42. VEN CONMIGO
Dominic se tomó demasiado tiempo en girarse y enfrentarla, de modo que Max recogió las palabras que no salían de su boca y se dispuso a darle la aclaración precisa. No estaba en su ánimo ni en su capacidad comprender que su amigo estuviera poniendo en peligro no sólo su cargo en el Concejo sino también su vida y su amistad, rompiendo reglas instituidas desde hacía siglos. Porque algo era seguro: si Dominic persistía en mantener con la muchacha aquel tipo de lazo, sería condenado por eso y a nadie más que a Max, como su Segundo, le encomendarían la tarea de cazarlo y castigarlo.— ¿De veras quieres saber lo que está pasando? — la retó rodeando el cuerpo de Comandante para acercarse a ella — Muy bien, yo te voy a poner los pies en la tierra. Ya sabes que somos cazadores, eso está bien para empezar, pero somos más que cazadores: somos asesinos.
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