Christopher quería explotar, estaba muy enojado, confundido, se sintió traicionado, pero al mismo tiempo no sabía en qué podía confiar. — Christopher, antes de que lo intentes, debes calmarte, no quiero que vayas a hacer un escándalo, si Noah te escucha, es capaz de asesinarte, por qué un escándalo de estos sería capaz de hacer que el casino hasta cierre por qué a los clientes no les gustan los escándalos, por eso, él podría matarte — le dijo Tyler a Christopher a modo de susurro con la esperanza de que Noah no pudiera escucharles.Sin embargo, el oído de vampiro de Noah era muchísimo más potente de lo que cualquier vampiro podría desear tener, y desde dónde estaba escondido, Noah les había estado escuchando la conversación a Tyler y a Christopher con muchísima claridad, tanto así que, no dudo un segundo en querer salir de su escondite para acercarse hasta el bar y dar la sorpresa de que él ahora estaba muy enojado con los dos.Christopher y Tyler se han quedado callados al ver como
El casino de Hollywood ha abierto sus puertas esa noche dejando que Christopher entre en el lugar, está listo para dar inicio a una noche de ganancias, pues su rival, Noah, está adentro con sus secuaces en espera de que la noche comience para ver quién de los dos saldría de allí siendo el ganador. Christopher bajo del taxi, abrió sus ojos con ansias y se acercó hasta la puerta del casino, el portero, un hombre de unos 40 años y un aspecto demasiado rudo, le recibió.— ¿Nombre y edad? — dice el hombre sonando rudo mientras que con su mano golpea levemente el pecho de Chris impidiéndole entrar en el casino sin su permiso.— Christopher Evans, 20 años — le responde Chris con firmeza, sin miedo, porque no estaba mintiendo, ni entrando al casino de manera ilegal. — Adelante, el jefe está esperándolo adentro — dice el guardaespaldas.— Gracias — responde Christopher, y entra con una sonrisa de victoria en su rostro al casino.El casino era un lugar bastante grande, tenía todos los juegos
Jugaron 5 partidas de poker, al final, Noah terminó venciendo a Christopher, y él lo único que tuvo que pagar fueron 50 dólares que, menos mal, tenía en su billetera porque su padre aquella mañana él había dado los 200 dólares de su mesada.— Vamos a jugar a los dardos ¿Sabes jugarlos, no? — dice Noah.— Si, sé cómo jugarlo — responde Christopher seguro de sí mismo. Noah y Christopher se ponen de pie de sus butacas, dejan las cartas de poker sobre la mesa, y caminan juntos hasta llegar al puesto del juego de los dardos. Ellos vuelven a sentarse en un par de butacas, y entonces, Noah coge los dardos, los agita con sus manos por un par de minutos, y los tira a la mesa en espera del resultado. La partida de dardos comienza, y Christopher tiene la mala suerte de su lado, pues no le acerta a ninguna de las 5 partidas que jugaron. — Carajo, Christopher, ¿Qué te pasa esta noche? ¿Por qué estás perdiendo en todo? ¿En dónde tienes la cabeza puesta hoy, ¿Hermano? — le pregunta Noah incrédul
En aquella habitación oscura, los guardaespaldas fortachones de Noah le obligaron a Christopher a ponerse de rodillas en el suelo con la mirada baja. Noah estaba de frente suyo, Christopher pudo reconocer sus tenis rojos.— Suéltame Noah, ya te di $1,400 dólares, no sé qué más quieres que te pague — le dice Cbristopher sin manera de mirarle a los ojos porque uno de los guardaespaldas tenía su mano apoyada con fuerza en su cabeza.— No te hagas el tonto, yo sé quién es tu familia, yo sé de qué empresa es dueño tu padre, y yo sé de qué empresa es dueña tu madre, así cómo también sé cuánta cantidad de dinero tienen tus padres en sus cuentas bancarias — dice Noah con voz ambiciosa.— ¿Qué es lo que quieres? — le vuelve a prrguntar Christopher.— Diez mil millones de dólares, los quiero en mi cuenta de banco para el viernes, o si no… — dice Noah.— O si no, ¿Qué? — pregunta Christopher sin ganas de saber.— Tendrás que venderme la virginidas de tu hermana — responde Noah con perversión.C
— De acuerdo, me quedaré un rato con ustedes sólo porque no quiero tener que llegar a quedarme sólo en casa — dice Christopher con una sonrisa. — ¡Genial! Vamos a comer, pero en mi habitación, Melany y yo estamos en guerra, estamos jugando Mario Kart en la nintendo switch que me regaló mi papá el fin de semana, por eso hicimos la pijamada, vente, vamos a jugar, ella ya perdió esta carrera, ahora, te toca competir a ti contra mí, las reglas son sencillas; el que pierde pasa el control, ¿Estás de acuerdo? — le dice Melany con emoción. — Si, de acuerdo, vamos, en ese juego al menos te podré ganar — dice Christopher tratando de no sonar resignado, y preocupado por lo que pasó en el bar. Samantha le miró, tratando de comprender a que se refería su hermano con aquel comentario, pero no le encontró lógica, y en lugar de preguntarle acerca de qué le pasaba, prefirió ignorarlo, e irse caminando detrás de él y de Melany para no arruinar una noche tan divertida como lo estaba siendo aquella.
