La señora se fue demasiado pronto, antes de que pudiese creer si quiera aquella locura a la que me enfrentaba: Encargada, ahora era encargada de aquella tienda.Me bajé del auto (no me malinterpretéis, no era mío, era de la señora, que me lo había dejado como el resto de cosas del negocio) y caminé con desgana hacia la tienda, odiaba tener responsabilidades, una de las razones por las que huí de España era esa, esa y muchas otras la verdad, y odiaba que alguien confiase en mí de aquella forma, aquello no traería nada bueno, sin lugar a dudas en algún momento del camino la defraudaría.Dejé el bolso sobre la barra mientras encendía las luces del local, volví a agarrar el bolso y caminé cabizbaja y a paso ligero hacia el despacho de la señora. Había un montón de papeles sobre el escritorio, los mismos que había d
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