Pensativa y a su vez furiosa, bajaba la empinada colina trastabillando, sus pasos enojados se escuchaban en la húmeda hierba, el petricor en el ambiente aún podía olerse, apenas podían verse los rayos del sol, saliendo suavemente entre las esponjosas nubes.
Salió de esa pequeña y olvidada cabaña ubicada en el medio de la nada gruñendo, recorría el amplio valle como si fuese empujada por el viento, tan molesta como decepcionada, no estaba preparada para recibir esa terrible noticia, que traía una información desgarradora y en un solo momento; nada era como se lo habían contado y no sabía en quien debía confiar, tuvo que escuchar la verdad de alguien que no conocía y eso aportaba aún más drama a su posición.
– Ellos, mis abuelos y mis tíos deben saberlo - decía - me lo ocultaron tantos años y ahora no sabré como mirarlos a la cara sin explotar de ira. Me deben una explicación y no me quedaré de brazos cruzados, descubriré que pasó con mis padres - hablaba consigo misma mientras caminaba de prisa- Quisiera saber que les ocurrió ¿y sí este caballero me está engañando? Tenía el medallón de mamá, creo que no – se decía confundida mientras empuñaba el curioso medallón que ese extraño tipo le había dado.
La joven chica quedó destrozada y a pesar de tener una personalidad fuerte e imponente, un espíritu libre con temperamento impetuoso, que era igual al de su madre según le decía su abuela, había crecido con un temor a que sintieran compasión por ella y su condición de huérfana, odiaba la idea de perder a toda persona que amara pues sentía que quedaba sin familia de a poco; había desarrollado una madurez prematura y aunque no llegaba aún a su mayoría de edad siempre sintió que su madre le ocultaba algo, que no era del todo honesta, algo temía y tenía que ver con ella.
Mientras iba de camino a la mansión, reflexionaba, tantas cosas pasaban por su cabeza, las preguntas no cesaban: ¿Será todo esto cierto?, ¿Quién era ese hombre?
Justo en la entrada, luego de recorrer kilómetros, la esperaba ansiosa su tía Marilyn la cual se veía preocupada y la abordó inmediatamente con una pregunta: -¡Emiliana, querida! ¿Dónde estabas? Subí a tu recámara para que bajaras a desayunar y no te encontré – entrecerró los ojos - los invitados te estuvieron esperando toda la mañana. Permíteme recodarte que el joven Wesley y su amigo el Sr. Forrest vinieron desde WestCoast aceptando mi invitación de comer con nosotros y no es bueno hacerle una desatención- sus manos se posaron en su cintura denotando un regaño- te recuerdo que puede convertirse en un buen aspirante para casarse contigo, querida, debes darle la oportunidad.
-¡Te he dicho que no voy a casarme! – torció los ojos poniéndolos blancos.
Curiosa Marilyn le observó el rostro y la interrogó: - ¿qué te ocurre, estuviste llorando? La joven volteó y al verle la cara pensó preguntar de una vez lo que había pasado a sus padres, que ya conocía una parte de la verdad, pero decidió ser prudente, debía actuar con sagacidad y no levantar sospechas de lo que se había enterado, sí, era mejor así, la paciencia y la discreción traían mejores resultados.
- Tía amada, no seas pesada, sé que pudiste entretener a los jovenzuelos con tus encantos y deliciosa comida –le respondió –salí temprano a ver a Monique Smith, necesito compañía para esta tarde, saldré a comprar un detalle para mi abuelo, ya sabes que pronto volverán de su viaje a la Mansión- mintió observando de pies a cabeza a su tía que no tuvo reacción de sospecha- además te recuerdo que en unos días será el baile de primavera… debo estar preparada con el mejor de los vestidos para impresionar a tu favorito, el Sr. Wesley.- sonrió pícaramente.- ¿Por qué preguntas si lloré?- Abrió sus pequeños ojos azules de manera expresiva- ¿Por qué habría de llorar? La llovizna me provocó una alergia, sabes que me ocurre.
