La infortunada muchacha superviviente fue colocada sobre la rueda giratoria mientras Caragnny le lanzaba cuchillos. El primero se enterró en su muslo derecho y ella hubiera dispersado gritos más estentóreos de no ser porque la mordaza se los ahogaba. El segundo cuchillo se clavó en su antebrazo izquierdo, el tercero en su hombre derecho, el cuarto en la pantorrilla derecha, el quinto en el muslo izquierdo, el sexto justo en la oreja izquierda, el séptimo en su ingle, el octavo en el brazo izquierdo, el noveno de nuevo en el muslo derecho, el décimo en el estómago, el undécimo en el pecho y finalmente, el duodécimo en el cuello matándola finalmente. —¡Excelente puntería! –se dijo Caragnny— no fallé ni uno... Flor contempló todo desde lejos. Llena de terror e indignación, fue a su tienda a empacar. Se detuvo unos momento
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