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Todos los capítulos de Un amor mexicano: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Capítulo 1. Noche de compromiso
 Phoenix, Arizona, Estados Unidos.      Todo el día había estado con la mujer en aquella habitación. Quería olvidar todas las responsabiblidades que tenía sobre sus hombros, lo mejor que podía hacer para relajarse, era una mujer. La habitación era oscura, paredes grises, mezclados con el negro, muebles minimalistas, el sillón de cuero negro adornaba al pie de la cama, la rubia finalmente se separó, dejando a primera vista su total desnudez.    —Eso es lo mejor que he disfrutado. ¿Quieres otro round, mexicano? —Daniel le hizo una seña de que se retirara, estaban pegajosos de tanto moverse por toda la habitación. Ella se retiró y se pasó una mano de manera provocadora para que la volviera a tomar entre sus brazos e hiciera y deshiciera con ella lo que quisier
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Capítulo 2. Pongamos unas reglas
      Daniel levantó su mandíbula tensa, estuvo a punto de decirle algo, pero el asistente de su padre se aclaró la garganta en señal de que alguien venía, lo único que le quedó por hacer, es ignorar la amenaza de Carolina.    —Has llegado. —la voz de su padre le hizo ver más allá de la mujer, el padre de Daniel parecía estar aliviado al ver a su hijo hablando con Carolina, se notó la tensión entre ellos dos.    —Sí, —dijo Daniel, pero luego miró a la mujer frente a él que pareciera disfrutar lo que ha dicho anteriormente. —…disculpen mi tardanza.    Carolina se cruzó de brazos y arqueó una ceja.    —Espero y sea la última vez, Daniel—él apretó de nuevo, pero con más fuerz
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Capítulo 3. Provocación
          Carolina se masajeó las mejillas, le dolió de tanto estar sonriendo a los invitados, lanzó hacia el otro lado de la mesa de cristal sus zapatillas de tacón alto, le dejaron los pies adoloridos, se dejó caer en el sillón de su habitación, soltó un suspiro de cansancio y torció sus labios.    —Y ha empezado mi infierno. —susurró cuando miró el anillo de compromiso, era un diamante blanco en una banda de oro, tenía las iniciales de ella y de Daniel, el solo ver el nombre de él, se irritó. —Que irritante... —dijo sin dejar de ver el anillo. —Se nota tu esmero. —la puerta se abrió y Carolina estaba a punto de mentar la madre, lo que más odiaba es que invadieran su espacio y privacidad. —¿Por qué mierdas no tocas la puta puerta? —dijo cuándo
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Capítulo 4. Nunca olvides
      — ¡Estás loca! —gritó Daniel quejándose del dolor en el sillón, ella se levantó y regresó al tocador, siguió desmaquillándose, mientras escuchó a Daniel maldecir unas cien veces. — ¡Puta madre! ¡Puta madre! ¡Eso duele! ¡A la verga! ¡Estás loca! ¡Dios mío! —Ella terminó de hacer sus cosas y se sentó en la orilla de la cama, miró a Daniel intentando reincorporarse, estaba rojo, pero bien rojo, la vena de su cuello y de la sien estaba resaltada, incluso ella pensó que estallaría, miró la alfombra, imaginando toda la sangre ahí, luego de esa imagen, levantó la mirada hacia a él.      — ¿Nunca te habían golpeado las pelotas? —Daniel negó con sus manos en sus partes bajas. —Eso responde, a todo ese drama—señaló a Daniel—Bien, tengo que dormir, cierra la puerta al salir. —Carolina se subió a la cama y Daniel no pudo creer lo que estaba escuchando, se levantó como pudo y salió de la habitación, al cerrar la puerta maldijo.
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Capítulo 5. Una advertencia
  Un hombre trabajador le entregó la yegua blanca que era de ella, Carolina sonrió al ver a "Bella" así la había apodado, ya que fue lo primero que pensó cuando la vio nacer hace años atrás.      Acarició la larga cabellera del animal, la reconoció de inmediato.      —Buenos días. —Carolina maldijo entre dientes, no se giró, siguió acariciando el cabello. —Quería hablar contigo.      — ¿Vienes por otra patada en los bajos? —Daniel se molestó.      —Puedes prestarme atención. —exigió él, Carolina arrugó su ceño, se giró lentamente, como si estuviese haciendo la escena de la niña del exorcista.      — ¿Qué quieres? —dijo ella en un tono gélido.      —Tenemos que hablar acerca de la boda.      — ¿Qué? ¿Ya te echaste para atrás? Porque si es así, me harí
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Capítulo 6. Distracción
  —Deberías de guardarte esas palabras para ti—murmuró Carolina.     — ¿Qué tiene que diga en voz alta? —Daniel retiró sus dedos de la barbilla de ella. Pudo ver ira contenida en su mirada, la pequeña mujer, de porte cabrona y mala hablada, con mirada asesina, tenía algo que le llamó la atención, quizás y era qué, veía una de las cualidades que buscaba en una mujer, el que no se dejara de ningún cabrón como él.      —Tiene mucho, para mí. —Carolina tiró de su yegua y negó. —No lo quiero escuchar. Es un pasado. Otra Carolina. —ella arqueó una ceja y, murmuró para sí misma. —Y una bieeeen pendeja. —Daniel sonrió al escucharla, siguió su paso en total silencio a su lado, ella parecía estar perdida en sus propios pensamientos.      —Y en estos dos años que estuviste en España, ¿Conociste a alguien? —ella arrugó su ceño, luego sin dejar de caminar lo observó.    
