—Me dirás lo que está ocurriendo y lo que escondes —Renata bajó a la sala después de cuatro días de encierro. Una actitud que hasta ahora no había imaginado de su esposo.
—Sufrimos un ataque, estuviste allí ¿Aun quieres saber? —Leonardo llevaba días sin dormir; los mismos días que Ángel llevaba sin despertar.
—Lo sé Leonardo pero tu actitud es muy diferente ¿Has cambiado de opinión? ¿No dejarás el negocio como lo habías prometido? —cuestiono furiosa. Había sido comprensiva todos estos años esperando por algo que probablemente no llegaría.
—Soy el líder ¿Crees que es tan fácil? Más de un miembro quiere mi cabeza Renata. Puedo dejarlo y largarme pero estaré corriendo el riesgo de ser atacado en cualquier rincón del mundo. Mientras viva se
—Maldito sea tu afán y tu honor —espetó molesto Donato.—Vivó para esto Donato. Si no eres capaz de entenderlo tendrás que aprender. Terminare mi misión con Ferrara y entonces me largaré —se giró sobre pies, apretó los puños para evitar gemir de dolor ante su brusca acción.—Has escuchado. Ahora vete de mi propiedad Donato he sido considerado por el trato que teníamos pero has sido tu quien le ha dado por terminado me entenderé únicamente con Ángel a partir de ahora —caminó de regreso al Chalet. Estaba rodeado por sus hombres, Donato no atacaría—¿Eres consciente que acabar de convertirte en su objetivo? —Ángel preguntó, mientras se sentaba en el sofá. Se sentía oxidada por falta de movimiento.—Teníamos un trato, no puedo entender por qué me c
—¿Que harás? —Leonardo la arrastró a los servicios había visto a Jairo tocarle el trasero y algo dentro de él ardió con furia.—Iré a su encuentro necesito saber cuánto han avanzado sus planes junto a Jaramillo —Leonardo estaba tan cerca de ella que podía sentir el calor de su cuerpo a través de la ropa.—¿Vas a seducirlo? —preguntó mientras sus manos se aferraron de manera posesiva sobre su cintura.—Voy a emborracharlo —sonrió la idea de Leonardo celoso era maravillosa. Negó, no era eso lo que necesitaba en su vida mucho menos ahora.—¿Enserio? —preguntó tentado a tomarla entre sus brazos y enterrarse en ella allí mismo.—Eres libre de creer o no Leo… —no pudo continuar porque los labios de Leonardo se aferraron a los suyos de manera salvaje y no pudo
Ángel, se movió con pasión sobre el regazo de Leonardo ¿Qué tenía este hombre que le hacía perder los sentido? No lo sabía y estaba segura que en este preciso momento poco le importaba.Gimió alto y duro cuando su amante se enterró con fuerza en su dulce cavidad, echó la cabeza atrás entregándose al placer de la carne y al deseo oculto en su corazón. Desde algún lugar profundo que deseaba salir a la superficie. Una sensación que atravesaba su cuerpo amenazando con romperla en dos.—¡Ángel! —Leonardo casi gritó el nombre de su amante cuando ella se movió con mucha más intensidad sobre su duro miembro. Se aferró a su cintura impulsando sus caderas en movimientos certeros podía sentir como el interior de ella se tensaba a su alrededor abrazándolo en su calor.Leonardo invirti&o
—Señor —Ángel entró al comedor a donde fue requerida por Leonardo, no esperaba encontrarse con Renata sentada a su lado acariciando su bonito y redondo vientre. —Ángel —¿Qué hacía Ángel ahí? —Cariño, olvide decirte que invite a Ángel a comer con nosotros ¿No te molesta verdad? —su sonrisa se anchó al ver el rostro de su marido —Por supuesto que no —Leonardo hizo caso omiso de la tensión que irradiaba el cuerpo de Ángel. Podía sentir su disgusto ante la mentira de Renata. —Lo lamento señora Ferrara, pero he desayuno muy temprano, además de que no suelo hacer amigos cuando trabajo —su voz era fría tanto que Leonardo pudo sentir el frió en su corazón. Ángel se parecía mucho más a la mujer que había conocido el primer día en casa de Donato. Fría e inaccesible. —Por favor Ángel los tres sabemos que has estado en la cama de mi marido un desayuno no te hará daño ¿verdad? —Leonardo se tensó ante la provocación de Renata. —¡Renata! —inter
