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A las tres y media, William se levantó de su asiento, sedado por cuatro pastillas para el dolor de cabeza, y abandonó su oficina en dirección al despacho del decano. En el trayecto, pensó en llamar a May Lehner y contarle el asunto, pero finalmente decidió que, fuera lo que fuera que ocurriera allí dentro, él se encargaría de que no tuviera ningún impacto en May.
Ella era demasiado joven todavía.
Llegó al despacho de Grunberg con diez minutos de ventaja, de modo que tomó asiento en uno de los butacones de la sala de espera y sacó su tablet para curiosear cualquier cosa menos cuestiones relacionadas con su trabajo o con los problemas con su familia. No tuvo mucho éxito,
...May estaba furiosa. Tanto que, de estar sola con el decano, le habría aventado a la cabeza un objeto muy contúndete.¿Cómo era posible que expulsara a uno de sus mejores maestros por algo que no era la gran cosa?Al fin de cuentas, William había actuado profesionalmente aun a pesar de lo que ocurría entre ellos y jamás había dejado que los sentimientos se mezclaran con lo académico. May no tenía las notas más sobresalientes en la materia ni mucho menos. Era una estudiante más y así podría haber sido por el resto del año si tan solo el maldito de Grunberg no hubiera metido su enrojecida cara entre ellos.Con la
...Matanza era difícil de describir. Parecía una ciudad desarrollada, pero a la vez, estaba rodeada de suburbios que opacaban los planes del gobernador de lograr lo que Menfis había conseguido hace más de diez años: convertirse en una de las ciudades más prosperas del país y del continente. Aun así, era mucho más agradable que Melbur en cuanto a la calidad del aire y las áreas verdes, y definitivamente tenía lo que les faltaba a Dalton y Melbur: un puñado de jueces dispuestos a luchar por el respeto irrestricto de la Ley, a pesar de que, no pocas veces, alguno que otro juez caía en las turbias aguas de la prevaricación.Después de tres horas y media de viaje, Aaron propuso primero comer algo, charlar sobre lo que ha
...Viktor Marchea se llamaba en realidad Paul Ender y no tenía hijos. Ni siquiera estaba casado. De hecho, era un encubierto homosexual que satisfacía sus deseos sexuales en antros de mala muerte muy lejos de la ciudad, para luego concurrir a la iglesia muy temprano por la mañana para pedirle a Dios el perdón de su alma. Pero, ese no era su único pecado, a juicio de él. También, trabajaba en la industria D&M como el sujeto de los mandados y en muchas de sus tareas había tenido que deshacerse de lo que sus superiores llamaban "documentos sospechosos". También, había tenido que apaciguar una que otra revuelta por las supuestas enfermedades provocadas por los desechos vertidos por la industria liderada por un tal Enric Wester, a quien no había visto ni vería nunca personalmente.
...Después del extenuante viaje a Matanza, May pasó la noche en el amplio loft de William Horvatt. Antes de ir a dormir, cenaron algo rápido que William ordenó a uno de sus restaurantes favoritos, tomaron un largo baño en la amplia tina y retozaron un buen rato en la cama, después de hacer el amor con la televisión encendida en el canal de noticias.No prestaron atención a lo que decía el notero, pero si lo hubieran hecho habrían descubierto algo interesante. Alguien hablaba de aguas contaminadas en las regiones del sur del país. "Un pequeño cause de color casi púrpura" anunciaba el notero, por debajo de los jadeos y gemidos de May y William.La nota acabó poco antes de q
...Aaron recibió una llamada el lunes, a eso de las seis y media de la mañana. Desayunaba tranquilo en el comedor de su casa en un tranquilo barrio residencial al norte de Menfis, cuando su teléfono comenzó a sonar sobre la mesa. Era un número desconocido.Pensó en dejarlo, porque no solía responder ese tipo de llamadas, pero entonces recordó que había dado su teléfono a más de veinte personas de la pequeña localidad de Matanza y se apresuró a responder.— ¿Señor Fitzmore? — pronunció una voz del otro lado, extrañamente familiar.Aaron Fitzmore se revolvió los sesos para recordar d
...Aaron ya había salido de su casa y se dirigía a su primera audiencia del día cuando May recién abría los ojos y constataba que iba atrasada, como siempre. Esta vez, sin embargo, no se apresuró a salir de la cama y arreglarse, pues no tenía la menor intención de asistir a una clase de derecho común que no sería impartida por William Horvatt.El derecho había perdido un poco de gracia después de que él había sido despedido. Qué ironía, ¿no? Hace solo unos meses, él había sido el culpable de que, por unos días, odiara la carrera con todo su alma.Bajó los pies de la cama, bostezó ampliamente y revisó su tel&ea
...Benjamín Horvatt desayunaba tranquilamente cuando el conductor de noticias dio paso a una nueva y alarmante noticia. El reconocido abogado penalista, Aaron Fitzmore, había sido asesinado en la pequeña localidad de Wallas, presuntamente como consecuencia de un intento de atraco.De inmediato, se incorporó sobre su adolorida espalda y bajó los pies de la cama, furioso y asustado. Extendió una mano hacia su teléfono celular, que reposaba sobre la mesita de noche, y lo cogió entre sus temblorosos dedos. No marcó enseguida, se quedó un buen rato pensando si era buena idea o no hacerlo. Lo cierto era que tenía miedo. Un miedo que helaba y le hacía doler los huesos, algo que jamás había experimentado antes.
...Las noticias seguían hablando de Aaron Fitzmore y la investigación en torno a su extraña muerte. A varios expertos no les hacía sentido que un abogado como Aaron hubiera ido a dar una vuelta a Wallas solo porque sí, mucho menos que hubiera sido asaltado por unos delincuentes. Después de todo, había sido hallado con todos sus artículos personales. Incluso, su auto estaba aparcado a unos cuantos metros de distancia, intacto.— Ni siquiera se llevaron la rueda de repuesto — comentaba el periodista, mientras imágenes del coche de Aaron, aun en el lugar del delito, pasaban en una secuencia que se alternaba con fotografías del famoso penalista.May, que se preparaba para asistir a su primer