Christopher
Hoy preparé algo especial en casa, con la ayuda de Helga, para darle una nueva sorpresa a Ashlee, ésta vez, por nuestro primer mes de novios. No pudimos hacer nada antes, porque las cosas no ayudaron mucho.
Hace unas horas le solicité a Helga que nos prepare una comida típica de Alemania y que la cena se acompañe de un vino Chardonnay chileno. No he tenido la oportunidad de viajar a ese país, pero cuando probé el vino en una feria gastronómica, a la que me invitaron Héctor y Dayalis cuando la celebraron en su restaurante, sin duda, se transformó en mi favorito.
Estamos llegando al edificio y detengo el auto a pocos metros antes de la entrada al estacionamiento.
—¿Qué sucede? ¿Por qué te detienes? —pregunta Ashlee, asustada.
—Tranquila, amor, no pasa nada. Tengo algo preparado.
—No entiendo —confiesa.
—Lo harás cuando lleguemos al departamento. Por lo pronto, necesito que cierres tus ojos.
Puedo ver la duda y el nerviosismo en su mirada, pero me hace caso y los cierra. Cuando ya está un poco más tranquila, saco una venda de color negro que traigo en el bolsillo de la chaqueta y con cuidado la pongo sobre sus ojos, amarrándola en su nuca.
—¿Puedes ver algo? —interrogo, a la vez que muevo la mano frente a su rostro.
—Chris, no veo nada, puedes estar seguro de eso.
—Lo sé —comento arrogante, pero riendo con su comentario—, solo quería comprobarlo.
Vuelvo a encender el motor del vehículo, entramos al edificio y estaciono en mi lugar asignado.
—De acuerdo, nena. Espero te guste la sorpresa que te tengo.
Apenas termino de hablar, abro la puerta del conductor y bajo para ayudarle a hacer lo mismo. La encamino al elevador. Una vez adentro, es inevitable reír ante lo nerviosa que está.
—Calma, cariño.
—¿Cómo quieres que me calme, si no sé qué es lo que me espera ahí arriba?
—Creo que no te queda más que confiar en mí.
—Siempre terminas teniendo la razón.
El elevador sube a su ritmo normal, pero siento como si demorara una eternidad. Y al igual que mi chica, también estoy nervioso. Por un momento pienso que con todo lo que está pasando a nuestro alrededor, es una posibilidad de que no le guste lo que tengo preparado.
Por fin suena el timbre del ascensor, indicando que hemos llegado a nuestro piso. Abrazo a mi novia por el costado y la llevo hacia nuestra puerta.
Una vez adentro, en silencio, Helga se acerca a nosotros y nos ofrece una copa de vino. Tomo las dos copas, la mía y la de Ashlee, porque ella sigue con la venda en los ojos.
—Toma, cariño, abre con cuidado la mano y ciérrala —le indico al entregarle la copa y me aseguro de que no se le caiga.
—¿Qué es? —pregunta.
—Es mi vino favorito.
—¿Cuál es?
—No, no..., tendrás que probarlo antes. Además, deberías recordarlo.
—De acuerdo —dice derrotada—. ¿Puedo sacarme la venda ya? Por favor…
—Ya casi. Acompáñame.
Le tomo el brazo con cuidado y la llevo al comedor. Dejo nuestras copas sobre la mesa y le ayudo a sentarse. A continuación, comienzo a quitarle la venda, no sin antes advertirle que no puede abrir los ojos hasta que yo me siente frente a ella.
—Puedes abrirlos ya.
Con cuidado los abre y su expresión es de tal sorpresa, que está claro que no esperaba algo así.
Gracias a la ayuda de Helga, la mesa está adornada con rosas rojas y calas blancas, que son las flores favoritas de mi chica. Toda decorada con velas blancas, que hacen resaltar, lo hermosa que es realmente Ashlee.
La luz es apagada por Helga, mientras caminamos hacia el comedor. Luego de ello, se va a la cocina a terminar de arreglar la cena. Esa mujer es muy eficiente y cariñosa. Junto a Ash le tomamos un gran aprecio, que hasta hace que extrañemos a nuestras propias madres. Creo que es tiempo de organizar una cena con toda la familia. Me encantaría que mis padres conocieran a Ashlee y vean lo maravillosa que es. Estoy seguro que la adorarán, al igual que lo hago yo. Prometimos ir antes, pero lo sucedido con Melissa atrasó un poco los planes.
