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¿Una mujer como yo?

— No lo puedo creer… ¿Usted es Lucas Black, de la familia Black? ¿Dueños de la revista de modas BlackFusion?. — Pregunté anonadada.

— Así es… — Asintió él, poniéndose serio.

— Espere un momento… — Comencé a sopesar. — ¿Es el mismo Lucas Black que tomó la gerencia de la revista, solo unos pocos meses antes de que esta se cerrara por un desfalco?. — Repetí con impertinencia, pero era obvio que preguntaría eso, estábamos en una entrevista de trabajo y sus antecedentes eran cruciales.

— Sí, así es… — Volvió a afirmar con mayor énfasis, acomodándose en el asiento, notablemente incómodo.

— Wow… Ahora todo tiene sentido… — Musite para mí misma, mientras continuaba revisando el expediente.

— Disculpe… ¿Pero qué es lo que tiene sentido?. — Preguntó Lucas entre dientes.

— Bueno… — Levanté la vista, mirándolo a los ojos con mucha seriedad. — El que un hombre como usted, con tantos estudios y experiencia, esté solicitando un puesto como asistente. — Volví a bajar la mirada. — Siendo franca, hasta yo misma sentiría vergüenza en pedir un puesto de gerencia después de un escándalo como ese. — Murmuré y podría jurar que escuché el crujido de sus dientes.

— ¿Vergüenza?. — Gruñó Lucas, elevando una ceja, notablemente enojado. — Me va a disculpar, señora Golf, pero usted no sabe nada…

— ¿Eh?. — Arrugue el entrecejo, notando el tono golpeado que él usó.

— Si usted prestara más atención a las noticias, en vez de los chismes, sabría perfectamente que ese desfalco fue hecho por mi cuñado, quien es, de hecho, el que está en este momento en prisión… — Contó irguiéndose en su asiento.

— Bueno, pues yo… — Intenté responder, pero él me interrumpió.

— Y también sabría que mi padre me entregó la empresa luego de notar ciertas anomalías y cambios en la revista, pero para cuando yo tomé el cargo de CEO, era muy tarde, el daño en la revista, ya estaba hecho, era irreversible… Y en medio del escándalo del que usted habla, si se hubiera informado bien, como le corresponde a cualquier buen gerente que esté involucrado en este negocio, debería saber, que yo no tuve nada que ver con ese desfalco, por algo estoy libre, ¿No lo cree?. — Afirmó mirándome fijamente con mucha seriedad.

«¡¿Cómo le corresponde a cualquier buen gerente que esté involucrado en este negocio?!» Grité mentalmente. «Ese hombre, como muchos otros, está subestimándome.» Sopese, intentando controlar mi lengua.

— Si ese es el caso, señor Black, entonces ¿Por qué coloco esa experiencia laboral en su expediente?. — Indague, sintiéndome algo irritada.

— Por qué no importa lo que haga y no importa a dónde vaya, ese trabajo me perseguirá por el resto de mi vida y aunque lo omita, siempre habrá alguien que termine señalándome o juzgándome por lo que hice o lo que debí hacer, sin conocer las circunstancias. — Explicó con una expresión ceñuda, dejándome un mal sabor en la boca, no sé por qué, pero sus palabras me hicieron empatizar un poco con él.

Lo pensé por un instante, ese hombre era todo lo que yo estaba buscando y no había encontrado, él tenía estudios y experiencia sobrada. Omitiendo ese trabajo en la revista de su familia, tenía excelentes referencias, aunque me desagradaba un poco su actitud, él era perfecto para el puesto de trabajo.

— Bueno señor Black, ahora que entiendo la situación y he revisado el resto de su expediente… — Cerré la carpeta y lo miré a la cara. — Me parece que cumple con todos los requisitos que estoy buscando y por ello, le ofrezco un puesto, como mi asistente. — Le informé irguiéndome en mi asiento, sintiendo que debía demostrarle quién mandaba aquí.

