Media hora más tarde, bajé de nuevo las escaleras y le dije a papá que pasaría el día con Olive. Él no tendría problemas con quedarse solo. Si quería comer, solo debía que elegir un restaurant con servicio de delivery y le llevarían lo que pidiera. Lo habíamos hecho un montón de veces y nunca tuvo problemas.
Por suerte, el idiota de Cohen ya se había marchado y no tuve que ver su arrogante rostro una vez más.
—Espera, Audrey —pidió papá cuando me aproximé a la puerta de salida. Di media vuelta y lo enfrenté—. ¿Noah dijo la verdad con respecto a lo de anoche?
Mi corazón se agitó sobremanera. ¿Le decía la verdad? ¡No! Si lo hacía, tenía que admitir que me dejé besar por él dos veces.
—Sí, lo hizo —respondí de buen
Era de noche cuando volví a casa, las luces del pórtico estaban encendidas y también las de la sala. Respiré hondo y me preparé psicológicamente para encontrar a Noah junto a mi padre, pero el alivio me colmó cuando descubrí que me había equivocado.—Hola, muñeca. ¿Qué tal tu día con Oli? —preguntó papá como si nada hubiera pasado esa mañana.—Bien —respondí cortante. Todavía estaba enojada con él por nuestra discusión.—Audrey, mi amor. Odio esto, lo sabes. No me gusta que peleemos. —Su tono era de arrepentimiento, pero, a menos que me dijera la verdad, nada cambiaría.—Y yo odio que me mientas.—Pagaré las consecuencias entonces, porque tu seguridad es lo más importante para mí.—Ya no soy una niña, papá, pu
Fiel a su promesa, Noah no dejó de ir a casa ni un solo día. Contrario a ello, añadió más visitas inesperadas e inoportunas, que se extendían hasta medianoche. Mi padre estaba encantado con la compañía y me daba pena arrebatarle eso. Sin otra opción, comencé a ir a casa de Cris al terminar mi trabajo en el taller y volvía a casa a altas horas de la noche, esperando que él ya se hubiera marchado. De esa forma, trascurrió otro mes, cada día era peor que el otro, ya no lo soportaba y la única forma de liberarme de él sería diciéndole a mi padre que lo echara de casa y del taller y para ello debía admitir la verdad y no quería hacerlo, me avergonzaba admitirlo.Ese fin de semana, decidí ir a Holly´s para saludar a Olive. Nuestros horarios de trabajo pocas veces nos permitían vernos y esa sería la &uac
Guardé el teléfono en mi bolsillo y me quedé en el mismo punto, mirando hacia la densa oscuridad que cubría el fondo del bar. Bajé la cabeza a mis pies y liberé un profundo suspiro de derrota y decepción. Me desconocía, no comprendía cómo era posible que aquel sentimiento que latió por tantos años en mi corazón se hubiera diluido.—No deberías estar sola, es peligroso —susurró una voz masculina detrás de mí, una que no tardé en reconocer. Un escalofrío recorrió mis vértebras erizando mi piel y mi corazón se desbordó en latidos acelerados, cargados de temor—. Tranquila, Audrey. No te haré daño.—No, no lo harás. —Pisé su pie izquierdo con fuerza y moví mi brazo derecho, golpeando su mandíbula con mi codo. El hombre chilló de dolor, pe
Noah no se movió por varios minutos, no emitió ningún sonido; hasta que, finalmente, habló:—Muchas noches, más de las que quisiera admitir, me pregunté por qué lo hizo, qué hice mal, qué tenía él que no encontró en mí. Y ahora estoy aquí, dejando que me abraces, deseando que hagas más que eso, convirtiéndome en el hombre que he odiado por años. Es una puta ironía, Audrey. Lo que hacemos es incorrecto por muchas razones, pero lo peor de todo, lo que me envenena la sangre, es que estoy muy cerca de cruzar la maldita línea de no retorno y, de manera egoísta, reclamarte para mí. Te quiero mía, nunca más de él.Cuando asimilé sus palabras, comprendí que, como él, yo también tenía mucho qué reprocharme. Desde el primer beso, me convertí en una traidora.
Estaba tan distraída que no saludé a nadie de camino al Jeep en el que trabajaría esa tarde. Busqué mi caja de herramientas y elegí una llave 7/16 para ajustar los tornillos del ventilador, acoplándolo con el dámper. El fin de semana, había instalado el motor ya probado y la siguiente fase era armar el resto de las piezas. De vez en cuando, mientras trabajaba en el auto, escuchaba las risas de Alex por encima de la música, haciendo sus bromas usuales, y a Miguel, mandándolo a callar. De Noah no oí ni pío. Desde mi lugar, no podía ver qué estaba haciendo, y fue lo mejor.Al mediodía, salí del taller sin mirar atrás, no quería encontrarme a Noah ni por asomo. Conduje a casa y cociné espaguetis con salsa bolognesa; serví dos platos y comí con papá alrededor de la mesa. Hablamos como lo hacíamos siempre, de mi tr
Sin dar explicaciones, subí las escaleras y me encerré en mi habitación en busca de privacidad. Me senté en la cama con las piernas cruzadas y abrí el sobre que contenía la carta de mi novio. No olía a él ni a nada que pudiera recordármelo, pero era suya, y eso me hizo sonreír.Para mi reina preciosa. Hola, amor. Te extraño jodidamente mucho. Estoy desesperado por tenerte en mis brazos y cuento los minutos que me separan de ti, que cada vez son más. No sé cuánto más soporte lejos de ti y espero que tú también pienses en mí de la misma forma. Odio la idea de que las cosas sean distintas cuando vuelva. Odio la distancia que nos separa. Odio estar sin ti, mi reina. La misión no está cerca de terminar, pero cuento con ir en las próximas semanas a Estados Unidos para estar pegado a ti todos los días, cada seg
Noah me esperó en la entrada mientras me despedía de Olive. Ella, al verme, rodeó la barra y me llevó de la mano a una esquina apartada, como si fuera una niña pequeña que hizo una travesura y recibiría su castigo. Y sí, me porté mal ¿pero acaso ella lo sabía?—¿Qué crees que haces? —Su mirada y el tono de su voz fueron acusatorios.—¿De qué hablas?—No te hagas la tonta. Liam te vio con Noah cuando salió a fumar y me dijo que estaban cerca de tener sexo en cualquier momento. ¿No te da vergüenza?Mis mejillas se calentaron. ¡Claro que me daba vergüenza! No estaba pensando en nada cuando me lancé a los brazos de Noah. Pero no tenía tiempo de reprocharme nada, estaba más preocupada por lo que Liam haría con esa información.—¡Mierda! ¿A qui&
Después de eso, finalmente nos fuimos. Él en su auto y yo en el mío. Antes de partir, le dije que me siguiera, que había un lugar al que quería llevarlo. Un brillo extraño iluminó sus retinas ante mi petición, pero no iba por ahí la cosa. Él no se imaginaba lo que tenía planeado para los minutos próximos. Con los vidrios bajos, y la inconfundible voz de Demi Lovato cantando Give Your Heart A Break conduje hasta la intercesión entre Cottonwood Rd y Heritage Pkwy. Una vez ahí, detuve mi Honda y esperé que Noah detuviera su auto al lado del mío.—Prepárate, Cohen. Es hora de probar el viejo motor de tu Torino —dije con una sonrisa maliciosa. Él no tenía oportunidad alguna de ganar esa noche, por eso, aumenté la apuesta—. Si gano, tomaré tu turno de escuchar música e