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*Capítulo 2*

Marcus detuvo su auto frente al complejo de apartamentos, bajó de él y se encaminó a encontrarse con la que él sabía; una Linda enfurecida.

Sacó la llave y la introdujo en la puerta, al entrar se encaminó a la sala, encontró una copa hecha añicos contra la pared, una mesa puesta con velas, una botella de vino que navegaba en un recipiente con abundante agua, supo inmediatamente que había sido hielo, además en la mesa había también un pastel de cumpleaños.

Linda estaría furiosa y lo peor de todo es que tenía toda la razón; él había faltado a sus promesas. 

Se encaminó hacía la habitación y abrió la puerta con cuidado. Caminó sigilosamente hasta la cama, sobre ella estaba Linda completamente dormida, llevaba un hermoso vestido rojo y zapatos de tacón alto color plateados, su cabellos se habían salido de un hermoso moño, y su cara mostraba rasgos visibles de que ella había estado llorando, Marcus se dijo:

-¡Eres un canalla, Marcus!- de verdad amaba a aquella hermosa mujer

Con cuidado se sentó sobre la cama y comenzó a acariciarle el rostro, ella despertó sobresaltada por el contacto y lo miró ceñuda.

-¿Qué haces aquí? – exigió saber

-Lo siento tanto cariño – ella realmente odiaba cuando usaba ese tono, ¡estaba cansada de escucharle decir que lo sentía!

-No quiero oír explicaciones – se negó rotundamente.

-Linda, por favor- gimió.

-Vete de mi casa, vete y no vuelvas-. Se levantó y se fue al cuarto de baño. 

Se miró al espejo y observó que estaba horrible, se lavó la cara y los dientes, y decidió darse una ducha, así que se quitó el vestido, los tacones y terminó de soltar el moño, abrió una de las gavetas de la cual extrajo un paquete de toallitas desmaquilladoras, después de haber terminado esa tarea, entró en la ducha.

Estuvo allí aproximadamente veinte minutos, se cubrió con una bata de baño y se dirigió a abrir la puerta, debía desayunar algo, su estómago comenzaba a resentir la falta de alimento. Al salir no encontró a Marcus en la habitación, eso la enfureció y la desilusionó un poco, pensó que él se quedaría a rogar su perdón. Decidió ir a la cocina, y fue allí donde encontró a Marcus, quien ya le había preparado el desayuno.

-¿Qué haces aquí?, te dije que te marcharas.

-Sé lo que me dijiste Linda, pero no me iré. Debemos hablar.

-No tengo nada que conversar contigo.

-Sé que estas enojada y no puedo recriminártelo.

-Efectivamente- dijo cortante.

-Perdóname cariño, por favor.

-No te lo mereces.

-Lo sé, intenté venir cariño pero me fue imposible.

-Era mi cumpleaños. . . Diecinueve de febrero. . . ese siempre es mí día, sin importar lo que suceda, es mí día, debías estar conmigo, es el único día del año que me dedicas con exclusividad, es nuestro día para estar juntos. 

-Lo siento cariño, lo siento muchísimo – se acercó y la abrazó con fuerza -Te amo linda, estar contigo me hace feliz, tu indiferencia me mata, perdóname. – ella lloraba.

-Había preparado un pastel y una cena con vino; tu favorito. 

-Oh cariño. . . de verdad lo siento. . . ¿podrás perdonarme?

Ella levantó el rostro hacia él y lo besó; lo amaba irrazonablemente, él correspondió a su beso, el cual se fue volviendo más y más apasionado, más y más exigente.

-Te amo, Marcus - susurró

-Tú eres mi vida- respondió apasionadamente. -Deberíamos desayunar - sugirió él. Linda se retiró sonriendo pícaramente, le encantaba estar en brazos de Marcus, se sentía única, realmente protegida, sentía que ella podía llegar a ser lo más importante en su vida.

-Huele muy bien, cariño. 

-Y sabe mejor- le susurró al oído y ella rió alegremente, porque sabía que él no hablaba precisamente de comida.


Algunas horas más tarde se encontraban en la amplia cama; Linda descansaba su cabeza sobre el masculino pecho.

-¿Marcus? - demandó

-¿Si?- le respondió con voz lenta, indicación de que se quería dejar vencer por el sueño.

-¿Me amas?

-Más de lo que te imaginas- le besó ligeramente los labios.

-Entonces, ¿por qué después de ocho años aún seguimos en lo mismo? .

-Cariño, sé que quisieras. . . 

-No se trata de lo que yo quiera, sino de lo que tú quieras Marcus, quizás si quisieras estar conmigo realmente, ya te hubieses divorciado.

