observó lo que había a su alrededor mientras su amiga se preparaba para recibirla, era un hogar lleno de calidez y familiaridad, un sofá enorme tapizado con diminutas florecillas en suaves colores se dejaba ver al lado de la escalera y una gran pintura en una pared donde era posible apreciar cada integrante de la familia; Monique lucía un poco más niña, sin embargo muy parecida, con su oscuro cabello natural y sus ojos despiertos bordeados por unas largas pestañas negras que semejaban una noche oscura con mil estrellas, era parecida a su padre, hermosa, con la sonrisa y los hoyuelos en las mejillas de su madre, pero lo que más carácter le daba era su corazón bondadoso, era un poco ingenua al igual que alegre además había aprendido a lidiar con la naturaleza susceptible de Emiliana, quien lo notó de inmediato y pensó en agradecérselo pues lo que de momento haría, le rompería el corazón a su amiga si llegaba a descubrirla, en ese caso, sus opciones estaban limitadas.
Se escucharon unos pasos bajando de la escalera que sacaron a Emiliana de sus pensamientos. Monique asombrada exclamó:
-¡Mili, no te esperaba! – Dijo mostrando una sonrisa de satisfacción- Ya mamá nos prepara una bebida para refrescarnos.
La joven, con incomodidad, acercándose le expuso:
-Necesito comentarte algo, pero… amerita discreción, ¿podemos caminar hacía el jardín?- haciendo una señal con los ojos.
-¡Motivas mi curiosidad!- contestó Monique con una risita.
Emiliana medio sonrió y propició la caminata; solo la Sra. Smith las interrumpió para entregarles las bebidas- una rica limonada para el calor- les dijo.
-¡Hemos llegado Mili, cuéntame! –se mostró ansiosa.
-¿Ha venido el Sr. Forrest por aquí?- inquirió disimulada.
- ¡Si por supuesto! Siempre con la caballerosidad y la dulzura que le caracteriza – expresó Monique, soñadora con un suspiro.
- Tengo curiosidad ¿Qué te hace pensar que el Sr Forrest es el indicado? -Preguntó intencionalmente Emiliana - Me apena decirte, que su dulzura y sus atenciones hacia mí son especiales. Ya que me visita constantemente – explicó su amiga.- ¿Estás segura que es solo contigo?
La Srta. Smith la observó con asombro y colocó la mano derecha en el pecho sintiéndose ofendida.
-¿De qué hablas? ¿Por qué me dices eso? ¿A qué te refieres? - Replicó Monique y sus ojos ya se llenaban de lágrimas.
-Piénsalo - le expresó Emiliana con un dedo en la sien - Un hombre tan atractivo, con una excelente posición, ¿Qué nos hace pensar que su corazón es dueño de una sola mujer? - Opinó ésta sembrando la duda en Monique.
La joven asombrada y con ojos humedecidos tapó su boca ahogando un sollozo.
-¿Que tienes en mente Emiliana? Regálame tu consejo - suplicó sorbiendo por la nariz mientras su amiga le extendía un pañuelo.
-¿Te parece muy atrevido investigarlo, y de ese modo cerciorarnos que es sincero? – le expresó de forma tierna y maternal.
- ¿Te refieres a alguien que indague, alguien profesional?- Preguntó esta vez Monique interesada en el tema.
-Sí, una persona que pueda seguirle, sutilmente digo – respondió disimulada.
Indagando en sus pensamientos, la joven Smith recuerda que pasó, en algún momento cuando viajaba hacia la ciudad a comprar telas para su vestido del baile de primavera, por el despacho de un investigador privado, no muy reconocido; pero sí, allí se encontraba en la calle London Road cerca de Wellington Parade y el Picton House.
-¡Lo tengo!- exclamó Monique con ojos brillantes. – La calle London Road tiene el despacho de un investigador privado, no sabría decirte si le conozco pero sé que una amiga de la familia trabaja en esa calle. Podríamos preguntarle.- exclamó impetuosamente.
-¡Detente!- Le dijo con su diestra levantada. - No quisiera que te vieras vinculada a esta situación. Dime, ¿a quién debo buscar?