La desesperación por primera vez se hizo presente en el cuerpo de Ángel, no había sentido tanta impotencia y tanto miedo desde que era una niña perdida e indefensa. Una niña a la que podían torturar psicológicamente. La niña que su padre gritaba y maltrataba junto a sus hermanos. Si al menos uno hubiese sobrevivido ella lo habría buscado hasta debajo de las piedras. Pero no, estaba sola y moriría sola. —Me preguntó ¿Qué tanto piensas? —Jaramillo sonrió. Podía ver como la piel de Ángel cambiaba de color, estaba rojiza casi febril debido a la droga en sus sistema. —Vete al diablo —gruño con los dientes apretados. Sabía que el hombre disfrutaba con la visión de su desnudez sobre la cama. El muy perro le había quitado prenda a prenda, casi torturándola en el proceso. —Podría decir que vivo en él y que tú eres el pedacito de cielo que deseo probar —sonrió de nuevo acercándose hacia el cuerpo de Ángel. —¡No me toques! —gritó cuando la mano del hombre se des
La impotencia corría por las venas de Leonardo al ver el estado en el que Ángel se encontraba. Su cuerpo parecía sufrir los efecto de lo que fuera que Máximo le había administrado. Su frente estaba perlada por el sudor y el esfuerzo que hacía para mantener el control de sus necesidades. Habían logrado salir del territorio de Donato gracias a las indicaciones de Ángel antes de desmallarse. Leonardo había sido consciente de que no llegarían lejos, sus hombres habían escapado por rumbos diferentes y el estado de Ángel le había preocupado de sobremanera. Rentar una habitación en un hotel de mala muerte era su única opción.—Vete —pidió, sus dientes estaban apretados. No deseaba que Leonardo presenciara su pérdida de control, estaba por rogarle que la despojara de toda prenda y le hiciera suya para calmar la necesidad nacida de sus entrañ
—¿Todo bien? —Renata había estado ansiosa por la reunión de Leonardo y Smith, había visitado el baño más de una vez debido a las náuseas que los nervios le causaban.—¿Por qué Renata? ¿Por qué de todos tenías que ser tu quien me traicionara? —El rostro de Leonardo era tan frío que parecía haber sido esculpido en piedra.—Tenía que hacerlo —se alejó dos pasos de su marido.— Tenía que pensar en mi hijo Leonardo, no quiero esta vida para él, no quiero a un grupo de socios pidiendo su cabeza cuando tú no estés, ni sicarios buscando terminar con su vida por un precio miserable —sollozó—No tenías derecho a negociar tu seguridad por ella —los ojos de Renata brillaron con furia.—¿Es ella más importante que tu hijo? —pregunt&o
—Ángel —se detuvo al escuchar la voz de Leonardo.—Señor Ferrara —su voz sonó fría—¿Estás molesta? —preguntó. Sabía que era así, se había marchado y no había sido capaz de decirle personalmente que estaría a cargo.—En lo absoluto señor, ¿Puedo ayudarle en algo? —Leonardo arrugó la frente ante el tono empleado por ella.—Necesitamos hablar —se acercó un paso, el mismo que ella se alejó.—Me parece que si no es de trabajo, no tenemos nada que hablar señor —apretó su puño, Ángel podía ser irritable cuando se lo proponía.—Me reuniré mañana por la noche con los cabecillas que aún están conmigo —ella esperó—¿Hay algo en especial que necesite? &mdash