Epílogo
Bienaventurados los que no tienen nada que decir, y que resisten la tentación de decirlo. (James Russell Lowell)
—¡Mamá, mamá! —Silvio corría tan rápido como sus pequeños pies se lo permitían, tenía cuatro años de edad y era junto a la pequeña Olivia el tesoro de sus hermanos mayores.
Leonor y Luciano, corrían para darle alcance, sin mucho esmero, dejando que el pequeño Silvio encontrará refugio en los brazos protectores de su madre y se proclamará campeón.
—Con cuidado pequeño, ven aquí —Lucia se hizo con el niño para subirlo sobre sus rodillas, limpio sus mejillas, besó la frente de su hijo antes de mirar con una sonrisa a sus hijos mayores.
—Leonor, Lucian
Sólo existía un motivo para estar aquí, seguramente Donato tenía un nuevo trabajo, estaciono su moto frente a las puertas de la mansión, cuarenta hectáreas de terreno, una construcción clásica, nadie sospecharía del tipo de reuniones que se llevaban dentro, cualquier persona pensaría que el lugar era habitado por “gente decente” como les gustaba catalogar a las personas, pocos sabían lo que realmente escondía aquella preciosa casa.Bajo de la moto, el Mercedes Benz, estacionado llamo su atención, las placas no le eran conocidas, tampoco el hombre de uno noventa aproximadamente parado firme como un solado a un lado, debía ser la razón de que Donato exigiera su presencia, camino con paso firme, su cuerpo enfundado en un traje de látex negro, su figura se amoldaba perfectamente, el traje abrazaba la curva de sus nalgas y sus esbeltas piern
—¿Estás Lista? — preguntó tan rápido como la miro subirse a la moto de color negro, su característico traje de látex pegado a su cuerpo como una segunda piel, negó ante las imagines, maldijo por su falta de control.—Nací lista Ferrara. Indícame el camino —encendió el motor, mientras él entraba en el asiento trasero del auto. Pensando en lo arriesgado que debió ser llegar a Donato, con un sólo hombre como seguridad.¿Era tonto o realmente deseaba que sus días como líder terminaran pronto? Negando se colocó el casco, tenía un camino largo que recorrer, una última misión que cumplir, si moría estaría bien, puede que lo mereciera, pero si lograba salir victoriosa, quería una nueva vida, tan lejos de la mafia como se podría estar.Ángel no p
—¿Todo bien? —la voz de Donato se escuchó al otro lado de la línea, sabía que era imposible estar alejada más de dos días sin comunicación afortunadamente su comunicación no sería detectada estaba utilizando un Nokia 8210. Sin conexión a internet, ni ninguna aplicación que pudiera delatar su ubicación.—Todo bien Donato. ¿Cómo estás? —era cordialidad aunque el interpretara su preocupación en términos de interés romántico—Todo bien cariño, echándote de menos, esperando ansioso que vuelvas por tu dosis —ella sonrió como siempre una mueca de lo que debía ser una bella sonrisa—Me temó que mi dosis deberá esperar, Jaramillo no es un pez fácil de pescar Donato y no puedo equivocarme, no cuando es mi boleto a la libertad —el silencio se hizo
Lanzó su equipo sobre el largo sofá de color negro que formaba parte de la pequeña sala, abrió la manga de su blusa de un sólo tirón.—Déjame ayudarte —Leonardo había visto el enfado en sus ojos al acusarla de traición.—¿No temes que termine con tu vida aquí y ahora? —ni siquiera se giró para verlo, se quitó la blusa bajo la atenta mirada de Leonardo quien no aparto los ojos de su esbelta y nívea espalda—¿Lo harías? —camino como embrujado hacía ella, la yemas de sus dedos rozaron la cremosa piel, causando un escalofrió en su propio cuerpo—¿Qué haces? —la voz gélida de Ángel logró sacarlo de su trance—Lo siento —movió la cabeza de un lado a otro, maldijo entre sus dientes antes de ir por el botiquín era la se
—¿A dónde fuiste anoche? —Leonardo preguntó con seriedad.—Ten algo en claro Ferrara, no trabajo para ti las veinticuatro horas del día, tengo asuntos que tiene que ver nada o todo contigo —Ángel había estado tratando de rastrear el número que había conseguido hasta ahora sin éxito.—Escúchame bien Ángel. En el preciso momento que transferí una cantidad desorbitante de dinero a Quintero tú —su dedo se pegó al pecho de Ángel—trabajas y rinde cuentas da cada paso que des dentro y fuera de esta Finca—Te dije en un principio que podía largarme y devolver tu dinero —apretó los dientes cuando Leonardo acercó su mano contra su fino cuello—Puedes hacerlo. Lárgate Ángel ¿qué esperas?—¿Crees que no lo haré? —respondi&oa
—Ángel —La hermosa castaña pestaño dibujando una dulce sonrisa en sus labios. Podría ser una actriz consumada cuando quería.—Casandra Lowell, señor Ferrara —sonrió. Esta noche no era Ángel la asesina, está noche sería Casandra una rica heredera americana y esposa de un hombre importante.—Casandra —Leonardo le extendió la mano para ayudarla a salir del auto estaba jodidamente tentado a meterla al auto y hacerle el amor allí mismo. Sonrió para que ella no adivinara sus planes. Está noche todo podía terminar…Ángel camino del brazo del prestigioso empresario no del Capo. Manejaba un perfil bajo en comparación con su padre. Pero estaba segura que más de uno de los presentes sabía a los negocios que se dedicaba en realidad. Sonrió mientras saludaban a los conocidos de Leonardo, m
—Me dirás lo que está ocurriendo y lo que escondes —Renata bajó a la sala después de cuatro días de encierro. Una actitud que hasta ahora no había imaginado de su esposo.—Sufrimos un ataque, estuviste allí ¿Aun quieres saber? —Leonardo llevaba días sin dormir; los mismos días que Ángel llevaba sin despertar.—Lo sé Leonardo pero tu actitud es muy diferente ¿Has cambiado de opinión? ¿No dejarás el negocio como lo habías prometido? —cuestiono furiosa. Había sido comprensiva todos estos años esperando por algo que probablemente no llegaría.—Soy el líder ¿Crees que es tan fácil? Más de un miembro quiere mi cabeza Renata. Puedo dejarlo y largarme pero estaré corriendo el riesgo de ser atacado en cualquier rincón del mundo. Mientras viva se
—Maldito sea tu afán y tu honor —espetó molesto Donato.—Vivó para esto Donato. Si no eres capaz de entenderlo tendrás que aprender. Terminare mi misión con Ferrara y entonces me largaré —se giró sobre pies, apretó los puños para evitar gemir de dolor ante su brusca acción.—Has escuchado. Ahora vete de mi propiedad Donato he sido considerado por el trato que teníamos pero has sido tu quien le ha dado por terminado me entenderé únicamente con Ángel a partir de ahora —caminó de regreso al Chalet. Estaba rodeado por sus hombres, Donato no atacaría—¿Eres consciente que acabar de convertirte en su objetivo? —Ángel preguntó, mientras se sentaba en el sofá. Se sentía oxidada por falta de movimiento.—Teníamos un trato, no puedo entender por qué me c