Un nuevo sol nacía y nuestra chica no consiguió conciliar el sueño en toda la noche, la habitación le quedaba grande llena de fríos espacios y repleta de costosos muebles de madera, de cedro y ébano, los favoritos de Marilyn quien tenía la obsesión de comprar a manos llenas, por toda la mansión podían encontrarse; la rodeaba un enorme armario que desbordaba vestidos, un seibó con finos acabados en color caoba y la inmensa cama con dosel, envuelta en finas cortinas de tela satinada color blanco: que debería proporcionarle paz según su tía, pero ella sentía que era un todo al cual no pertenecía.
Su mente estaba dispersa, envuelta en tantos pensamientos que le causaban un profundo dolor y a su vez, incertidumbre; no sabía por dónde comenzar, se sentía tan frágil, no lograba describir sus emociones, era una niña y debía crecer prontamente. Mientras sollozaba recordaba la pequeña cabaña de piedra que visitaban las primaveras en Arlington Row, un hermoso y acogedor lugar que le brindaba un tiempo de compartir con su familia, solo eran ellos tres, sin las exigencias del trabajo y el ajetreo constante que se manejaba a diario en la mansión; una vez al año se olvidaban de todo y se hospedaban en esa cabaña que su padre había comprado solo para esos días. Siempre se había preguntado si sus abuelos sabrían de ese lugar que no visitaba desde que sus padres fallecieron.
Suspiraba mientras se transportaba a ese olor delicioso a almizcle cuando André, su padre encendía la leña para que ella y su mamá se calentaran frente a la chimenea, para luego visitar la exuberante campiña llena de color verde, un prado de agua serpenteante, exquisitos aromas se respiraban en aquel alejado lugar, se encontraba con gente llena de mucha vida, no como acostumbraba en los bailes que se daban en la mansión, personas acartonadas y mujeres criticonas, en este lugar la gente mantenía una sonrisa siempre en su rostro, la amabilidad sobraba.
Veía sonreír su mamá en ese lugar apartado, la admiraba - era tan hermosa – dijo en voz alta. Clara tenía un rostro dulce con ojos expresivos y un cabello ondulado castaño que le caía suavemente en cascada sobre sus hombros, su piel suave y blanca como la nieve y la sonrisa pulcra y sincera, eran rasgos que podían verse en Emiliana, era alta y elegante, muy bien vestida con una sencillez que desentonaba con su posición social.
– ¡Oh Madre, siempre sabias que hacer y decir, ahora yo necesito tanto de tu consejo! – sollozaba arrodillada en su cama evocando más recuerdos.
Inmediatamente su mente trajo a la memoria, una noche lluviosa en la que su madre pasó por su recámara pues había una tormenta eléctrica. Emiliana no se sentía nada cómoda con esos días cuando era niña, le temía a los relámpagos y su madre lo sabía por lo tanto, se asomó en el umbral y se acercó a su cama, con suavidad pasó la mano por su cabello en señal de que había llegado a socorrerla y llamo su atención.
Pronunció una frase que Emiliana no entendió.
-Hijita, amo tu valentía, no dejes que nadie te agravie jamás. Tengo la plena confianza que cualquier cosa que sea puesta en tus manos con tu ingenio y curiosidad lo resolverás, pero no dejes que la justicia se aparte de tu boca y de tu corazón - sonrió. La pequeña preguntó confundida mientras se levantaba de su cama para mirar a su madre a la cara.
-¿No entiendo tus palabras, madre? - expresó con ternura.
-Hija solo quiero que sepas que confío en ti, duerme tranquila y descansa mi pequeña - intentó tranquilizarla.
Esa frase, ese día no tenía sentido pero hoy le daba la sensación de que su madre la estaba preparando para algo, por muy extraño que le pareciera tenía la impresión de que estaba destinada a resolver la encomienda que le dio hace unos días, el Sr. Phillips.
-Debo dar orden a mis ideas. ¡Oh Cielos! Cuán difícil es - Orquestó un plan del cual tenía que valerse de su ingenio y firmeza, puesto que no incluía la asistencia y participación de ninguno de sus allegados, lo pensó bien y se dio cuenta que necesitaría un talento experimentado que le apoyara en la investigación de lo que ella llamó: “la desaparición de mis padres”.