Su tía Marilyn era una mujer amorosa, se había tomado el tiempo para terminar la crianza de Emiliana, contratando la mejor institutriz y dedicándose en pleno a ella, cualquier detalle o necesidad de la joven siempre fue atendida por su tía, pero la chica a pesar del amor y agradecimiento que sentía hacia ella, sabía que sus pensamientos eran un tanto simples y superficiales, su mayor interés era casar bien a Emiliana y ésta no tenía ni el más mínimo.
- Está bien, pero te he dicho que nos salgas sin desayunar y mucho menos cuando llueve niña, nada pierdes al informar, además… esa chiquilla…- Emiliana la vio con rostro impaciente.- Te he dicho que no me agrada, a su familia le falta clase, querida- le regañó sutilmente.
- Sí tía, ya lo sabía – hizo un gesto cansino - ¡Ya suenas como la abuela! yo no tengo distinción, su familia es buena y ella es mi amiga, ya lo hemos hablado y no quiero entrar en detalles- le dijo con tono desdeñoso.- Además muero de hambre y para sermones, es muy temprano –le guiño el ojo y sonrió- su tía soltó un resoplido:
-¡Bah! ¡Maggie, atiende a Emiliana, antes de que me muera de una conmoción! - La jovencita sonrió con picardía y salió disparada a la cocina en busca de su frugal.
Un nuevo sol nacía y nuestra chica no consiguió conciliar el sueño en toda la noche, la habitación le quedaba grande llena de fríos espacios y repleta de costosos muebles de madera, de cedro y ébano, los favoritos de Marilyn quien tenía la obsesión de comprar a manos llenas, por toda la mansión podían encontrarse; la rodeaba un enorme armario que desbordaba vestidos, un seibó con finos acabados en color caoba y la inmensa cama con dosel, envuelta en finas cortinas de tela satinada color blanco: que debería proporcionarle paz según su tía, pero ella sentía que era un todo al cual no pertenecía.Su mente estaba dispersa, envuelta en tantos pensamientos que le causaban un profundo dolor y a su vez, incertidumbre; no sabía por dónde comenzar, se sentía tan frágil, no lograba describir sus emociones, era una niña y deb&iac
-Srta. Cadbury ¿dónde puedo encontrar el archivo de la Sra. Piddle? llevo días buscándolo y no logro ubicarlo - la miró curioso y medio sonrió –No debí darte tantos días de vacaciones – con las manos en la cabeza expresó - ¡la señora Piddle me volverá loco! - tocó con el puño su escritorio llamando su atención.-Ya te lo ubico, joven Owen ¡sabía que no podías vivir sin mí! - agregó en tono de burla y salió de la oficina con una carcajada a medio completar; la puerta no se había cerrado bien, cuando inmediatamente entró la Srta. Cadbury con sus ojos como platos - lo siento Jefe, la Sra. Piddle está aquí- le dijo levantando ambas cejas.El joven Jeremy Owen se llevó una mano a la frente en señal de
Emiliana llegó a casa de Monique, jadeante de tanto correr. No tenía mucho tiempo, pues debía regresar a casa antes de la llegada de sus abuelos. Necesitaba una orientación de parte de su amiga para conseguir algún investigador o persona calificada para realizar una investigación, pues de la ciudad, la chica era un poco ignorante, por su parte, Monique se había dedicado a recorrer cada espacio de la ciudad. Llamo a la puerta y tocó la aldaba.-¡Emiliana, que sorpresa! - la recibió la Sra. Smith con una sonrisa – Adelante querida ¿te ofrezco algo, cariño?- dijo con simpatía. La Sra. Smith era una mujer corpulenta, sus formas eran redondas, pero con gracia. Su cabello liso con el color de la ceniza, se agarraba delicadamente de un moño que caía como la cola de un caballo, llevaba un delantal debajo de su vestido pues le gustaba participar
