CAPÍTULO 46

El fin de semana se terminó y, contrario a su costumbre y ganas, muy tempranito María conducía de regreso a la ciudad en que residía en la actualidad.

La escritora había pasado un fin de semana muy agradable, tanto que pudo olvidarse a ratos de la razón que la había llevado a su ciudad natal. Pero, aunque le gustaría que sí, ella no podía establecerse en la comodidad, porque eso la hacía tomar decisiones que, por parecer fáciles, terminaban siendo siempre las equivocadas.

Y es que claro que sería mucho más económico para ella volver a su ciudad, mucho más si regresaba a la casa de su madre; pero María Aragall estaba acostumbrada a hacer las cosas a su manera, sin rendirle demasiadas cuentas a nadie, por eso, aunque sabía qué seguro se amoldaría a la forma de vida con sus padres, ella prefería mantenerse en su apacible independencia.

Lo primero que Mari hizo, tras entrar en su piso, fue abrir las ventanas y las puertas del balcón y del patio. Los espacios amplios eran lo suyo, pero est
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