-No es tan fácil, nena. . . está el pequeño Marcus en medio.

-Lo sé, y por él he esperado tanto mi amor, pero Marcus ya ha crecido, no es ningún niño. . . es solo. . . que siento que merezco algo más que sólo ser tu amante, sueño con ser tu esposa.

-Y lo serás- declaró firme.

-¿Cuándo Marcus? – levanto la cabeza del masculino pecho, se le veía muy afligida, realmente se sentía muy triste y le miró directamente a los ojos.

-Muy pronto, cariño – respondió evasivo.

-Estoy cansada de esto, Marcus. . . llevo ocho años escuchando lo mismo.

-Solo debes tener paciencia.

-¿Cuánta más?, he sido muy paciente, he tolerado mucho. . . 

-Lo sé, lo sé, cariño. . . es una situación difícil, debes esperar.

-¡Estoy cansada de esperar Marcus!, llevó ocho años esperando, siento que se me está yendo la vida esperando. . . lo que es peor Marcus, siento que me hago vieja esperándote.

-No estás vieja nena. . . eres hermosa, joven, muy inteligente y además de eso te amo muchísimo

-¡Demuéstramelo!

-¿Con el divorcio? – indagó frunciendo el ceño.

-Eso me haría inmensamente feliz, pero podemos empezar por algo más fácil. . . 

-¿Cómo? – quiso saber

-¡Quiero un hijo! – Marcus permaneció observándola en silencio.

-Un hijo complicaría las cosas en este momento nena.

-¿Por qué?, no quiero seguir cuidándome, quiero un bebé Marcus, ¡tengo veintiocho años, deseo ser madre!, quiero un bebé tuyo y mío, quiero tenerlo a él cuando tú no estás, al menos quiero tener el consuelo de tener a mi hijo mientras tú te ausentas, de poder amarlo, cuidarlo, arrullarlo, de ocupar mi tiempo en él, dame un hijo Marcus. . . tengamos un hijo – él la observó largo rato en silencio, le gustaría un hijo de ellos ¡por supuesto que le gustaría!, pero. . . 

-No podemos nena, al menos no por ahora. – los ojos de Linda se añejaron en lágrimas – no amor mío, eso no, no llores por amor a Dios, sabes que me parte el alma verte llorar.

-No sé cómo te amo tanto y te odio en ocasiones, eres egoísta Marcus, me niegas un hijo, pero tampoco estas dispuesto a divorciarte para estar conmigo, ¡me haces infeliz! – Sollozó- tengo que conformarme con lo poco que tienes para mí.

-Sabias desde un principio que esto sería así. ¡Nunca te mentí!

-Si me mentiste. . . si me hubieses dicho desde el primer momento que eras casado, jamás hubiese dormido contigo, jamás me hubiese enamorado de ti.

-No me acuses Linda, ni te des golpes de pecho porque llevas ocho años sabiéndolo y sigues durmiendo conmigo y sigues enamorada de mí. - sentenció

-Eres un idiota Marcus . . . sabes que es porque tengo muchos sentimientos hacia ti.

-Y porque nos llevamos muy bien en la cama – aseguró cínico, estaba furioso por el comportamiento de Linda, ella lo miró atónita - no me mires así como si te ofendiera, sabes muy bien que te encanta que te haga el amor. 

-Pues tú también lo disfrutas mucho.

-Es lo que digo. . . si estamos bien hasta ahora, ¿Por qué querer alterar las cosas con un bebé?

-Sal de mi casa, Marcus. . . Sal de mi casa y no vuelvas. – se giró llorando y abrazó la almohada , Marcus estaba enfurecido, se acercó a tomarla del brazo – No me toques Marcus, vete, vete y déjame en paz.

-No me iré.

-¡No quiero escucharte, no quiero verte!

-¡Sabes muy bien que no puedes vivir sin mí!. . .

Escuchó movimientos en la habitación por varios minutos, luego una voz que comenzaba a mostrar arrepentimiento.

-¿De verdad quieres que me vaya? – ella no respondió, por lo tanto Marcus comprendió que no era una ira momentánea, Linda estaba realmente enfadada, así que sin decir más se marchó. 

Linda estaba muy dolida, triste y enfurecida, un terrible dolor atravesaba su pecho, no conocía al Marcus de aquel día; un hombre frio, cínico, cruel, sin sentimientos, que se había atrevido a ofenderla cuestionando su amor, después de ocho años viviendo a la sombra de otra mujer, siendo la amante, mientras él siempre juraba amarla, no creía pedir mucho. . . ¡Amor exclusivo para ella!, estaba cansada de ser la otra. 

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