—¿Qué es todo esto, cariño?
—Mi sorpresa para ti. Feliz mes aniversario.
—Todo está hermoso, no debiste.
—Por supuesto que sí, eres mi chica, y junto a ti y por ti, no olvidaré jamás algo que tenga que ver con nosotros.
—Gracias, Chris. Todo está hermoso.
—Por nosotros, mi amor. —Alzo mi copa para hacer un brindis.
—Por nosotros —repite Ashlee.
—¿Y qué comeremos?
—Una especialidad alemana preparada por nuestra adorada Helga.
—Desde aquí ya se siente el olor y seguro sabe delicioso.
—¡Helga! —Llamo a nuestra ama de llaves, alzando un poco mi voz, pero sin gritar del todo.
—¡Enseguida, señor! —responde desde la cocina.
Al cabo de un minuto, se acerca a nosotros.
—Dígame, ¿qué necesita? Buenas noches, Ashlee.
—Buenas noches, Helga.
—Helga, ¿ya tienes listo todo?
—Sí, señor. Todo listo para su cena.
—Perfecto, no se diga más.
—De inmediato —comenta, a la vez que comienza a retirarse de la mesa.
—¿Helga? —Interrumpo su andar. Se da vuelta para escuchar lo que tengo que decirle.
—¿Qué acaso se te olvida que también te pedí que no me trates de señor? Ya estamos en confianza y no quiero parecer el jefe pesado.
—Lo siento, señ... —se interrumpe sola—, digo, Christopher.
—Así está bien, puedes retirarte.
—Con permiso.
—Creo que aunque le trates de manera más cordial, todavía te tiene respeto.
—Eso creo, pero quiero que vea que no soy tan duro como lo parezco. Siempre soy cariñoso con los que me rodean.
—Eso ya lo sé y de muy buena fuente.
—Disfrutemos de esta noche solo para nosotros.
AshleeHemos tenido una maravillosa velada. Anoche fue grandioso. Chris me sorprendió con una cena-celebración por nuestro primer mes de noviazgo, que preparó con la ayuda de Helga, y luego en nuestra habitación la celebración continuó de manera muy especial.Chris me habla por la mañana de tener una comida familiar juntando a la suya y la mía, y aunque me relaja el hecho de que Chris ya conociera a mi madre y Mel, me pone nerviosa pensar que, tal vez, no llegue a ser del agrado de sus padres.Chris me ha hablado maravillas de ambos y me asegura que me adorarán, aun así no estoy del todo convencida. Todavía recuerdo cuando sus padres le pidieron —más bien, exigieron— una cena para conocernos y no se pudo realizar, ya que sucedió lo de la operación de mi hermana.Ahora nos vamos a la empresa y me preparo mentalmente p
AshleeHoy es la reunión de Chris con el señor Hamilton y mi jefe más nervioso no puede estar. Han acordado reunirse a las diez con treinta de la mañana y Hamilton lleva diez minutos de retraso.Cuando salgo de la oficina de Christopher, suena el ascensor, indicando que alguien ha llegado. De sus puertas sale un joven de unos treinta años, vestido de traje negro, peinado, algo engominado, y acompañando su rostro con un bigote y una barba algo frondosa.Al acercarse a mí y presentarse como el señor Jake Hamilton, noto en su mirada como si le conociera de antes, pero no logro saber de dónde.Le aviso a mi jefe de su llegada y lo acompaño a la entrada de su oficina.Una vez sola, puedo recomponerme de la mirada atemorizante y misteriosa de aquel hombre. Tengo la intuición de que no traerá nada bueno, solo espero estar equivocada.&
ChristopherSiento ruido a mi alrededor y me despierto. Unos pitos suenan desde el lado derecho de donde me encuentro. No sé dónde estoy, pero sí me doy cuenta de que estoy acostado sobre algo blando, así que rápidamente asumo que me encuentro en un hospital.—¿Dónde estoy? —pregunto a una enfermera, que está tomando nota de unas máquinas a mi lado.—Está en el hospital, señor Adams —responde, confirmando mis suposiciones.—¿Hace cuánto tiempo?—Hace dos días, señor.—¿Dos días? ¿Cómo llegué aquí?—Unos empleados de su empresa lo trajeron.—¿Sabe quién…?—Fui yo, Christopher, yo te traje —contesta Sophie al entrar a la habitación.—¿Q
