El tiempo siguió pasando y, cuando los meses designados para esas largas vacaciones llegaron a su fin, María debió enfrentar al fin la realidad.—¿Volverás a Monterrey? —cuestionó Sofía cuando, en el aeropuerto, despedía a su cuidadora provisional y su gran amiga.María negó con la cabeza, las despedidas le dolían, así que, ahora que era más consciente de sus emociones y sus detonantes, debía esforzarse mucho más para no terminar llorando por cualquier cosa.» Entiendo —aseguró la mujer mayor, tomando la mano de la chica que le sonreía a punto del llanto—. Deseo que todo vaya bien en tu camino, y que tu corazón sane pronto; pero, mi deseo más ferviente es que no pierdas de nuevo tu celular, porque no te sabes ningún número además del de tu mamá, y ella no tiene el mío.Mari sonrió al fin, empujando con sus mejillas las lágrimas en sus ojos.» No dejes de contactarme —pidió Sofía, liberando las manos de la joven que la veía, tal vez, por última vez—, y cuídate mucho, preciosa. Busca se
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