—¿Mamá?—¿Qué pasa, cariño? —pregunto esperando lo peor, porque así son las cosas desde hace cinco años. La voz de mi niña es suave como la arena; delicada y algo quebrada. —¿Puedes bajar un momento?Antes de que terminara de preguntar, yo ya estaba a mitad de las escaleras.—¿Todo bien?—Sí, pero me siento algo mareada.—¿Quieres tomar aire fresco? Eso siempre te ayuda.—¿Podemos ir al hospital?Nada anda bien. Luz es enemiga de ir al médico a menos que la situación la rebase, y digo esto a mera intuición, que en otras ocasiones ha sido rebasada, y si acabamos en el hospital, es por culpa mía, no de ella. Menos de Martín, que en su afán de manten
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