Mientras tanto en la Mansión Winchester…… Había todo un revuelo debido a la llegada de los abuelos, era necesario que todo estuviera en su lugar pues Lady Priscila Winchester, todos lo sabían en la mansión, vendría con un genio que espanta los mismos demonios, ¡sí! Y cada uno de sus criados preferían que esta señora permaneciera de viaje. Mientras veían acercarse el carruaje atravesando la verja de hierro pintada en color negro, los floricultores temblaban pues al llegar inspeccionaría cuidadosamente cada área del jardín; dicho jardín era enorme rodeado por un césped finamente cortado que llenaba de verde toda la zona con pequeños arbustos en formas redondeadas cuyas flores despedían una fragancia dulce fresca y ligera, se podían apreciar todos los colores mezclados en tonalidades rosas, moradas y anaranjadas que proporciona
-Llegaste temprano a casa querido hermano. ¿Tomarás el té conmigo?- preguntó anhelante la pequeña Angie. Jeremy tenía la cara larga de cansancio, pero con una sonrisa cargada de ternura, la tomó en sus brazos, le besó la cabecita y le afirmó:-Por supuesto, para eso llegue a esta hora, para tomar el té con mi hermosa hermana – Sonrió una vez más. Pasaban de las cinco de tarde y Angie tenía todo preparado en una pequeña mesita. Su hora favorita era la del té, pues reunía a los que más amaba. En este caso, solo le acompañó su hermano Jeremy.-Sentémonos - le dijo - Ambos se sentaron a la mesa del té y Angie tomó la iniciativa de conversar.-¿Supiste del baile de primavera del que todos hablan? – Levantó las cej
Llegó el esperado 20 de marzo, se despedían del invierno lluvioso, todo Gloucester daba la bienvenida a la primavera con el baile pautado para esta tarde en la mansión Winchester. Los más cercanos preparaban sus atuendos para ser los primeros en llegar a la gala y los más alejados ya viajaban en sus carruajes para no perderse ni un minuto del flamante festejo, y en la mansión todo se iba dando de manera organizada gracias a la agenda que arregló el mayordomo Alfred minuciosamente, cada persona laborando desde muy temprano y los anfitriones despreocupados debido a la eficiencia de la comitiva que acompañaba a Alfred en la preparación de la ceremonia.La tía Marilyn flirteaba muy entretenida con el Sr. Ford en la estancia mientras el tío Ángel los acompañaba parloteando de sus viajes, sus contactos y negocios, sin darse cuenta las miradas y sonrisitas que se lanzaban estos d
Todo marchaba a la perfección en el gran salón. Lady Priscila se sentía a gusto con la celebración y se paseaba por los alrededores pavoneándose, supervisando cada uno de sus invitados como la gran anfitriona que era. El Comisario Owen intentó llamar su atención en ocasiones sin embargo, la mujer lo esquivó cuanto pudo, él no era de su agrado y estaba en la fiesta porque Lord Wilfred insistió en invitarle, al final el Comisario decidió compartir su noche con quien si lo apreciaba, Lord Wilfred. Los caballeros mayores muy amenamente disfrutaban de las mesas de whist y las apuestas volaban, conforme se levantaba uno se sentaba el otro mientras las esposas tomaban el té enterándose de lo nuevo de la moda en el vestir que estaba en boga en la ciudad y bueno… los chismes podían faltar en boca de todas.Los jóvenes bailaban, parloteaban, algun
Jeremy fingía escuchar atentamente, con una copa de champaña en la mano, todo lo que Lady Priscila tenía para contarle, socializar tan de cerca no era lo suyo, aunque su desenvolvimiento era digno de un caballero, pero escuchar parlotear sin descanso a la abuela de Emiliana no era precisamente un entretenimiento para él, no obstante su compañera de cháchara ni se inmutaba ante su desatención para describir cada una de sus aventuras fuera de la región… desde sus viajes por el Atlántico donde disfruto del sol radiante y de la atención personaliza que le proporcionaba el ser una Winchester, hasta Paris donde el pobre Lord Wilfred había sufrido una indigestión de tres días que le causó un Ratatouille y le aguó todo el paseo por la ciudad del amor… - ¡oh! No sé si fue muy egoísta de mi parte, pero le dije a mi Wilfred, quédate en comp