Se podía escuchar un poco melodramático, pues la pequeña Winchester se estaba tomando muy a pecho la tarea de “Detective,” pero no debía hablar imprudencias que pudieran proporcionar un tema para las tertulias de las tardes, a los que les encantaba platicar y parlotear acerca de la vida de las demás personas, la hora de té era la propicia para de las reuniones de todos esos “chismosos” de los que estamos hablando. Por lo tanto había que dejar de lado cualquier filtración de dicha información. Se retó a no compartirlo ni con su mejor amiga la Srta. Monique Smith, pues estaba siendo cortejada por el elegantísimo y muy acaudalado Sr. Tomas Forrest, un joven que heredó gran parte de la cuantiosa fortuna de su padre, quien había fallecido hacia unos meses antes, se decía que rayaba las setenta mil libras su riqueza por lo cual los Sres. Smith estaban muy interesados en el vínculo, sin embargo a la Srta. Smith el hombre no le desagradaba, por el contrario, lo encontraba apuesto, sensible y con una humildad que no se veía mucho por esos días, creía que se estaba enamorando de él y a Emiliana, que consideraba que era bueno, le parecía un tanto precipitado, probablemente temía perder muy pronto a su amiga, que ha sido su compañera desde muy niñas. Pasaban algunas tardes juntos paseando en los bellos jardines y alrededores de la finca SmithPark; Monique disfrutaba de su compañía, se imaginaba una vida hecha a su lado viajando a cada una de sus propiedades y siendo la Sra. de la casa Forrest.
Emiliana conocía el peligro de contar la información por la cercanía del Sr. Forrest con el Sr. Wesley, quienes tenían una amistad de algunos años y el Sr. Wesley recibía complacido a su amigo en su propiedad en el pueblo, para que, tranquilamente pudiera visitar a su amada. Aún no había dado el paso de hacerle la propuesta pero todos sabían que ocurriría en poco tiempo; por su parte el Sr. Wesley quería encajar en el círculo de los Winchester y era el favorito de su tía Marilyn pero la joven estaba reacia a aceptar que este joven la cortejara, no mostraba ningún interés por él, de hecho le parecía un tanto insípido y superficial, lleno de mucha palabrería y falto de un tema interesante verdaderamente. Ella esperaba alguien con quien vivir una aventura y este joven no cumplía sus expectativas, ¡para nada!... - decía.
-Srta. Cadbury ¿dónde puedo encontrar el archivo de la Sra. Piddle? llevo días buscándolo y no logro ubicarlo - la miró curioso y medio sonrió –No debí darte tantos días de vacaciones – con las manos en la cabeza expresó - ¡la señora Piddle me volverá loco! - tocó con el puño su escritorio llamando su atención.-Ya te lo ubico, joven Owen ¡sabía que no podías vivir sin mí! - agregó en tono de burla y salió de la oficina con una carcajada a medio completar; la puerta no se había cerrado bien, cuando inmediatamente entró la Srta. Cadbury con sus ojos como platos - lo siento Jefe, la Sra. Piddle está aquí- le dijo levantando ambas cejas.El joven Jeremy Owen se llevó una mano a la frente en señal de
Emiliana llegó a casa de Monique, jadeante de tanto correr. No tenía mucho tiempo, pues debía regresar a casa antes de la llegada de sus abuelos. Necesitaba una orientación de parte de su amiga para conseguir algún investigador o persona calificada para realizar una investigación, pues de la ciudad, la chica era un poco ignorante, por su parte, Monique se había dedicado a recorrer cada espacio de la ciudad. Llamo a la puerta y tocó la aldaba.-¡Emiliana, que sorpresa! - la recibió la Sra. Smith con una sonrisa – Adelante querida ¿te ofrezco algo, cariño?- dijo con simpatía. La Sra. Smith era una mujer corpulenta, sus formas eran redondas, pero con gracia. Su cabello liso con el color de la ceniza, se agarraba delicadamente de un moño que caía como la cola de un caballo, llevaba un delantal debajo de su vestido pues le gustaba participar
Mientras tanto en la Mansión Winchester…… Había todo un revuelo debido a la llegada de los abuelos, era necesario que todo estuviera en su lugar pues Lady Priscila Winchester, todos lo sabían en la mansión, vendría con un genio que espanta los mismos demonios, ¡sí! Y cada uno de sus criados preferían que esta señora permaneciera de viaje. Mientras veían acercarse el carruaje atravesando la verja de hierro pintada en color negro, los floricultores temblaban pues al llegar inspeccionaría cuidadosamente cada área del jardín; dicho jardín era enorme rodeado por un césped finamente cortado que llenaba de verde toda la zona con pequeños arbustos en formas redondeadas cuyas flores despedían una fragancia dulce fresca y ligera, se podían apreciar todos los colores mezclados en tonalidades rosas, moradas y anaranjadas que proporciona
