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A la mañana siguiente, así como ella lo prometió, Samantha llegó a casa a eso de las 11:00 de la mañana, ella quiso quedarse para almorzar sólo porque su mejor amiga le había prometido que prepararían la lasaña que a ella tanto le gustaba, se le había echo agua la boca al escucharlo, pero se excusó con Melany diciéndole que le había prometido a su hermano llegar a casa temprano para hablar con él porque este se lo había pedido. 

Cuando llegó a casa, Samantha dejó su mochila en el sillón para que Sara, su sirvienta, se encargara de desamepacarla y llevar a lavar la ropa que había usado ella por el día anterior, mientras que Samantha se marchó de camino a buscar la habitación de su hermano. 

Samantha llega hasta la habitación de su hermano, se encuentra con la puerta cerrada y decide tocar, no tuvo que esperar mucho, porque apenas ella tocó, su hermano le abrió, le dejó pasar, y cerró la puerta al instante para tener privacidad. 

— Hola, aquí estoy, tal como te lo prometí ayer, ¿De qué querías hablar conmigo? — le dice Samantha al mismo tiempo que se acerca hasta la silla gamer azul que tiene su hermano en su escritorio y se sienta en ella. 

— Hola, bueno, la verdad no sé cómo ni por dónde empezar… — comienza a decir él a la misma vez que se acerca a su cama y se sienta en la orilla de esta. 

Christopher estaba completamente nervioso porque no estaba seguro de saber si Samantha, después de contarle todo, estaría dispuesta a entregar lo más valioso que tenía ella como mujer a un hombre al que no conocía, y que no estaba segura de saber si al menos le gustaría como para hacerle aquel favor. 

— Ya Christopher, ve directo al grano, sabes que no me gusta cuando se andan de rodeos  dice ella. 

“— Si, ya, lo siento, está bien, iré al grano, ¿Estarías dispuesta a perder tu virginidad con alguien a cambio de ayudarme a pagar una deuda que tengo? — dice Christopher. 

Pero apenas habló, cerró los ojos con fuerza como si aquello le fuera a ayudar a no ver la reacción de su hermana. 

— ¿¡Qué!? ¿¡De qué m****a me estás hablando Christopher!? ¿¡Cómo qué perder la virginidad con alguien por una deuda!? ¿¡En qué maldito lío te metiste ahora? — le grita su hermana furiosa.

— Shh, cállate que Sara puede oírnos y ya sabes que ella le cuenta todo a nuestros padres — le dice Christopher. 

 —Si, si que nos oiga, no me importa, tú eres el que estás metido en problemas, yo no, y me quieres usar para salir de ellos — grita ella. 

— ¡Qué te calles! mamá y papá no pueden saber en el lío en el que estoy metido, si consigo trabajo para pagar esa deuda que debo en el casino, llegaré a los 80 años y no la habré terminado de pagar, sólo tengo muy pocas opciones, que gane la lotería de la noche a la mañana, que le pida dinero a nuestros padres y yo termine yendo a terapia de rehabilitación, o que tu me ayudes acostándote con este tipo, te prometo que no vuelvo a ir a apostar a ese casino, y se acabó el problema — dice él. 

— Christopher, cómo fuiste capaz de aceptar vender mi virginidad a un desconocido? tú bien sabes que tengo que conservarme virgen hasta el matrimonio, por algo ni novio tengo para no caer en la tentación, y ahora, tú me sales con esto — dice ella decepcionada de su hermano. 

 — Si, ya sé que mis padres te tienen al regimen con ese tema, pero vamos, este tipo del que te hablo es bastante atractivo, y se ve que puede ser bueno en la cama, la cosa es que no más digas que si quieres, y yo hablo con él para planear la cita, te juro que será una noche que nunca olvidarás, y que después de esto, haré todo lo que tu quieras por el resto de la vida, ¿Me ayudarás? — le dice Christopher. 

— Christopher, estás jugando con mi virginidad, no lo sé, no estoy segura de querer hacerlo… — dice ella sonando no muy convencida ante la idea. 

— Por favor, piénsalo bien, esto es de vida o muerte, tenemos hasta el viernes para hacerlo — dice él. 

—Bien, lo pensaré… —dice ella resignada. 

— Gracias hermanita, de verdad si dices que sí, no sé cómo le haré para pagarte este enorme favor — dice él. 

Christopher se acerca a Samantha, y le abraza, aunque Samantha no le corresponde el abrazo, tiene el corazón latiendo a mil por hora, está nerviosa, está impactada, no sabe qué pensar, ni qué hacer, por un lado, ella quiere ayudar a su hermano a salir de su deuda, pero por otro, ella no quiere porque está en juego su virginidad, y ella no esperaba que, de un momento a otro, después de guardarse por tanto tiempo esperando al hombre indicado, su hermano saliera con esto. 

Le dolía demasiado, pero le dolía más pensar en que dirían sus padres de ella si se llegaran a enterar de su complicidad con su hermano, de seguro le mandarían a un orfanato dónde las monjas fueras las sucesoras, y le harían la vida imposible hasta que entendiera que lo que hizo está mal, y le harían convertirse en una de ellas para que no volviera a pensar en querer meterse con ningún hombre en toda su vida. 

Samantha se va a su habitación sin decir nada más del tema, por ahora, no iba a dirigir palabra alguna con su hermano sólo hasta que ella tomara decisión, o sólo cuando estuvieran con sus padres cerca para que ellos no tuvieran la más mínima intención de querer preguntarles si había sucedido algo entre ellos porque sabían de su buena relación, se querían cómo si fueran mejores amigos que se conocían de toda la vida, y si ellos no se hablaban, iba a ser bastante sospechoso, así que, en sólo en el momento que ellos estuvieran con sus padres, ella le hablaría, pero después, no.

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