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Todos los capítulos de La tristeza de sus ojos: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Cuarenta
AidenMe alejé del cuerpo hasta que mi espalda chocó la puerta. Me mantuve allí parado, pensando, todavía con ganas de llorar pero sin poder desahogar aquellas gotas que pedían salir. Mis ojos deparaban en mi madre y le rogaba a Dios que esto no estuviera pasándome ahora.Pero recordaba que su corazón no latía, que sus ojos entreabiertos seguían de la misma manera, las drogas en el suelo, la botella de alcohol... todo aquello era un golpe fuerte en la cara y el medio del pecho. Sentía un gran vacío en mí que nunca antes había llegado a sentir, ni siquiera cuando mamá me pegaba o me decía que hubiera sido mejor si yo no nacía.Me sequé la primera lágrima y respiré pesadamente por milésima vez. No sabía bien qué hacer primero, quería acercarme a ella, pero me daba terror hacerlo, me daba m
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Cuarenta y uno
AidenMe alejé del cuerpo hasta que mi espalda chocó la puerta. Me mantuve allí parado, pensando, todavía con ganas de llorar pero sin poder desahogar aquellas gotas que pedían salir. Mis ojos deparaban en mi madre y le rogaba a Dios que esto no estuviera pasándome ahora.Pero recordaba que su corazón no latía, que sus ojos entreabiertos seguían de la misma manera, las drogas en el suelo, la botella de alcohol... todo aquello era un golpe fuerte en la cara y el medio del pecho. Sentía un gran vacío en mí que nunca antes había llegado a sentir, ni siquiera cuando mamá me pegaba o me decía que hubiera sido mejor si yo no nacía.Me sequé la primera lágrima y respiré pesadamente por milésima vez. No sabía bien qué hacer primero, quería acercarme a ella, pero me daba terror hacerlo, me daba m
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Cuarenta y dos
EmmaLo vi meter la llave en la cerradura y luego abrir la puerta para permitirle primero el paso a los niños y a mí. Cuando cerró la puerta detrás de él se quedó observando la desordenada sala que habían dejado los policías y luego hizo un corto contacto de miradas conmigo.—Guarden algo de ropa en sus mochilas, chicos —ordenó Aiden y los pequeños asintieron con la cabeza y desaparecieron de la sala.No sabía cómo ellos se lo habían tomado, mucha charla no había podido tener con mi novio cuando salió de la sala en la que se metió para darle la noticia a los chicos, pero por cómo Cassie agachaba la mirada y tenía las mejillas rojas, me daba una idea. Nick, por otro lado, no parecía estar afectado, porque en el auto iba cantando tranquila y alegremente una canción que, según dijo, le ense&n
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Cuarenta y tres
EmmaAiden y yo volvíamos a casa sintiéndonos ambos más tranquilos. Él comenzaba a sentirse mejor corporalmente y en lo sentimental ya se había calmado un poco, no respiraba con dificultad, no levantaba la voz para rechazarme y no andaba inquieto. Me había costado un rato lograr que se tranquilizara, pero ese costo de tiempo había servido para ambos.—Esta noche mis padres tendrán una fiesta de la hija de unos amigos del trabajo de papá, y con mis hermanos no queremos ir, así que nos quedaremos en casa. Podríamos tú y yo ver una película en mi cuarto, protegiéndonos del frío y comiendo algo rico. Seguramente los niños querrán quedarse jugando con Katherine.Sonrió.—Suena bastante bien, Em.—¿Sí? Qué bueno. ¿Qué te gustaría comer hoy?—
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Cuarenta y cuatro
EmmaEstaba asustada, no lo iba a negar, esto era tremendamente nuevo para mí, y no sabía exactamente qué era lo que tenía que hacer, pero dejé que las cosas siguieran su curso y me fui dejando llevar por el deseo que tenía hacia Aiden, a pesar de tener las manos totalmente temblorosas y el corazón latiéndome a mil por segundo.Jamás había dejado que nadie me viera desnuda, salvo por mis padres cuando era solo una pequeña, y ahora ya le había dado el sí a mi novio para que me tocara, para que me hiciera suya. Siempre tuve inseguridades con mi cuerpo, siempre sentí que no tenía todo lo que a los chicos les podía gustar. Por ejemplo, varias veces, en los ratos libres en el colegio, llegaba a escuchar cuál es el estereotipo de mujer que a los chicos les gusta, y claramente eso implica tener mucho culo y muchas tetas, algo que yo casi no t