- Su nombre es Helen Cadbury, debe pasar por aquí a la hora del té, mamá la invitó para una tertulia que tendrán varias amigas, además han tomado el hábito de la lectura con novelas de George Sand.- la chica quedó pensativa, esperaba el té para conocer esta señora o se aventuraba el día siguiente a la dirección dictada por su amiga.
De repente escucharon el recurrente galope de unos caballos. Un carruaje acercándose a la casa de los Smith. Emiliana y Monique divisaron el carro desde donde se encontraban en el jardín y sintieron curiosidad de quien vendría, se asomaron bordeando la pequeña verja que está a la salida de la casa sin acercarse al portón para no ser vistas, notaron que era el carruaje del Sr. Wesley y Monique se moría de nervios y le expresó a su amiga que no quería recibirlos.
Emiliana con firmeza aseveró que debían aceptar su visita y poner en marcha su plan, para ella era terrible tener que soportar las sandeces del Sr Wesley cada vez que aparecía, pero convenía mantener la compostura para que Monique no advirtiera su propósito.
Las jóvenes corrieron a la estancia y observaban desde el ventanal mientras la Sra. Smith advirtió la llegada de los elegantes caballeros, entonces salió a su encuentro, se bajaron rápidamente del carruaje vestidos con finos trajes y sombrero de copa, el Sr Forrest traía un refinado báculo que denotaba su clase y buen gusto además de la importancia de su prestigiosa familia y el Sr. Wesley con una sonrisa en el rostro tenía la intención que Monique pudiera hablarle de como conquistar el corazón de Emiliana, con quien aún no había podido cruzar más que un saludo. Con una reverencia cortésmente se dirigieron a la Sra. de la casa:
-¡Muy buenos días mi apreciada Sra. Smith! ¿Disfruta usted de la frescura de esta mañana? -Dijo amablemente el Sr. Wesley.
-¡Pero que grata sorpresa, Sres. Wesley y Forrest!- exclamó- me encantan las mañanas frescas, esta no está tanto. No los esperábamos - Opinó Eliceth Smith con aire sorprendido.
-Le ruego nos excuse Sra. Smith, no queríamos importunarles, el Sr. Wesley estaba ansioso por conocer su admirada propiedad y pues aprovechamos la mañana para pasar a saludarles. Si no les incomoda, por supuesto - se disculpó apenado el Sr. Forrest y con disimulo observaba, buscando a la Srta. Smith. Las muchachas veían desde adentro expectantes de sí entrarían o no.
-¡Pero por supuesto que son bienvenidos a mi casa mis apreciados caballeros! el Sr. Smith está en su despacho, pero sin perder tiempo lo pondré al tanto de su visita para que salga a su encuentro, mientras tanto pasemos a la estancia que se encuentra mi querida hija Monique y su amiga, la Srta. Emiliana Winchester.
Llegados a la estancia, Eliceth se dirigió a buscar a su esposo, mientras Monique con rostro pasmado les invitó a tomar asiento. Emiliana lucía ecuánime.
-¡Muy agradable encontrarla por aquí Srta. Winchester! No pensaba topármela antes del baile de primavera de mañana por la tarde, vine para conocer la propiedad de los Sres. Smith, me han hablado maravillas de su jardín.- le comentó a Emiliana mientras no dejaba de mirar como caían sus cobrizos y ondulados cabellos sobre su impávido rostro.- Imagino que han estado planeando que vestimenta usaran mañana y todas esas cosas de mujeres.
Emiliana pensaba cómo comportarse cortésmente pues el hombre no ayudaba con su extraña actitud, de verdad no soportaba estar un segundo más delante de ese desagradable señor, sin embargo con un dejo un tanto esquivo le contestó:
-La Srta. Monique y su madre tienen un exquisito cuidado de su jardín, sin embargo no es lo único atrayente de su enorme finca, deberían visitar las plantaciones de algodón, son kilométricas pero desprenden una exquisitez desde sus confines… y ni hablar de las caballerizas, se puede decir que el Sr. Smith tiene los mejores caballos de todo Gloucester – expuso la joven con elegancia y gracia.
