CAPÍTULO 17. DEBISTE SER...
—Mía…—¡Dilo! —exigió ella, levantándose un poco para buscar su boca y se mantuvo allí, completamente abrazada a él, mirándolo a los ojos y gimiendo a medida que bajaba—. Por favor… ¡dilo!—Lo… ¡ahahah…! ¡Lo entiendo! —gruñó Leo sintiendo cómo la invadía completamente.Por un segundo se quedaron paralizados, jadeando, besándose, sintiendo por completo la magnitud de estar allí, uno dentro del otro, en aquella fantasía perfecta que tantas veces había parecido imposible.—¡Leo…! —lo llamó Mía, comenzando a moverse lentamente.—Shshshshsh —él la calló con un beso y la encerró en un abrazo hermético antes de que todo se descontrolara de una buena vez.Habían esperado demasiado,
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