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Damisela en apuros

Me tomé solo un par de minutos para calmarme, no tenía tiempo que perder, necesitaba actuar y necesitaba moverme, porque ya sentía mis músculos agarrotados de tanto estrés, así que salí de mi oficina, hacia el escritorio de Gina y apenas la vi, ella me mostró un papel, era el número de teléfono del señor Huan Yue, el gerente de la importadora de telas Lanatex.

— Me lo dejó el señor Black. — Murmuró Gina, sonrojándose.

Resople con disgusto, me pareció muy estúpida su actitud, «Ni que el tipo estuviera tan bueno» sopese, «Si se veía algo interesante, pero solo eso, porque su actitud no lo ayuda mucho».

Así que, por lo menos el señor Black tuvo la decencia de dejar el número del gerente de la empresa importadora, siquiera esa era una preocupación menos, aunque no era algo tan relevante como para agradecerle.

— Gina, márcale al gerente, voy a arreglar esto de una buena vez. — Ella asintió y marcó el número, luego de un buen rato de repiquetear, me extendió el auricular.

— Buen día, ¿Señor Huan Yue?… Le habla la señora Eva Golf, Gerente de G&G, división España… Sí, señor, hemos presentado un problema con el último pedido… Claro, entiendo que el error fue nuestro y asumo la responsabilidad… Sí, de hecho, me gustaría que lo habláramos personalmente… No, ahora no estoy en Asia, pero ya tengo un vuelo programado, esta noche salgo para allá… — Anuncié, haciéndole señas a Gina para que me reservara un vuelo de inmediato. — Sí, y de hecho me gustaría invitarlo a cenar para que hablemos cómodamente… Claro, entiendo que usted tiene una agenda muy apretada, pero… — Y allí fue cuando el señor Yue hizo una pregunta que no deseaba responder.

— Disculpe, señora Golf, pero ¿De dónde obtuvo mi número personal?. — Indagó Huan Yue desde el otro lado del auricular.

— Oh, bueno… — Tragué saliva, sopesando lo que iba a decir, no quería involucrar a Lucas en esto, pero ¿Qué otra opción tenía?. — La verdad es que fue el señor Lucas Black, quien me lo facilitó, él quiso apoyarnos y… — Comencé a explicar, cuando el señor Yue me interrumpió.

— ¡¿Lucas Black?! ¡Que bien! Hace mucho que no hablo con él… Bueno, bueno, eso lo cambia todo, abriré un espacio en mi agenda. — Respondió Huan Yue con mayor ánimo.

— Oh, qué bueno, señor Yue… Me alegra poder contar con su…

— ¡Ah! Y dígale al señor Black, que lo espero con el trago que me debe, los veré en el restaurante de siempre…

— No, señor Yue, usted no me entendió, el señor… — Intenté aclarar.

— Gracias. — Colgó.

¿Qué carajos acababa de suceder? ¿Había logrado una cita para solucionar mi problema con el gerente de Lanatex, pero debía ir con Lucas? ¡¿Hasta Asia?!.

— Gina, vuelve a marcar. — Ordené, sintiendo una pequeña opresión en mi pecho.

— Lo siento, señora, pero la llamada no cae. — Murmuró ella luego de varios intentos.

— ¡Sigue intentando!. — Le mandé, frustrada y entre nuevamente a mi oficina, cerrando de un portazo.

Comencé a caminar de un lado para otro, pensando que hacer, ¿Tendría que viajar junto a Lucas? ¡No! Para mí suponer, no era necesario, aunque Huan Yue solo accedió a nuestra cita al enterarse de su presencia.

¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me pasaba esto a mí?! ¿Y si me presentaba yo sola en la sede de la empresa importadora? Pero había quedado en una cena y como iba a saber en dónde carajos estaba ese restaurante del que el señor Yue habló.

No había opción, tenía que comunicarme con Lucas Black, ¿Pero qué le podría decir luego de todo lo que él me dijo? El orgullo me mataba, me atragantaba solo de pensarlo… ¿Y si le decía a Gina que llamara a Lucas por mí? No, no, yo no era una cobarde y menos temía enfrentarme a un hombre.

Caminé hacia mi escritorio, en dónde seguía el expediente de Lucas, revisé sus datos personales, en ellos encontré su número telefónico personal y la dirección de residencia, que no era muy lejos de la empresa. Lo reflexioné por un instante y concluí que lo mejor, era hablar sobre la situación en persona.

Volví a mirar en el expediente con algo de curiosidad, hubo un dato más que de manera extraña, llamó mi atención, en el estado civil resaltaba la palabra: Divorciado.