-Pues no quiero esperar para dar un paseo por toda esta belleza descrita- agregó el Sr Forrest con emoción- pretendo conocerlo todo en compañía de la Srta. Smith- la observó insistentemente con ternura. Monique se sonrojó como un tomate e inclinó la cabeza- y Dwain y Emiliana… ¡claro!- rectificó también ruborizado.
-Lamento no poder acompañarles- interrumpió Emiliana- pero debo regresar a la mansión a repasar con mi abuela los pormenores del baile de primavera, seremos un año más lo anfitriones y todo debe quedar perfecto. Al menos eso espera mi abuela. Ya conocen a Priscila Winchester, perfeccionista por naturaleza y no quiero ser reprendida y castigada por semanas- sonrió con una mano en la boca.
Dwain Wesley, quien pensó que ésta sería su oportunidad de conectar con la pequeña Winchester, casi sufre una conmoción al escuchar de su partida, le dio un ataque de tos y falta de respiración, todos los participantes notaron que fue por la despedida de Emiliana y ella solo podía pensar que cual era la razón para que tuviera que pasar por esa clase de ridiculeces. Mientras el enfermo era atendido por los Sres. Smith y el Sr. Forrest, Monique acompañó a Emiliana al carruaje que amablemente prepararon los Smith para devolverla a casa y antes de subir la joven, inquieta, llamó su atención:
-¿Mili, ahora que haré? Pensé que te quedarías hasta la hora del té.- su cara denotaba ansiedad.
-Debo volver amiga, me aventuraré a la ciudad mañana para conseguir a Helen Cadbury, no lo olvides, debes mantener el acuerdo, confío en ti.- se abrazaron y subió a la carroza con el cargo de conciencia de haber manipulado a su amiga, mientras Monique veía el carruaje alejarse del camino.
Mientras tanto en la Mansión Winchester…… Había todo un revuelo debido a la llegada de los abuelos, era necesario que todo estuviera en su lugar pues Lady Priscila Winchester, todos lo sabían en la mansión, vendría con un genio que espanta los mismos demonios, ¡sí! Y cada uno de sus criados preferían que esta señora permaneciera de viaje. Mientras veían acercarse el carruaje atravesando la verja de hierro pintada en color negro, los floricultores temblaban pues al llegar inspeccionaría cuidadosamente cada área del jardín; dicho jardín era enorme rodeado por un césped finamente cortado que llenaba de verde toda la zona con pequeños arbustos en formas redondeadas cuyas flores despedían una fragancia dulce fresca y ligera, se podían apreciar todos los colores mezclados en tonalidades rosas, moradas y anaranjadas que proporciona
-Llegaste temprano a casa querido hermano. ¿Tomarás el té conmigo?- preguntó anhelante la pequeña Angie. Jeremy tenía la cara larga de cansancio, pero con una sonrisa cargada de ternura, la tomó en sus brazos, le besó la cabecita y le afirmó:-Por supuesto, para eso llegue a esta hora, para tomar el té con mi hermosa hermana – Sonrió una vez más. Pasaban de las cinco de tarde y Angie tenía todo preparado en una pequeña mesita. Su hora favorita era la del té, pues reunía a los que más amaba. En este caso, solo le acompañó su hermano Jeremy.-Sentémonos - le dijo - Ambos se sentaron a la mesa del té y Angie tomó la iniciativa de conversar.-¿Supiste del baile de primavera del que todos hablan? – Levantó las cej
Llegó el esperado 20 de marzo, se despedían del invierno lluvioso, todo Gloucester daba la bienvenida a la primavera con el baile pautado para esta tarde en la mansión Winchester. Los más cercanos preparaban sus atuendos para ser los primeros en llegar a la gala y los más alejados ya viajaban en sus carruajes para no perderse ni un minuto del flamante festejo, y en la mansión todo se iba dando de manera organizada gracias a la agenda que arregló el mayordomo Alfred minuciosamente, cada persona laborando desde muy temprano y los anfitriones despreocupados debido a la eficiencia de la comitiva que acompañaba a Alfred en la preparación de la ceremonia.La tía Marilyn flirteaba muy entretenida con el Sr. Ford en la estancia mientras el tío Ángel los acompañaba parloteando de sus viajes, sus contactos y negocios, sin darse cuenta las miradas y sonrisitas que se lanzaban estos d
