CAPÍTULO 48

María llegó a Galerías y, justo en la entrada a una plaza comercial que, a diferencia de su cartera, ella disfrutaba mucho recorrer, la joven se preguntó qué rayos estaba haciendo.

Y es que María Aragall no podía más con los nervios, estaba segura de que su estómago le jugaría una mala pasada en cualquier momento; y se arrepintió mucho más de haber caminado hasta ahí justo en el momento en que vio el enorme lugar, que era su destino compartido con alguien con quien no debería compartir nada más, a un paso de distancia.

» No puedo hacer esto —dijo para sí misma y se dio la vuelta para regresar sus pasos por donde había llegado, pero, justo en ese momento, Marcos la alcanzó a ver desde un taxi de sitio que necesitaba andar un buen tramo antes de dar la vuelta y regresar al punto que tenía justo enfrente.

El hombre, desesperado, tiró un par de billetes al taxista y se bajó del automóvil que lo llevaba, aprovechando que el semáforo estaba en rojo en alguna parte, pues la larga fila de aut
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