SESENTA

...

El domingo acabó demasiado pronto. May le propuso quedarse un día más, pero William se negó a faltar a clases a pesar de que derecho común no era su rama favorita. Lo que le gustaba, en realidad, era hacer clases, fuera de la materia que fuera. Se sentía bien exteriorizar sus propios conocimientos y compartir su saber con los demás, aunque algunos estudiantes no prestaran atención.

May descubrió que la docencia era una de las pocas cosas de la vida de William Horvatt que lo hacían realmente feliz. Evidentemente, él habría preferido enseñar derecho penal, pero se había visto empujado hacia otras áreas y no poseía los conocimientos para embarcarse en ese proyecto. No todavía, al menos.

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