— Le agradezco señora Golf y lamento haberle hecho perder su tiempo… — Lucas se levantó, todavía con esa expresión ceñuda, y estiró su traje. — Pero lo he pensado mejor y creo que esto no va a funcionar. — Afirmó, dejándome confundida.

— ¿Qué cosa?. — No sé por qué, pero sus palabras se sintieron más como si estuviera rompiendo conmigo, que como si estuviera desertando de un trabajo.

— Tal como lo escucho… No creo que vaya a poder trabajar con una mujer como usted. — La última frase resonó en mis oídos.

¿Esto era una broma o él estaba hablando en serio? ¿Una mujer como yo? ¿Qué carajos quería decir con eso?.

Me levanté de mi asiento, sintiendo que debía encararlo, estar a su nivel para pedirle una explicación, aunque él era considerablemente más alto que yo. Justo cuando estaba a punto de hablar, la puerta de la oficina se abrió y sin previo aviso, entró Gina, muy agitada.

— Se… Señora Golf… Disculpe que entre así, pero… Es una emergencia. — Balbuceó Gina algo nerviosa.

¿Una emergencia? ¿Hasta cuándo me seguirían persiguiendo los problemas? Suspiré frustrada.

— Está bien, Gina, el señor Black ya se iba. — Comenté, viendo de reojo como Lucas, caminó hacia un mesón y comenzó a acomodar unos papeles en su portafolios. ¿Por qué no se iba de una buena vez?.

— Señora… Es que…

— ¿Sí, Gina?. — Insistí con algo de hastío.

— Llamé a la empresa importadora de telas y… Les expliqué lo del error en el pedido, pero… Ellos dijeron que no podían hacer nada, que el pedido ya estaba listo para salir y que si queríamos otras telas, que hiciéramos un nuevo pedido… Porque el error fue nuestro, no de ellos… — Explicó con inseguridad, notando como mi expresión se iba transformando.

Sentí la sangre hervir, ¿No sé suponía que el cliente siempre tiene la razón? ¿Qué clase de empresa era esa? Inhale profundamente, «Muy bien, Eva, no vayas a alterarte» me hablé mentalmente.

No era momento para enojarme y gritar, eso podría hacerlo al llegar a casa.

Ahora, debía pensar en solucionar, porque aunque perfectamente pude haber hecho otro pedido desde un principio para resolver mi problema, sabiendo que eso significaba un gasto extra, en realidad, mi mayor problema era que no había tiempo.

Dentro de poco habría otro desfile y mientras esa empresa armaba el otro pedido de telas y lo despachaba, perderíamos tiempo crucial para tener listos los diseños que se presentarían.

— Gina… Llama a la empresa nuevamente y me transfieres la llamada, hablaré yo misma con ellos, quizás si hablan directamente con la gerente, ellos… — Comencé a ordenar, cuando una gruesa voz me interrumpió.

— Disculpa… — Lucas le habló a Gina, quien lo miró confundida. — ¿Con cuál empresa hicieron el pedido de telas?.

— Con… Con la importadora asiática Lanatex. — Contestó ella nerviosa.

— Señor Black, disculpe, pero… — Intenté despacharlo, esto no era su asunto, sin embargo, él me ignoró por completo, dirigiendo toda su atención a Gina.

— Conozco esa empresa, ellos tienen políticas de trabajo muy estrictas que siguen al pie de la letra, la única solución que tienen, es ir personalmente hasta Asia, para hablar con ellos… — Explicaba con mucha seguridad, mientras que Gina asentía. — Yo les recomiendo hablar directamente con el gerente, lo conozco y puedo darles su número de contacto para que arreglen una cita, es un buen hombre y si le explican la situación, seguro que él podrá ayudarles.

— ¡Oh! Muchas gracias. — Le sonrió Gina y Lucas le mostró una suave sonrisa ladeada, que la verdad, lo hizo ver muy sensual.

— Le sugiero ser muy amables al hablar con el gerente, Huan Yue es un hombre muy formal y creo que sería mucho mejor si lo invitan a una cena de negocios, eso le agradará.