— Supongo que no me extraña, con ese carácter… — Murmuré para mí misma.

Esperé un buen rato más, rogando por tener una buena noticia de Gina para variar, sin embargo, luego de muchos intentos, ella me informo que el señor Yue parecía ignorar las llamadas.

¡Increíble! ¡Que falta de respeto la de estos hombres!.

¡Muy bien! Infle mi pecho llenándome de orgullo y de valor, yo me encargaría de esto, esta era mi empresa y debía solucionar, aunque después de tanto estrés, seguro que ya tenía unas cuantas arrugas extra y varías canas de más. Tome mi bolso y la carpeta con el expediente de Lucas y salí de la oficina.

— Gina… Reserva otro asiento en el vuelo. — Le ordené.

Iría a hablar con Lucas personalmente y aunque probablemente ese asiento extra se quedaría vacío, debía estar preparada para todo.

Llegué a la dirección de vivienda de Lucas, que estaba en lo que se podía describir como prácticamente un conjunto residencial para solteros, con apartamentos pequeños.

Muchos hombres que se encontraban en los alrededores me observaban fijamente, sin pestañear, eso no me importaba, ya estaba acostumbrada a esas miradas, e inclusive siempre cargaba mi gas pimienta en el bolso por cualquier ocurrencia.

Subí al piso correspondiente y toque la puerta con ímpetu e impaciencia, un momento después, Lucas abrió, quedándose boquiabierto al verme. Él seguía vestido con el traje con el que había asistido a la empresa y llevaba una cervez@ en la mano.

— ¿Eva…?. — Se aclaró la garganta. — ¿Señora Golf? ¿Qué hace usted aquí?.

— Buenas tardes, señor Black, me he visto en la obligación de venir a verlo, por un asunto de suma importancia. — Aclaré instantáneamente.

— ¿Obligación?. — Elevó una ceja. — Si tenía algún asunto pendiente conmigo, bien lo pudo haber atendido por teléfono, ¿No lo cree?. — Comentó con ironía. Voltee los ojos ante sus estúpidas palabras, y eso que lo había considerado más inteligente.

— Cómo le dije, es un asunto de suma importancia, por lo que preferí atenderlo personalmente, obviamente. — Le expliqué lentamente, a ver si así me entendía mejor.

— Muy bien… — Se recostó a la puerta de forma muy casual. — Dígame, ¿Qué asunto podría ser tan primordial, para que la importante Gerente, venga hasta mi apartamento?. — Sentí el tono de sarcasmo, inhale profundo y me aclaré la garganta, recordándome que lo hacía por la empresa.

— ¿Y usted pretende que hablemos en la puerta?.

— ¿Está segura de que quiere que la invite a pasar a mi apartamento, señora Golf?. — Preguntó insinuante y una sonrisa ladeada acompañó ese comentario, lo que me hizo sentir un pequeño escalofrío recorrer mi columna.

— Ay, por favor… No me quiera intimidad, señor Black… Usted no es… — Refuté de inmediato, poniéndome a la defensiva.

— ¿Su tipo?. — Me Interrumpió, adivinando mi pensamiento y mirándome fijamente a los ojos, dejándome perpleja.

— Pu… Pues sí… — Intenté retomar mi convicción, arrugando el entrecejo, aunque comencé a sentirme bastante nerviosa. — La verdad es que usted no es para nada mi tipo y yo no estoy aquí por una charla banal como esa… Como se lo dije antes, vengo para tratar un asunto crucial, de trabajo.

Notando mi posición decidida, Lucas abrió la puerta de par en par, haciendo un ademán con su mano para invitarme a pasar. Entre a paso firme, sin voltear y allí mismo, me encontré con la pequeña sala.

Luego de cerrar la puerta, Lucas pasó a mi lado, tomando asiento en el sofá, cruzó sus piernas y su expresión casual, cambió bruscamente por una muy seria, dejó la cerveza sobre la mesa y puso toda su atención sobre mí.

— ¿Un asunto de trabajo? Porque creo recordar, que yo no acepté su posición de trabajo, señora Golf, ¿O es que está muy ansiosa por trabajar conmigo?. — Preguntó con pedantería. Instintivamente, sonreí volteando los ojos, él era todo un idiota.

— Voy a ignorar ese comentario y le explicaré rápidamente la situación, como usted nos sugirió, llamé al gerente de la importadora de telas, el señor Huan Yue, le hable sobre el error en el pedido e inclusive lo invite a una cena para resolverlo personalmente, sin embargo, él no aceptó porque supuestamente estaba muy ocupado…

— ¿Y quiere que yo lo llame para que resuelva su problema?. — Preguntó Lucas, elevando una ceja.