A la mañana siguiente, así como ella lo prometió, Samantha llegó a casa a eso de las 11:00 de la mañana, ella quiso quedarse para almorzar sólo porque su mejor amiga le había prometido que prepararían la lasaña que a ella tanto le gustaba, se le había echo agua la boca al escucharlo, pero se excusó con Melany diciéndole que le había prometido a su hermano llegar a casa temprano para hablar con él porque este se lo había pedido. Cuando llegó a casa, Samantha dejó su mochila en el sillón para que Sara, su sirvienta, se encargara de desamepacarla y llevar a lavar la ropa que había usado ella por el día anterior, mientras que Samantha se marchó de camino a buscar la habitación de su hermano. Samantha llega hasta la habitación de su hermano, se encuentra con la puerta cerrada y decide tocar, no tuvo que esperar mucho, porque apenas ella tocó, su hermano le abrió, le dejó pasar, y cerró la puerta al instante para tener privacidad. — Hola, aquí estoy, tal como te lo prometí ayer, ¿De qué
Durante toda la noche, Samantha no concilió el sueño, cuando se acostó sobre la cama, se sintió como si se le hubiera subido el muerto; su cuerpo se quedo paralizado bajo sus sábanas, sin embargo, ella podía respirar con total normalidad, también podía mirar a su alrededor, no, no se el había subido el muerto, no había sufrido de parálisis del sueño, simplemente, su mirada se había quedado hipnotizada en el techo de su habitación. Las palabras de su hermano le seguían sonando en la cabeza, ella esperaba llegar a ser virgen hasta el matrimonio, sus padres también se lo habían exigido porque así mismo lo había hecho su madre antes de casarse con su padre, pues según ella, si así lo hacía, su luna de miel sería más especial que nunca, y su primer embarazo sería completamente puro. Y aunque ella se había dejado llenar la cabeza de su madre con aquellas tonterías, así lo ansiaba hacer, ella quería seguir el consejo de sus padres, pero no sabía que hacer desde que habló con su hermano en
Noah llega a la mansión de Christopher y de Samantha, menos mal que el árbol en el que había caído al final de la calle, este fue justo él que él necesitó para él poder tener una visión perfecta de todo lo que había dentro de la habitación de Samantha. Así hiciera calor, así hiciera frío, Samantha dejaba la ventana abierta, no de par en par, pero si al menos la subía un poco hasta la mitad de su distancia porque le gustaba sentir el aire fresco, y más le gustaba sentir el aire fresco de la noche porque este era perfecto para dejarle dormir cómoda toda una noche entera. Samantha había llegado a su habitación, se había tomado la mitad de su vaso de leche caliente, y le había dejado encima de su mesita de noche a un lado de la lámpara que ella ha encendido, por un momento, aunque el clima estuviese poniéndose muy frío por la lluvia que estaba por caer, ella no pensó en que su cuerpo se pondría como si ella se hubiera metido dentro de un horno microhondas recién calentado. Todo su cue