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Capítulo 7. Palabras
      — ¿No me la puedo coger una vez antes? —Carolina abrió sus ojos más de lo normal. —Es broma, pero en fin, que te valga madres a quien me cojo, yo no te digo con quien hacerlo, o espera…—Daniel jugaría una carta—…o puede ser que no tengas  a nadie y solo dices que tienes hombres para dártela de mamona y, esperas a luna de miel para desenvolver de nuevo ese paquete—Daniel sonrió al ver que estaba provocando a Carolina, esta se giró, alcanzó una figura de cerámica y tenía la intención de lanzarla para reventarla la cabeza y dejara de decir pendejadas, pero se detuvo cuando su padre llegó al lado de Daniel.   —Hijo, ¿Y terminaron? —Daniel negó y luego miró de manera divertida a Carolina quien había escondido la figura de cerámica, el señor siguió la mirada de Daniel, entonces se percató que su hija estaba en la segunda planta. —Hija, ¿Qué pasó? —miró el gesto de su hija luego la cara de cabrón en Daniel. — ¿Por una puta vez
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Capítulo 8. Un arranque
    Daniel bajó las escaleras a toda prisa, con una gran sonrisa plasmada en sus labios, eso le recordó lo que tenía que hacer.      — ¿Ya te vas? —preguntó su padrino quién iba saliendo de la sala principal, Daniel llegó hasta a él.      —Sí, lamento no poder quedarme a la invitación de comer con ustedes, —su padrino arrugó su ceño.      — ¿A dónde vas cabrón? ¿Me vas a cambiar mi invitación por ir a coger con tus amigas? —Daniel sonrió y negó.      —No, no, padrino, —pensó rápido en una excusa. —Tengo que recoger a un amigo en el aeropuerto, me llamó y me está esperando. —él sonríe.      —No te creo—miró a la segunda planta, luego miró a su ahijado—Pero creo que has hecho molestar a mi hija y estás escapando. —su padrino le dio una palmada en su mejilla. —Anda, huye, yo te cubro. —le guiñó el ojo,
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Capítulo 9. Una visita inesperada
    Carolina y su padre, estaban comiendo cuando llamaron por teléfono, la chica del servicio se asomó al comedor con el teléfono inalámbrico en la mano.      —Señor Beltrán—ambos levantaron la vista hacia la mujer—Tiene llamada de su compadre—Héctor alcanzó el teléfono y se lo puso en el oído.      —Armando que bueno que…—detuvo sus palabras para escuchar a su compadre del otro lado de la línea, Carolina arrugó su ceño al ver como su padre alzó sus cejas y luego miró hacia a ella. —Vamos para allá. —y cortó, Héctor miró a su hija.      — ¿Qué? ¿Qué pasó? —ella preguntó alerta.      —Ve por tus cosas, —luego miró al hombre de seguridad que estaba a la entrada del gran comedor. —Alista el auto y al equipo A, necesito que nos lleven al hospital—al escuchar “hospital” Carolina pensó lo peor.      — ¿Le
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Capítulo 10. Prescindir
  Carolina tenía la mirada perdida en las telas de los manteles, Esmeralda hablando de la combinación de los arreglos de mesa.      — ¿Señorita Beltrán? —Carolina salió de su trance, asintió sin más, luego negó, pasándose una mano por el cabello.      —Lo siento, lo siento, mira…—le mostró el color de mantel, era un beige, con figuras muy claras en dorado. —Me gusta este. —miró los ejemplos de arreglos de mesa, había uno que le recordó a su madre, los alcatraces, tomó aire y lo soltó en un largo suspiro. —Y elijo los alcatraces, —Esmeralda se sorprendió por la facilidad con lo que estaba eligiendo.      — ¿Y la muestra de sabores de la tarta de novios? —Carolina levantó la mirada a la mujer con su tableta en su regazo.      — ¿Qué tiene? —preguntó confundida, no había nada en la gran mesa muestras de pastel.      Leer más