—¿Qué les pasa?—¿A quiénes, cariño?—A ustedes. Papá y tú están muy raros últimamente. Es por mi culpa, ¿verdad?Sospecho que Luz escuchó el crujido de mi corazón, por eso me regala una caricia en la mejilla y me ve con esos ojos que pronto, según los doctores, cerrarán para siempre. ¿Cómo le haré para seguir adelante?, si al imaginarla muerta se me parte el alma. ¿Para qué continuar?, si desde hace cinco años esto ya no es vida.—Arreglen sus cosas, por favor. Es lo único que les pido. No me quiero ir sabiendo que fui la causante de su divorcio.—No digas eso, corazón. Los dos estamos muy nerviosos por todo lo que está pasando, pero no vamos a divorciarnos. Y tú no vas a irte a ningún lado.
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