Linda miró nuevamente el reloj, era la sexta vez que lo hacía en dos horas, diecinueve de febrero, era su cumpleaños número veintiocho y de nuevo estaba sola en casa, esperando por él, le había prometido estar con ella en esta fecha tan importante. Prometió; llamarla, llevarla a cenar y quedarse el resto de la noche con ella.Pero ya Marcus llevaba dos horas y media retrasado, Linda no quería creer que él faltaría a sus promesas (Una vez más), necesitaba confiar en Marcus, quería hacerlo, solo que esta vez todo le indicaba que él no llegaría, y eso estaba destrozándole el alma, evidentemente Marcus, no cumpliría con sus palabras. Marcus, era el amor de su vida, el hombre perfecto con el cual compartir el resto de sus días, era fuerte, atlético, cariñoso, atento, con hermosos rasgos que lo convertían en un hombre realmente atractivo, pero Marcus no era perfecto, tenía un defecto, y ese era su estado civil.Lo había conocido hacía ya ocho años, durante un viaje
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