Me quedé quieta un momento, pensativa, escuchando las instrucciones de Lucas, aunque el engreído seguía ignorándome, se notaba que él conocía bastante bien este tipo de negocios.

— ¡Gina…!. — Llamé la atención de mi asistente con mucha autoridad. — Podrías dejarnos a solas por un momento. — Ella asintió y salió de la oficina.

— Señor Black… ¿Cómo sabe usted todo eso?. — Llena de curiosidad, pregunté a toda voz, desde atrás de mi escritorio, apenas estuvimos a solas.

Lucas volvió a retomar su expresión ceñuda al mirarme.

— Huan Yue es un buen amigo mío, hemos compartido en algunos momentos… Señora Golf, un buen gerente del negocio de la moda, sabe que es importante conocer a todas las personas asociadas de alguna manera a la empresa, para eso están las reuniones, las fiestas y los desfiles… Y supongo que al pertenecer a una importante familia dueña de una empresa de modas, eso es algo que debería usted saber. — Completó la frase con un tono de sarcasmo.

— Pues si usted estuviera bien informado, señor Black, sabría que aunque toda mi vida trabajé en la empresa de mi familia como modelo, no había tenido la oportunidad antes, de encargarme como gerente de una de las sucursales. — Refuté.

De nuevo subestimándome, ¿Él quería decir que yo no era una buena CEO?. Aunque era cierto que la empresa no iba bien, no significaba que yo no pudiera aprender.

Y Lucas parecía saber todo lo necesario sobre este negocio, era una pena dejarlo ir en un momento tan crucial para mi nueva carrera, como este, ¿Cuándo podría volver a conseguir a otra persona con tales capacidades?.

Sintiendo un cuchill0 en mi garganta al tener que tragarme mi orgullo, decidí que lo mejor para la empresa, era contratarlo, pues no podía pensar solo en mí.

— Muy bien, señor Black, considerando su experiencia, su potencial y sus conocimientos, los cuales pueden servirnos de mucho aquí, quisiera ofrecerle nuevamente el puesto como asistente. — Él elevó una ceja y volvió a sonreír, esta vez con pedantería. Eso me irritó, provocando un pequeño sobresalto en mi pecho.

— Lo siento, señora Golf, pero ya se lo dije antes, no creo que vaya a funcionar. — Lucas comenzó a caminar hacia la salida. — Me conozco y también sé cómo es usted.

— ¿Qué usted sabe cómo soy?. — Pregunté confundida, haciendo que él se detuviera justo antes de abrir la puerta. — Usted no me conoce…

— Claro que la conozco. — Lucas se volteó para mirarme y se quedó por un instante pensativo, detallándome. — Bueno, lo que quiero decir, es que conozco a las mujeres como usted…

— ¿Las mujeres como yo? ¿Podría explicarse, señor Black? Sea claro en lo que quiere decir… — Comencé a levantar un poco el tono de voz.

— Seré franco, señora Golf, sé cómo son las mujeres como usted… Mujeres presumidas, orgullosas, egocéntricas y egoístas, que no piensan nada más que en ellas, en su aspecto y en el que dirán. — Soltó con mucha seguridad. — Lo lamento, pero ahora no estoy para lidiar de nuevo con eso.

— ¡¿Qué?! ¡¿Quién se ha creído?! ¡Usted no puede decir eso sobre mí! ¡Usted no sabe nada sobre mí!. — Vocifere sintiendo mi cuerpo enervar.

— Quizás esté equivocado, señora Golf. — Se encogió de hombros. — Pero considero que lo mejor para ambos, es no averiguarlo.

Se marchó y apenas la puerta se cerró, emití un gruñido de frustración, mientras me sostenía de mi escritorio, ¿Quién se había creído ese idiota? ¿Cómo osaba hablarme de esa manera? ¿Egocéntrica yo? ¿Acaso él no se había visto en un espejo?.

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