Todos los capítulos de EL DEBIDO PROCESO # 1: Capítulo 51 - Capítulo 60
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CINCUENTA
...William apareció en la firma de su papá por primera vez desde que había faltado al club de golf sin dar ninguna explicación. Lamentablemente, Benjamin Horvatt no estaba ni pensaba llegar hasta bien entrada la tarde. En lugar de hablar con él, tuvo que conformarse con explicarle por segunda vez a Franz que no había sido su intención quedarse dormido. Esas cosas pasaban.— Lo sé, solo que no te pasan a ti — replicó Franz, sonriendo — Eso es lo que tiene a papá preocupado.— ¿Preocupado o molesto? — preguntó William.Ambos estaban en la oficina de Franz, bebiendo café de máquina, en compa&nt
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CINCUENTA Y UNO
...May abrió los ojos. La luz entraba por la ventana, iluminando el enorme cuarto. Se incorporó de medio cuerpo y contempló a su alrededor. Seguía en el hotel, pero William Horvatt ya no estaba. En su lado de la cama, había una bandeja con desayuno y una nota."Primera y última vez que la dejo dormir hasta tan tarde, señorita Lehner" May contempló el reloj. Eran pasado las doce del día. Mierda, no había dio a clases ni tampoco había ido a buscar a Lesta al terminal.Al coger su teléfono, se encontró con cinco llamadas perdidas de su amigo y un mensaje. Lo leyó mientras salía de la cama y trataba de vesti
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CINCUENTA Y DOS
...La fábrica tenía un estricto protocolo de admisión, así que William y May tuvieron que conformarse con contemplarla desde afuera. No se diferenciaba en lo absoluto de cualquier fabrica en Menfis, salvo tal vez, porque las emisiones de gas eran un poco notorias. Había tres enormes tubos que expulsaban un humo negruzco. Este humo luego se disipaba en el aire, pero lograba llegar primero a la nariz de los que estaban cerca.Juntos, rodearon las rejas de la fábrica y dieron con el río que servía a la fábrica para botar parte de sus desechos, la mayoría altamente tóxicos. El río no era muy significativo, existía la probabilidad de filtraciones subterráneas o de que el río desembocara en una afluente de agua mayor. Wil
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CINCUENTA Y TRES
...William acababa de acostarse, pero creía que fuera a dormirse muy pronto. Su cabeza funcionaba a mil por hora mientras contemplaba el techo y su teléfono en una secuencia casi obsesiva. Quería enviar un mensaje a May Lehner para decirle que le creía, que de verdad confinaba en ella, pero había una parte en su interior que todavía dudaba.Al final, el sueño lo alcanzó una hora más tarde y lo llevó a un escenario de lo más tétrico donde Lesta, el tipo enorme en poca ropa, era el protagonista seduciendo a May Lehner. William observó como un mero espectador como la besaba y la tocaba, todo con el expreso consentimiento de ella. Despertó sudoroso y aterrado con la idea.De
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CINCUENTA Y CUATRO
...May contempló a William mientras este dormía profundamente. Era hermoso, en términos físicos, pero también en términos abstractos. Tenía sentimientos nobles y era inteligente como pocos en el mundo. Su antipatía inicial no era más que una máscara con la que se protegía de su entorno y también de sí mismo, porque no deseaba explorar lo que había dentro, allí donde estaba su corazón.Con la punta de un dedo trazó su perfil. Desde la frente hasta el cuello. Él se removió un poco, como si fuera a despertar, pero tras volver el rostro hacia un lado, siguió durmiendo. May se arrimó un poco más hacia él y reposó la cabeza sobre su pecho. Cerró los ojo
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CINCUENTA Y CINCO
...May notó que algo andaba mal con William Horvatt cuando este ingresó al salón y se encaminó a su escritorio sin mirar a ninguno de sus estudiantes, ni siquiera a ella.Abstraído como parecía que estaba, cogió su tablet y, de nuevo, sin mirar a ningún lugar en específico, comenzó la clase hablando brevemente de la ética profesional, algo que no tenía nada que ver con el tema que habían tratado la clase anterior.May, preocupada como estaba, no pudo concentrarse en sus palabras. El vacío de sus ojos negros la tenía absorta y deseosa de saber qué ocurría con él. Cuando la clase finalmente terminó, ella se levantó de un brinco y fu
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CINCUENTA Y SEIS
...May envió un mensaje a William a eso de las diez de la mañana."¿Cómo te sientes hoy?"La respuesta llegó casi media hora después. May se sorprendió de lo conciso del mensaje."Con un horrible dolor de cabeza" Pensó en preguntarle por qué, pero no tenía mucho sentido escarbar cuando alguien no deseaba hablar. Si él así lo hubiera querido, le habría dicho algo más.Dejó el teléfono a un lado y cogió su vaso de café. Mientras le daba el primer sorbo vio a la novia de Will
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CINCUENTA Y SIETE
...May corrió a la puerta cuando oyó el timbre. Algo le decía que se trataba de William Horvatt.Efectivamente, al abrir la puerta, se encontró con su maestro, desmejorado por una herida en la boca y en una postura encorvada de quien parecía a punto de rendirse. May avanzó hasta él y lo estrechó entre sus brazos, con tanta fuerza que él terminó por quejarse de dolor.— Lo siento — se disculpó ella, apartándose un poco — ¿Qué ocurrió?William se encogió de hombros.— Mi padre. Nos peleamos.

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CINCUENTA Y OCHO
...Los padres de May lo recibieron sin hacer preguntas ni comentarios de ninguna clase. William lo agradeció muchísimo, porque no tenía en realidad nada muy inteligente que decir, por primera vez. ¿Soy el novio de su hija? No lo era. Tampoco estaban en una relación exactamente porque William seguía entrampado con Elena, a quien todavía no dejaba. ¿Amo a su hija y eso es lo único que importa? Podía decirlo. De hecho, lo había pensado de camino hasta allí y había resuelto que era un buen discurso, al menos para romper el hielo.Era una suerte que no hubiera tenido que hablar.May lo condujo a la habitación de invitados y le preparó la cama con esmero. William la cont
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CINCUENTA Y NUEVE
...La ropa de William no estaba hecha para el campo, así que sin duda desentonaba del resto de la familia de May Lehner al llevar puesto unos pantalones de tela, unos mocasines impecablemente lustrados y una camisa blanca planchada de forma casi milimétrica. El reloj rolex en su mano derecha era la guinda de la torta.Aun así, los padres de May no emitieron comentario alguno sobre la apariencia personal de William, ni tampoco sobre el rolex que brillaba con descaro en su muñeca. Lo recibieron con una sonrisa y le ofrecieron el mejor desayuno del mundo. Leche de vaca, pan recién horneado, y jugo de frutas cosechadas la tarde del día anterior. William devoró el pan y la leche y degustó con afán el jugo de frutas. Solo cuando hubo terminado, se percat&oa
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