Abrió sus ojos lentamente y los volvió a cerrar, pues el ardor le hacía estragos. Apenas pudo mover sus manos para frotarlos. Los volvió a abrir y tenía la vista borrosa, de a poquito pudo ver de forma clara. Se incorporó de golpe al encontrarse en una habitación desconocida. Estaba un poco oscura, debido a que las luces se encontraban apagadas y cortinas negras cubrían las ventanas. La cama era amplia y cómoda, con sábanas rojas y varias almohadas. Había un clóset de madera fina cerrado, un gavetero con un gran espejo, una mesita de noche y un pequeño sofá rojo. La habitación no era grande, pero sí acogedora. Tenía cuadros pinturas de hermosos y exóticos paisajes sobre la blanca pared; asimismo aquella habitación estaba inundada de un delicioso y fresco aroma que ella no conocía, más era agradable y relajante. Casi grita al verse co
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