Todo marchaba a la perfección en el gran salón. Lady Priscila se sentía a gusto con la celebración y se paseaba por los alrededores pavoneándose, supervisando cada uno de sus invitados como la gran anfitriona que era. El Comisario Owen intentó llamar su atención en ocasiones sin embargo, la mujer lo esquivó cuanto pudo, él no era de su agrado y estaba en la fiesta porque Lord Wilfred insistió en invitarle, al final el Comisario decidió compartir su noche con quien si lo apreciaba, Lord Wilfred. Los caballeros mayores muy amenamente disfrutaban de las mesas de whist y las apuestas volaban, conforme se levantaba uno se sentaba el otro mientras las esposas tomaban el té enterándose de lo nuevo de la moda en el vestir que estaba en boga en la ciudad y bueno… los chismes podían faltar en boca de todas.Los jóvenes bailaban, parloteaban, algun
Jeremy fingía escuchar atentamente, con una copa de champaña en la mano, todo lo que Lady Priscila tenía para contarle, socializar tan de cerca no era lo suyo, aunque su desenvolvimiento era digno de un caballero, pero escuchar parlotear sin descanso a la abuela de Emiliana no era precisamente un entretenimiento para él, no obstante su compañera de cháchara ni se inmutaba ante su desatención para describir cada una de sus aventuras fuera de la región… desde sus viajes por el Atlántico donde disfruto del sol radiante y de la atención personaliza que le proporcionaba el ser una Winchester, hasta Paris donde el pobre Lord Wilfred había sufrido una indigestión de tres días que le causó un Ratatouille y le aguó todo el paseo por la ciudad del amor… - ¡oh! No sé si fue muy egoísta de mi parte, pero le dije a mi Wilfred, quédate en comp
La escena del crimen.El detective apartó con velocidad la multitud aglomerada en el lugar y alrededor del cadáver ya que debía conservar despejada la escena del crimen, para evitar su contaminación. Su padre, el comisario Owen atisbó desde lejos y corrió a socorrerlo con los miembros. La idea era mantener el gentío aquietado en el gran salón mientras se tomaba nota de la escena. Así fue. Se logró con dificultad, por los dolientes y el terror que trae consigo el conocimiento de un asesinato.El cadáver yacía en el suelo sobre su espalda, Jeremy tomo el pulso rápidamente en el cuello. No lo encontró. Con detenimiento observó todo el entorno, se metió en una burbuja imaginaria para no escuchar el alboroto a su alrededor y continuó su detallada observación.Com
En la casa reinaba la aflicción y la contrariedad, luego del funeral de su tío, cada quien se había encerrado en su mundo, algunos por tristeza, otros pensativos tratando de recrear en sus mentes aquel doloroso día y así poder colaborar con la investigación. A decir verdad, el tío Ángel no era muy apreciado por todos, era tan despegado y su personalidad un tanto incómoda, siempre hablando y nunca escuchando, entre los empleados, era una persona que estaban acostumbrados a ver, se hacía notar con su extraño ímpetu y queriendo hacer partícipes a todos de sus habladurías y hasta sus chifladuras. Maggie era la más lastimada, al parecer había conocido un lado, ignorado por todos, del corazón del tío Ángel, ni aún siquiera la tía Marilyn que había sido su esposa por años. Todos coincidían en que no debió morir de esa
Pasados diez días, luego de la gala fatídica que nadie en el pueblo olvidaría, los días despertaban con una frescura fantástica, el olor de las flores que te atrapaba al pasar cerca de ellas y el imponente sol brillando, iluminando el paso de cada viandante.Cruzó la calle luego de mirar a ambos lados. Llegó al edificio donde se encontraba su despacho, al llegar la Srta. Cadbury ya estaba instalada en su escritorio, con un café caliente que puso en sus manos y una sonrisa para el que la quisiera.-¡Buen día Jeremy querido! No luces muy bien esta mañana - afirmó preocupada.-No prestes atención querida Helen, es solo un dolor de cabeza, con el café bien fuerte que me trajiste de seguro mejorará - la falta de descanso se mostró en su abatido rostro. Con sus manos presionó sus sienes