-Llegaste temprano a casa querido hermano. ¿Tomarás el té conmigo?- preguntó anhelante la pequeña Angie. Jeremy tenía la cara larga de cansancio, pero con una sonrisa cargada de ternura, la tomó en sus brazos, le besó la cabecita y le afirmó:-Por supuesto, para eso llegue a esta hora, para tomar el té con mi hermosa hermana – Sonrió una vez más. Pasaban de las cinco de tarde y Angie tenía todo preparado en una pequeña mesita. Su hora favorita era la del té, pues reunía a los que más amaba. En este caso, solo le acompañó su hermano Jeremy.-Sentémonos - le dijo - Ambos se sentaron a la mesa del té y Angie tomó la iniciativa de conversar.-¿Supiste del baile de primavera del que todos hablan? – Levantó las cej
Llegó el esperado 20 de marzo, se despedían del invierno lluvioso, todo Gloucester daba la bienvenida a la primavera con el baile pautado para esta tarde en la mansión Winchester. Los más cercanos preparaban sus atuendos para ser los primeros en llegar a la gala y los más alejados ya viajaban en sus carruajes para no perderse ni un minuto del flamante festejo, y en la mansión todo se iba dando de manera organizada gracias a la agenda que arregló el mayordomo Alfred minuciosamente, cada persona laborando desde muy temprano y los anfitriones despreocupados debido a la eficiencia de la comitiva que acompañaba a Alfred en la preparación de la ceremonia.La tía Marilyn flirteaba muy entretenida con el Sr. Ford en la estancia mientras el tío Ángel los acompañaba parloteando de sus viajes, sus contactos y negocios, sin darse cuenta las miradas y sonrisitas que se lanzaban estos d
Todo marchaba a la perfección en el gran salón. Lady Priscila se sentía a gusto con la celebración y se paseaba por los alrededores pavoneándose, supervisando cada uno de sus invitados como la gran anfitriona que era. El Comisario Owen intentó llamar su atención en ocasiones sin embargo, la mujer lo esquivó cuanto pudo, él no era de su agrado y estaba en la fiesta porque Lord Wilfred insistió en invitarle, al final el Comisario decidió compartir su noche con quien si lo apreciaba, Lord Wilfred. Los caballeros mayores muy amenamente disfrutaban de las mesas de whist y las apuestas volaban, conforme se levantaba uno se sentaba el otro mientras las esposas tomaban el té enterándose de lo nuevo de la moda en el vestir que estaba en boga en la ciudad y bueno… los chismes podían faltar en boca de todas.Los jóvenes bailaban, parloteaban, algun
Jeremy fingía escuchar atentamente, con una copa de champaña en la mano, todo lo que Lady Priscila tenía para contarle, socializar tan de cerca no era lo suyo, aunque su desenvolvimiento era digno de un caballero, pero escuchar parlotear sin descanso a la abuela de Emiliana no era precisamente un entretenimiento para él, no obstante su compañera de cháchara ni se inmutaba ante su desatención para describir cada una de sus aventuras fuera de la región… desde sus viajes por el Atlántico donde disfruto del sol radiante y de la atención personaliza que le proporcionaba el ser una Winchester, hasta Paris donde el pobre Lord Wilfred había sufrido una indigestión de tres días que le causó un Ratatouille y le aguó todo el paseo por la ciudad del amor… - ¡oh! No sé si fue muy egoísta de mi parte, pero le dije a mi Wilfred, quédate en comp
La escena del crimen.El detective apartó con velocidad la multitud aglomerada en el lugar y alrededor del cadáver ya que debía conservar despejada la escena del crimen, para evitar su contaminación. Su padre, el comisario Owen atisbó desde lejos y corrió a socorrerlo con los miembros. La idea era mantener el gentío aquietado en el gran salón mientras se tomaba nota de la escena. Así fue. Se logró con dificultad, por los dolientes y el terror que trae consigo el conocimiento de un asesinato.El cadáver yacía en el suelo sobre su espalda, Jeremy tomo el pulso rápidamente en el cuello. No lo encontró. Con detenimiento observó todo el entorno, se metió en una burbuja imaginaria para no escuchar el alboroto a su alrededor y continuó su detallada observación.Com