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Todos los capítulos de EL DEBIDO PROCESO # 1: Capítulo 61 - Capítulo 70
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SESENTA
...El domingo acabó demasiado pronto. May le propuso quedarse un día más, pero William se negó a faltar a clases a pesar de que derecho común no era su rama favorita. Lo que le gustaba, en realidad, era hacer clases, fuera de la materia que fuera. Se sentía bien exteriorizar sus propios conocimientos y compartir su saber con los demás, aunque algunos estudiantes no prestaran atención.May descubrió que la docencia era una de las pocas cosas de la vida de William Horvatt que lo hacían realmente feliz. Evidentemente, él habría preferido enseñar derecho penal, pero se había visto empujado hacia otras áreas y no poseía los conocimientos para embarcarse en ese proyecto. No todavía, al menos.

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SESENTA Y UNO
...A las dos en punto Aaron se presentó en la oficina de William. A las dos con quince, apareció May, víctima de su problema con el reloj. Ambos ya bebían café y charlaban, cuando ella tocó la puerta y se metió dentro de la oficina como alma que se la llevaba el diablo.Su respiración era agitada, tenía las mejillas sonrojadas y el cabello pelirrojo medio revuelto. De todos modos, a William le pareció que estaba muy bonita.— Lo siento, el ascensor estaba malo — esgrimió como excusa a sus quince minutos de retraso.William contempló el reloj, suspicaz.— ¿Cu&
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SESENTA Y DOS
...William detuvo el coche frente al complejo de apartamentos de May cuando eran las una de la mañana. Ansioso, descendió del coche, se cerró un poco más el abrigo pues hacía frío, y se dirigió a la entrada. Sorteó las escaleras con calma y llegó al piso de May cuando el reloj marcaba las una con diez minutos. Ante la puerta, se acomodó un poco el cabello y luego tocó.May no tardó ni cinco segundos en abrir la puerta. Parecía que había estado junto a ella, esperando ansiosa igual que él.Intercambiaron miradas y saludos. May tenía las manos juntas y estaba a punto de hacer sonar los dedos. Si se contuvo fue porque William fue hasta ella y la cogió en
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SESENTA Y TRES
...May ingresó a la cafetería y se topó con William Horvatt bebiendo una taza de café en un apartado rincón, mientras leía algo en su tablet. Su ceño estaba levemente fruncido y en la boca había cierto rictus de enfado. Pensó en ir hasta él para hacerle un rato de compañía, pero desistió de la idea porque no quería levantar sospechas de su relación.Pidió un latte y fue a sentarse a un par de mesas de distancia de su profesor. Desde allí, lo contempló mientras su rostro reaccionaba a lo que leía. Alisaba la arruga de la frente o se llevaba una mano a la barbilla, de forma pensativa. En un momento, se mordió el labio, intrigado, lo que hizo a May ahogar un suspiro. Todo en él
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SESENTA Y CUATRO
...A las tres y media, William se levantó de su asiento, sedado por cuatro pastillas para el dolor de cabeza, y abandonó su oficina en dirección al despacho del decano. En el trayecto, pensó en llamar a May Lehner y contarle el asunto, pero finalmente decidió que, fuera lo que fuera que ocurriera allí dentro, él se encargaría de que no tuviera ningún impacto en May.Ella era demasiado joven todavía.Llegó al despacho de Grunberg con diez minutos de ventaja, de modo que tomó asiento en uno de los butacones de la sala de espera y sacó su tablet para curiosear cualquier cosa menos cuestiones relacionadas con su trabajo o con los problemas con su familia. No tuvo mucho éxito,
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SESENTA Y CINCO
...May estaba furiosa. Tanto que, de estar sola con el decano, le habría aventado a la cabeza un objeto muy contúndete.¿Cómo era posible que expulsara a uno de sus mejores maestros por algo que no era la gran cosa?Al fin de cuentas, William había actuado profesionalmente aun a pesar de lo que ocurría entre ellos y jamás había dejado que los sentimientos se mezclaran con lo académico. May no tenía las notas más sobresalientes en la materia ni mucho menos. Era una estudiante más y así podría haber sido por el resto del año si tan solo el maldito de Grunberg no hubiera metido su enrojecida cara entre ellos.Con la
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SESENTA Y SEIS
...Matanza era difícil de describir. Parecía una ciudad desarrollada, pero a la vez, estaba rodeada de suburbios que opacaban los planes del gobernador de lograr lo que Menfis había conseguido hace más de diez años: convertirse en una de las ciudades más prosperas del país y del continente. Aun así, era mucho más agradable que Melbur en cuanto a la calidad del aire y las áreas verdes, y definitivamente tenía lo que les faltaba a Dalton y Melbur: un puñado de jueces dispuestos a luchar por el respeto irrestricto de la Ley, a pesar de que, no pocas veces, alguno que otro juez caía en las turbias aguas de la prevaricación.Después de tres horas y media de viaje, Aaron propuso primero comer algo, charlar sobre lo que ha
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SESENTA Y SIETE
...Viktor Marchea se llamaba en realidad Paul Ender y no tenía hijos. Ni siquiera estaba casado. De hecho, era un encubierto homosexual que satisfacía sus deseos sexuales en antros de mala muerte muy lejos de la ciudad, para luego concurrir a la iglesia muy temprano por la mañana para pedirle a Dios el perdón de su alma. Pero, ese no era su único pecado, a juicio de él. También, trabajaba en la industria D&M como el sujeto de los mandados y en muchas de sus tareas había tenido que deshacerse de lo que sus superiores llamaban "documentos sospechosos". También, había tenido que apaciguar una que otra revuelta por las supuestas enfermedades provocadas por los desechos vertidos por la industria liderada por un tal Enric Wester, a quien no había visto ni vería nunca personalmente.

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SESENTA Y OCHO
...Después del extenuante viaje a Matanza, May pasó la noche en el amplio loft de William Horvatt. Antes de ir a dormir, cenaron algo rápido que William ordenó a uno de sus restaurantes favoritos, tomaron un largo baño en la amplia tina y retozaron un buen rato en la cama, después de hacer el amor con la televisión encendida en el canal de noticias.No prestaron atención a lo que decía el notero, pero si lo hubieran hecho habrían descubierto algo interesante. Alguien hablaba de aguas contaminadas en las regiones del sur del país. "Un pequeño cause de color casi púrpura" anunciaba el notero, por debajo de los jadeos y gemidos de May y William.La nota acabó poco antes de q
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SESENTA Y NUEVE
...Aaron recibió una llamada el lunes, a eso de las seis y media de la mañana. Desayunaba tranquilo en el comedor de su casa en un tranquilo barrio residencial al norte de Menfis, cuando su teléfono comenzó a sonar sobre la mesa. Era un número desconocido.Pensó en dejarlo, porque no solía responder ese tipo de llamadas, pero entonces recordó que había dado su teléfono a más de veinte personas de la pequeña localidad de Matanza y se apresuró a responder.— ¿Señor Fitzmore? — pronunció una voz del otro lado, extrañamente familiar.Aaron Fitzmore se revolvió los sesos para recordar d
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