CINCUENTA Y CUATRO

...

May contempló a William mientras este dormía profundamente. Era hermoso, en términos físicos, pero también en términos abstractos. Tenía sentimientos nobles y era inteligente como pocos en el mundo. Su antipatía inicial no era más que una máscara con la que se protegía de su entorno y también de sí mismo, porque no deseaba explorar lo que había dentro, allí donde estaba su corazón.

Con la punta de un dedo trazó su perfil. Desde la frente hasta el cuello. Él se removió un poco, como si fuera a despertar, pero tras volver el rostro hacia un lado, siguió durmiendo. May se arrimó un poco más hacia él y reposó la cabeza sobre su pecho. Cerró los ojo

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