CAPÍTULO 9. TE EXTRAÑÉ
Los antebrazos de Leo rodeaban su abdomen, sosteniéndola, y Mía dejó caer atrás la cabeza con un gesto de dolor.—¿Qué me hiciste? —reclamó.—Yo nada, pero el choque te lastimó —murmuró él, apoyando la mejilla contra su cabello con preocupación.—¡Pero no me había sentido nada!—Es el golpe de adrenalina, yo estoy igual —confesó y Mía arrugó el entrecejo, recordando vagamente que había visto una mancha oscura, enorme, en el costado de Leo.—Tú también estás lastimado… —dijo intentando darse la vuelta pero él no se lo permitió.—Vamos a dejar así las cosas. Es mejor que descanses. ¿De acuerdo?No, no estaba de acuerdo, pero Mía no se sentía con fuerzas para protestar. Quizás fuera cier
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