Noah no se movió por varios minutos, no emitió ningún sonido; hasta que, finalmente, habló:—Muchas noches, más de las que quisiera admitir, me pregunté por qué lo hizo, qué hice mal, qué tenía él que no encontró en mí. Y ahora estoy aquí, dejando que me abraces, deseando que hagas más que eso, convirtiéndome en el hombre que he odiado por años. Es una puta ironía, Audrey. Lo que hacemos es incorrecto por muchas razones, pero lo peor de todo, lo que me envenena la sangre, es que estoy muy cerca de cruzar la maldita línea de no retorno y, de manera egoísta, reclamarte para mí. Te quiero mía, nunca más de él.Cuando asimilé sus palabras, comprendí que, como él, yo también tenía mucho qué reprocharme. Desde el primer beso, me convertí en una traidora.
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