Todos los capítulos de Mundo Paralelo 1: Destello y la Tierra: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo 10
El príncipe recibió una notificación y sacó su dispositivo. Frunció el cejo al leer el mensaje. —¿Pasa algo? —Bruno lo abordó. Él siempre había sido su mano derecha y su mejor amigo. El chico se destacaba en el manejo de todo tipo de armas incluyendo su creación. Era respetado por todos y amado por las féminas. Se podría describir como un chico alto y fuerte, con cabello rizado oscuro, piel color chocolate y ojos verdes. Todo un espectáculo a la vista que hacía suspirar y llorar a más de una, puesto que el moreno no dejaba pasar un ligue y nunca tomaba a nadie en serio. Reparó en el rostro casi inexpresivo del príncipe y si no lo conociera tan bien, no habría notado que algo le preocupaba. —Búho me mandó toda la información que colectó —respondió con desdén.&nb
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Capítulo 11
 —¡Qué dolor de cabeza! —se quejó en voz alta. Alguien entró a su oficina—. ¡A ti te quería ver, Lidia! —gritó eufórica—. ¿Cómo te atreviste a inventar ese rumor? —Te dije que un chisme se acaba con otro chisme. —Sonrió airosa—. Ahora todos hablan sobre ti y Marcos. Deberías agradecerme. —¡Ahhhh! —Se agarró los cabellos del coraje—. ¡¿Debería agradecerte?! Todos hablan de esa dichosa relación, incluso mi je... —Hizo silencio. —¿Incluso...? —Lidia repitió esperando que completara la frase. —¡Olvídalo!  —No te enojes. Solo será por un tiempo, luego surgirá algo nuevo que los hará olvidar el asunto. —¡No es solo eso!  No
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Capítulo 12
Leela se puso de pie con gran esfuerzo, pues la herida de su brazo dolía hasta quitarle la respiración. Empezó a deshacerse de la bata que el príncipe le envío la noche anterior para darse un baño reconfortante. Ese era el segundo día en la casa de su arrogante amor platónico. Ya se sentía mejor, pero esa herida le hacía estragos. Soltó su cabello, puesto que tenía mucho que no lo lavaba y de repente la puerta se abrió, Leela quedó petrificada al ver la cara del príncipe roja como un tomate. Él no pudo evitar recorrerla con la mirada por unos segundos. —¡¿Qué no sabe tocar?! —reprochó cubriéndose con lo primero que agarró de la cama. Él cerró la puerta tras sí sin decir palabras, pudo escuchar a Leela desde afuera echando pestes, pero él estaba demasiado ensimismado para responder
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Capítulo 13
 —¡Ah! —Leela se quejó secando el sudor de su frente—. Admítalo, se está vengando por la ofensa del otro día —acusó hastiada, provocando que el príncipe explote de la risa—. ¡Y se atreve a reírse!  —Ja, ja, ja, ja… —Jing no podía parar, las lágrimas salían de sus ojos mientras que Leela cruzó los brazos enojada—. Para que veas lo cortés que soy, te voy a dar una hora de descanso para que almuerces. —¡En serio! —gritó emocionada, ya que solo contaba con diez minutos para desayunar, quince para almorzar y diez para cenar. Luego entrenaban hasta tarde y dormían siete horas. —Vamos —le indicó. Ella lo siguió, se sentaron bajo un árbol y sacaron comida de una canasta. Jing sonrió al verla comer con tantas ansias—.