Estoy demasiado preocupado.Hace unos días —cinco para ser exactos—, que salí del hospital y todavía no he tenido noticias de mi novia o del imbécil de Scott. Maldito lunático.Estoy desesperado, solo quiero saber si se encuentra bien y sobre todo, si está viva.No quiero preocupar a Ellen, pero no tengo más remedio que confesarle lo que está pasando, para poder saber algo más del psicópata y descubrir dónde puedan estar. ¿Estará alimentándose? ¿La estará tratando bien? Son tantas las preguntas que tengo, y dudo por completo que ahora mismo puedan ser contestadas.La empresa siguió funcionando mientras estuve en el hospital, gracias a la ayuda de mi socio y gran amigo, Michael. Ahora vino a verme a mi departamento, y al igual que yo, está muy preocupado por lo que está pasando. Sé que también desea
Ahora mismo me encuentro en mi avión privado viajando a Nueva Jersey para visitar a Ellen y a Melissa, para informarles lo que está pasando y así puedan ayudarme. Tengo la esperanza de que con la mínima pista, logre dar con el paradero de mi novia.Jessica me ofrece té, o simplemente agua, pero no acepto nada. Lo único que me importa es encontrar a mi chica y que esté a salvo.Estoy tan ansioso por llegar, que no me doy cuenta que efectivamente, eso estamos haciendo, solo reacciono cuando la azafata me lo informa; cuando, más bien, me despierta.Al bajar del avión decido hablar un breve momento con la tripulación.—Gracias, James, Jessica, por responder a mi llamada lo antes posible. La situación con Ashlee es muy delicada, se encuentra desaparecida y tengo sospechas de que se puede hallar aquí.—No se preocupe, señor Adams —responde el pilo
—¡Christopher, qué sorpresa! —exclama Melissa emocionada, al verme. Mira a ambos lados buscando algo o a alguien—. ¿Ashlee no vino contigo?—Hola, Mel. No, Ashlee no pudo venir conmigo. ¿Está Ellen en casa?—Sí, claro, pasa —responde, recibiendo mi abrazo—. Está en la cocina.—Gracias, pequeña.Sigo a Melissa hasta allá y observo a Ellen muy concentrada, trabajando en un pastel. De seguro es algún pedido de su negocio.—¡Mami, tenemos visita! —comenta Melissa cuando entramos a la cocina. Mi suegra levanta la cabeza y nos observa.Se da cuenta de que soy yo y se apresura a limpiarse las manos para saludarme. Mientras se acerca, siento una leve congoja en mi pecho; no me gusta ser quien da las malas noticias, pero en esta ocasión debe ser así, si necesito información que pueda serle ú
Luego de colgar la llamada, Ellen arroja el teléfono al suelo sin importarle dónde caerá. Prácticamente, corre a mis brazos y la acepto, tratando de calmarla. Comienza a llorar, y aunque quiero preguntarle si era Ashlee, prefiero callar y dejar que llore.Trata de hablar, pero no puede, hipea cada vez que lo hace.—Tranquila, Ellen, por favor.—Era-era ella. Era mi niña.—¿Qué te dijo? —pregunto con desesperación.—Solo alcanzó a decir "Mamá, estoy bien".Un enorme alivio me atraviesa el pecho gracias al hecho de saber que mi novia se encuentra bien.—¿Cómo que... solo alcanzó?—No lo sé. Se escuchó un forcejeo de fondo y después se cortó la llamada. ¿Qué tan grave es lo queestá pasando?—Temo que el imbécil de Scott pueda
AshleeSigo aturdida y sin entender nada. No sé cuántos días han pasado desde que estoy aquí atrapada. Scott se está comportando extraño. Me habla y atiende de manera amorosa, es como si para él todavía fuéramos novios y el tiempo no hubiera pasado.Miro a mi alrededor y todo lo que veo es puro lujo. Todo es blanco y con algunos toques en gris y negro. Parece una habitación de hotel, de esas de estilo minimalista.—Mira, cariño, ¿te gusta lo que te compré? —dice luego de mostrarme unos hermosos pendientes de oro. No puedo negar que son bellos, pero no se lo haré saber. Solo quiero volver a mi vida.—No lo sé, nunca me gustó lo costoso.—Nena, por favor —comenta, acercándose a donde estoy, sentada en la cama—, los compré pensando en ti.No quiero