CAPÍTULO 49

—Parece que solo queríamos vernos —dijo de pronto María, tras haber estado en completo silencio por un buen rato al lado del hombre con que se había reencontrado recién.

—Yo no solo quería verte —aseguró Marcos, acariciando con su pulgar el dorso de una mano que no quería soltar—, pero, ahora que te veo, no sé ni por dónde empezar a disculparme contigo. Te hice mucho daño..., por idiota.

María le miró con una sonrisa en la cara, esa disculpa le hacía mucho más bien del que había pensado que le haría.

—Tuvimos mala suerte —excusó la joven, zafando su mano del agarre del otro y recogiéndola frente a su cuerpo, donde la cubrió con su otra mano—, no era nuestro destino y, por comer ansias, terminamos algo heridos.

—¿De verdad piensas que no era nuestro destino? —cuestionó Marcos, dolido por el doble rechazo: físico y emocional.

—Lo creo —concedió María—. Si estar juntos hubiera sido nuestro destino, ella no se habría aparecido justo en ese momento, tampoco yo habría tenido que regresar a
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