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Cuarenta y cinco
AidenMe quedé con Emma en su habitación hasta las once de la noche, le dije que me sentía cansado y que quería irme a dormir. Era verdad, me sentía cansado, pero no podía ir a intentar conciliar el sueño, porque en tan solo una hora tenía que ir a mi encuentro con Charles.Esperé hasta las once y media en mi habitación asignada, estaba listo para salir, me había abrigado, cerciorado de que los niños durmieran tranquilamente en el cuarto de Kate y que Emma también estuviera rendida, hundida en algún sueño.Salí de la casa a hurtadillas, y me llevé la llave para luego poder entrar. Si Emma se daba cuenta de mi escapada luego me haría miles de preguntas, por lo cual decidí inventarme algo por si el caso llegara a darse. No quería mentirle en la cara si llegaba a indagar, mucho menos después de que ella
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Cuarenta y seis
EmmaDesperté en mitad de la noche algo destapada y con frío. Me tapé perezosamente con las mantas y cerré los ojos para dormir, acomodándome del lado izquierdo de mi cuerpo, pero el sonido fuerte de un trueno me sobresaltó un poco y, también, me hizo acordarme que hoy no dormía sola en mi cama. Aiden era mi acompañante en esta noche de lluvia fuerte, y me preocupé un poco cuando intenté buscarlo con mi mano a mi costado y no lo encontré.La luz de un refucilo alumbró parte de mi habitación y me dejó ver a Aiden sentado en el borde de la cama, dándome la espalda y, al parecer, cubriéndose la cara con sus manos. Me senté lentamente y lo observé desde la oscuridad, sin hacer ningún tipo de ruido.Principalmente no sabía bien qué tenía que hacer. Seguramente él estaba llorando, y la
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Cuarenta y siete
EmmaLos días junto a Aiden eran de lo más raros. Desde que perdió a su madre ya no era el mismo chico que conocía, y está bien, entendía que él había sufrido posiblemente el golpe más doloroso de su vida, pero cuando cruzábamos miradas, una sensación rara me recorría el cuerpo entero. Intenté que nos sentáramos a hablar en varias ocasiones, pero Aiden no parecía querer ceder y me terminaba aclarando que no tenía ganas de charlas o simplemente me evitaba y me dejaba con las palabras en la boca.¿Cómo iba a poder ayudarlo si él no me dejaba hacerlo? Yo no podía hacer magia, no tenía una varita mágica escondida en mi pantalón, pero vaya que sí necesitaba una con ese chico. Mis padres también empezaban a notar esa rareza cada que veían a Aiden y, aunque no me lo dijeron person
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Cuarenta y ocho
AidenEstaba perdido. Todo se había ido al carajo.Miré por la ventanilla del auto: conocía el camino a la comisaría, y no quedaba mucho para llegar.Me sentía nervioso pero sobre todo, me sentía derrotado. Sabía que esta sería la golpiza más fuerte que tendría que afrontar, y no estaba seguro de si saldría vivo de ello. Si me quitaban a mis hermanos por esto, no iba a vivir más para soportarlo. Me suicidaría.Odiaba a Emma por ser tan estúpida por meterse en ese asqueroso lugar. ¿Cómo es que no tuvo ni un poco de consciencia? A simple vista, ya sea cerca o lejos, se notaba que ese callejón no era sano. Sé que estaba enojada, que la consumió la rabia de verme hacer lo que hacía, pero qué estúpida fue. Por querer protegerla, ahora tenía graves consecuencias en mi vida.La od
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Cuarenta y nueve
EmmaCuatro noches casi sin poder dormir. Cuatro noches llorando. Cuatro noches sin saber nada de él.Era impresionante la manera en la que ese chico se había colado en mi mente. Pensaba en lo que seguro estaba pasando y se me partía el corazón y las lágrimas se acumulaban automáticamente en mis ojos.El día en que todo pasó, después de que mi padre llevara a Aiden y sus hermanos a su departamento, me senté a un lado de la cama a llorar. Mamá me oyó y se sentó a un lado de mí para abrazarme fuerte y decirme que todo estaría bien. Me dolía tanto que en su momento me pareció absurdo que me dijera aquello, pero eran palabras de una madre con experiencia en este tipo de situaciones y eran palabras que, fueran tontas o no, necesitaba oír.—Sé lo mucho que te duele, a mí también me rompieron el
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