SESENTA Y CUATRO

...

A las tres y media, William se levantó de su asiento, sedado por cuatro pastillas para el dolor de cabeza, y abandonó su oficina en dirección al despacho del decano. En el trayecto, pensó en llamar a May Lehner y contarle el asunto, pero finalmente decidió que, fuera lo que fuera que ocurriera allí dentro, él se encargaría de que no tuviera ningún impacto en May.

Ella era demasiado joven todavía.

Llegó al despacho de Grunberg con diez minutos de ventaja, de modo que tomó asiento en uno de los butacones de la sala de espera y sacó su tablet para curiosear cualquier cosa menos cuestiones relacionadas con su trabajo o con los problemas con su familia. No tuvo mucho éxito,

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