SESENTA Y SIETE

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Viktor Marchea se llamaba en realidad Paul Ender y no tenía hijos. Ni siquiera estaba casado. De hecho, era un encubierto homosexual que satisfacía sus deseos sexuales en antros de mala muerte muy lejos de la ciudad, para luego concurrir a la iglesia muy temprano por la mañana para pedirle a Dios el perdón de su alma. Pero, ese no era su único pecado, a juicio de él. También, trabajaba en la industria D&M como el sujeto de los mandados y en muchas de sus tareas había tenido que deshacerse de lo que sus superiores llamaban "documentos sospechosos". También, había tenido que apaciguar una que otra revuelta por las supuestas enfermedades provocadas por los desechos vertidos por la industria liderada por un tal Enric Wester, a quien no había visto ni vería nunca personalmente.

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