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Capítulo 14
 Después de lo sucedido, el comportamiento del príncipe cambió a frío e indiferente. Leela interpretó su arrebato como un sentimiento de lástima y pesar. No quería tener falsas esperanzas ni ilusionarse con un imposible. Siguieron sus entrenamientos como de costumbre, solo que recuperar la confianza y compañerismo que habían cultivado esos días antes de aquel beso, fue muy difícil. —¡Concéntrate! —Escuchaba la voz del príncipe en algún lugar. Ya hacían varios días que practicaban el mismo entrenamiento y, aunque había mejorado a diferencia del principio, todavía no lo dominaba.Tenía los ojos vendados y estaba vestida con una ropa especial que llevaba el triple de su peso. Al principio, no podía moverse, pero ahora le era fácil utilizar sus técnicas sin perder flexibilidad. La idea era per
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Capítulo 15
Había pasado una semana desde el incidente con el gato, por lo que Nora decidió retomar su rutina. Pese a que su jefe le insistió para que se tomara unos días más, ella quiso volver a su trabajo, puesto que sus manos estaban mucho mejor. —¿Algún chisme nuevo? —preguntó a Lidia quien la siguió hasta la oficina. —¿Cómo lo supiste? —respondió con otra pregunta casi saltando de la emoción, ya que el chisme era su pasatiempo favorito. —No creo que me hayas seguido hasta aquí por lo mucho que me extrañaste —dijo con ironía, mientras se tiraba sobre su silla reclinable. —¿Cómo puedes pensar eso de mí? —Se hizo la ofendida—. Vine para saber cómo estás y por supuesto, aprovechar para darte la última bomba. —Unjú
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Capítulo 16
 —Leela... Leela...  —La voz era como un susurro—. Estaba sola en una planicie alumbrada con la luz del cielo, pero no era el sol. Podía ver las estrellas y una luna ostentosa y amarilla, acompañadas de aquella luz brillante rodeada de diferentes colores, como si danzara con un arcoíris. De repente, un resplandor la envolvió, dentro de este, luces de colores y chispas amarillas se movían a su alrededor. En el centro había como una bombilla, al menos eso creía que era, porque era la fuente de aquella luz brillante—. Leela… —Escuchaba un poco más claro y mientras más se adentraba en el resplandor, más evidente era la voz, que dejó de ser una sola para convertirse en el murmullo de varias personas. Era confuso y difícil de entender lo que decían. —Tres tiempos. —Creyó haber escuchado, ya que todos hablaban a la par&mda
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Capítulo 17
Después de desayunar, Leela se preparó para regresar al campamento. Salió a observar el hermoso patio por última vez. Todos los momentos vividos allí con el príncipe en esas tres semanas, inundaron su mente haciéndola reír como tonta. —¿Me esperas? —Salió de su ensoñación al escuchar esa voz que estremecía todo su ser—. Debo hacer algo antes de ir al campamento.  —Prefiero irme por mi cuenta —expresó con frialdad—. Debo ir a casa antes de unirme al entrenamiento. Además, necesito ponerme una ropa que se adecúe más a mí—dijo mirando las anchas prendas. —Tienes razón. —La miró divertido—. Pareces una abuelita con esa ropa nada atractiva. —Jing se burló y ella bufó—. Entonces, nos vemos en el campamento. —Se le ace
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Capítulo 18
Ese día había llovido con furia, por lo tanto, el atardecer estaba oscuro gracias a las nubes. Las calles eran mojadas por las pequeñas gotas que aún caían, aunque la fuerte lluvia ya había cesado.Una joven vestida de blanco y dorado se paró frente al palacio y entregó una carta a los guardias. Ellos examinaron la carta y después de recorrerla con una mirada morbosa, la dejaron pasar. La joven estaba ceñida con un top que apretaba su pecho marcando un llamativo escote. La prenda era ajustada,  haciendo juego con su falda blanca y transparente, que cubría sus piernas hasta los tobillos. Su cabello estaba cubierto, al igual que su rostro, por un turbante blanco con dorado ocultando también los pendientes y gargantillas de oro, pero no su exuberante juego de pulseras y anillo. Calzaba unas diminutas zapatillas doradas y llevaba un maquillaje sensual, claro, solo se podían apreci
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Capítulo 19
Los rebeldes encendieron luces alrededor y en la entrada de la aldea. Aquel pequeño pueblo, estaba rodeado por un gran bosque alejándolos de una menuda y anticuada ciudad que era donde estaban los chicos hospedados. Todos los aldeanos estaban acorralados por una gran multitud de aquellos temidos guerreros. No solo eran crueles y despiadados, también vestían de una forma bestial que asustaba el tan solo mirarlos. Decorados por huesos y clavos entre sus narices y orejas, exagerados tatuajes y pintura sobre sus rostros. Estaban armados hasta los dientes y sus miradas transmitían maldad pura. —¡Pongan a las mujeres y niños aparte! —gritó un gigantón de cabello negro y largo, con una exuberante barba. Tenía una pulsera enorme con púas y ropa de acero. Su mirada era cruel y su voz áspera e intensa como trueno—. Mataremos a los hombres y a las viejas, nos gozaremos a todas
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