— No, señor Black… El señor Yue me preguntó de dónde saqué su número personal, por lo que me tomé el atrevimiento de mencionar su nombre y… — Me detuve, venía la parte difícil de la historia.

— ¿Y?. — Lucas arrugó el entrecejo.

— No sé cómo sucedió, pero el señor Yue asumió que usted también viajaría hasta Asia en apoyo a la empresa, para reunirse con él y solucionar lo del pedido. — Conté muy rápido, casi quedándome sin aliento y muy al pendiente de la reacción de Lucas.

— Bien… Entiendo… Y me imagino que usted le explicó el error a Huan, ¿No?. — Preguntó confundido.

— Ese es el problema, señor Black, el señor Yue solo acepto mi invitación porque pensó que usted iría y aunque he intentado volver a comunicarme con él para aclararle ese punto, no me ha vuelto a responder las llamadas. — Lucas me miró por un rato, inexpresivo.

— ¿Me está queriendo decir que debo viajar, con usted, hasta Asia?. — Soltó finalmente, luego de asimilar mis palabras.

— Bueno, sé que no es su deber, pero…

— No. — Negó con un movimiento de cabeza y se levantó de su asiento, recogió la botella y se retiró de la sala, dejándome sola, pasmadas y con la palabra en la boca.

«Que hombre más grosero» Sopese, de nuevo su actitud me hacía perder mis cabales, caminé unos pasos por la sala, apenas asomándome por el pasillo por el que Lucas entró, lo vi en una pequeña cocina, destapando otra botella.

— ¡Señor Black!. — Elevé la voz desde mi lugar en la sala, caminando con la mirada baja, pues esta posición me parecía vergonzosa. — ¡No crea que esta situación es fácil para mí o que me agrade, pero…!.

— Pero me necesita… — Anunció él, suspirando y recostándose en el marco de la puerta, con una nueva botella en la mano. Yo solo lo miré en silencio, eso era cierto, en ese momento lo necesitaba, pero tampoco lo diría tan ligeramente. — Así que usted se ha convertido en la damisela en apuros… — Lucas se acercó, deteniéndose a centímetros de mí. — Pero yo no soy el encantador caballero…

— ¿Eh?. — Levanté el rostro, intentando comprender sus palabras.

— Muy bien, señora Golf… ¿Qué me va a ofrecer a cambio?. — Preguntó tomándose un trago.

— ¿Qué?.

— ¿Qué me va a ofrecer a cambio de que viaje con usted hasta Asia y la ayude a solucionar su problema con el pedido de la empresa?. — Volvió a preguntar y algo en su gesto, se me hizo sugerente e incitante.

— Bueno… Bueno, yo le puedo ofrecer un buen pago, si a eso se refiere. — Él asintió, como si eso fuera obvio, me sentí algo avergonzada, ¿Qué me pasaba? ¿Cómo es que llegué a pensar mal?. — Además, viajará con todas las comodidades…

— ¿Y?. — Insistió él, como si faltara algo más, elevando una ceja.

— Irá en calidad de asesor… — Resolví, sintiendo que eso podría motivarlo y servirme de apoyo en la situación. — No será mi asistente, señor Black, trabajará conmigo y me acompañará, como mi asesor personal.

— Entiendo…

Lucas bajó la vista, parecía sopesar la situación, así que le di su momento y no dije nada e intenté apartarme disimuladamente, su cercanía se me estaba haciendo algo incómoda, no sabía por qué, pero él me estaba poniendo bastante nerviosa. Luego de un largo suspiro, me miró con mucha seriedad.

— Muy bien, señora Golf, aceptaré con una condición.

— ¿Una condición? ¿Cuál?.

— Diga la palabra mágica…

— ¿Palabra mágica?. — Repetí confundida, él sonrió, elevando una ceja.

— Sí, la palabra mágica: “Por favor”. — Explicó mirándome con mucho interés.

— Yo… Eh… Bueno…

¿Por qué me pedía eso? ¿Lo veía como un juego? ¿O se estaba burlando de mí?. Resople, si es que lo hacía para probarme, me daba igual, ahora solo quería terminar con esto y salir de allí.

— Por favor. — Vocifere elevando mi rostro, para que él notara que no me importaba. Lucas solo apretó los labios en una línea.

— Bien actuado… — Musitó, tomándose otro trago. — Bien… Como se lo prometí, acepto, iré con usted.

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