Ashlee
Hemos tenido una maravillosa velada. Anoche fue grandioso. Chris me sorprendió con una cena-celebración por nuestro primer mes de noviazgo, que preparó con la ayuda de Helga, y luego en nuestra habitación la celebración continuó de manera muy especial.
Chris me habla por la mañana de tener una comida familiar juntando a la suya y la mía, y aunque me relaja el hecho de que Chris ya conociera a mi madre y Mel, me pone nerviosa pensar que, tal vez, no llegue a ser del agrado de sus padres.
Chris me ha hablado maravillas de ambos y me asegura que me adorarán, aun así no estoy del todo convencida. Todavía recuerdo cuando sus padres le pidieron —más bien, exigieron— una cena para conocernos y no se pudo realizar, ya que sucedió lo de la operación de mi hermana.
Ahora nos vamos a la empresa y me preparo mentalmente para todo el trabajo pendiente que, de seguro, tengo. Lo bueno de ello, es que Chris entiende si me atraso un poco.
A media mañana puedo tomarme un respiro y le comento a Christopher que saldré a la calle por algunos minutos. No se hace problema, solo me pide que me cuide. Eso está demás decirlo, él sabe que lo haré; asimismo, tengo a los escoltas protegiendo cada paso que doy.
Al salir y caminar por la calle, voy atenta y con ganas, mirando las vitrinas para distraerme un poco. Comienzo a sentirme bien —aunque es extraño a mis costumbres—, y me relaja apreciar los hermosos vestidos que tienen los escaparates.
Uno en especial llama mi atención y lo observo durante un buen rato. Es realmente hermoso, de un color esmeralda con brillo de lentejuelas, tiene solo un hombro y llega hasta un poco más abajo del muslo; además, es ceñido al cuerpo. Decido pasar a la tienda y consultar por él.
La dependienta me atiende muy amable y me muestra el vestido. Al preguntarle por el precio, casi me caigo de espaldas. ¡Es carísimo! Ando con mi cartera, pero el dinero que traigo no alcanza para llevármelo.
Una luz del techo se refleja en una de las tarjetas, entonces la saco y me doy cuenta que es la tarjeta de crédito que Chris me regaló hace una semana, diciendo e insistiendo a que la usara. No me sentí a gusto en ese momento, se me hacía raro tener tanto dinero a mi disposición y tan rápido. Y la verdad, todavía no me acostumbro a ello. Por lo que decido llamarlo.
—Hola, amor, ¿sucedió algo? —consulta apenas contesta la llamada.
—Nada grave, cariño. Solo llamaba para comentarte que vi un hermoso vestido....
—Entonces cómpralo —me interrumpe—, tienes la tarjeta que te di.
—Lo sé, pero... —vuelve a interrumpirme.
—Pero nada, nena, esa tarjeta es tuya —lo expresa de modo conciliador—. Ocúpala como te plazca.
—Está bien. Gracias, amor.
—De nada. ¿Llegas pronto?
—Sí, compro el vestido y regreso.
—De acuerdo, te veo en un rato. Te amo.
—También te amo.
Luego de cortar la llamada, le digo a la dependienta que lo llevaré. Ella está feliz, obviamente. De seguro es una tienda de ventas por comisión, pero no me importa, solo quiero llevarme el vestido a casa, me he enamorado de él. Ya quiero usarlo en alguna ocasión especial.
Pago el vestido y salgo de la tienda. Luego de caminar una cuadra, tengo la sensación de que alguien me sigue. Cuando me doy vuelta, no veo a nadie, aunque sí puedo sentir una presencia. Es extraño, pero no le doy más vueltas a eso. Decido relajarme mientras camino de regreso al edificio; además, están los dos escoltas que siguen atentos a mi alrededor. Por suerte la empresa está cerca, así que no demoro mucho en llegar.
Subo rápidamente a mi piso y no me sorprende ver a Chris que me espera en mi escritorio.
—Hola, cariño —saludo.
—Hola, ¿cómo te fue?
Respondo sin decir nada, pero alzando la bolsa que contiene el vestido.
—Me alegro. Ya te esperaba para almorzar.
—¿Ya ves que no demoré nada?
—Y no sabes cuánto me alegra —comenta coqueto, besando mi mejilla izquierda, cuando me encuentro a su lado.
—Bueno, galán, si me lo permites, debo terminar de trabajar. Solo necesitaba un poco de aire fresco.
—De acuerdo. Paso por ti al rato para almorzar.
—Está bien.
Me abrazo a él y por supuesto, me lo permite. Me encantan estos pequeños momentos que tenemos en la oficina.
Nos separamos brevemente y me besa los labios para luego volver a su oficina.
Después de un rato, me llega un correo de un tal Jake Hamilton que solicita hacer negocios con Chris, pero prefiere concretar una cita para conversar mejor de su propuesta. Como siempre hago, le respondo el correo al señor Hamilton, agradeciendo el confiar en nosotros. Se lo reenvío a Christopher con copia oculta para que lo lea y analice si desea concretar una cita con este potencial cliente.
Estoy absorta en mi trabajo cuando siento que me tapan los ojos y no puedo, por ende, seguir escribiendo en mi computadora.
—Vamos a almorzar, amor, se hace tarde —menciona Chris, luego de soltar mi cabeza y dejarme ver de nuevo.
—¿Qué hora es? —consulto.
—Cerca de las dos de la tarde.
—¿En serio? No me di cuenta que se hizo tan tarde. Tenía mucho trabajo pendiente.
—Entonces toma un descanso y vamos.
—Vamos —repito.
Me levanto de mi asiento, nos tomamos de la mano y nos encaminamos a la salida.
—¿A dónde quieres ir?
—No lo sé. La verdad, se me antoja algo de comida rápida —sugiero, haciendo una cara de puchero.
—¿Quieres pizza o hamburguesa?
—Hace mucho no como algo así.
—Yo tampoco —confiesa mi jefe.
—Entonces vamos a un lugar que conozco muy bien.
Le doy las indicaciones sobre cómo llegar, una vez que estamos en el auto. El trayecto no es tan largo, así que llegamos pronto.
El almuerzo, como siempre, es muy ameno. Logramos llamar a sus padres y nos ponemos de acuerdo para ir a cenar —su familia y la mía—, a su casa el próximo fin de semana. Le digo a Chris que estoy nerviosa por eso y él me tranquiliza diciendo que me adorarán, sobre todo su hermana y su mamá.
Al terminar nuestro almuerzo, volvemos a la empresa para seguir con el trabajo de la tarde. Avancé bastante por la mañana, así que no es tanto lo que está pendiente.
Logro dejar todo al día, incluyendo los horarios de las reuniones que Chris tendrá en las próximas dos semanas.
Mi novio está algo impaciente por la reunión con el señor Jake Hamilton, me cuenta que se comunicó con él y quedaron en reunirse en unos días, pero le llama la atención lo que Hamilton pueda ofrecerle. Solo le aconsejo que esté con la cabeza fría cuando se reúna con él.
AshleeHoy es la reunión de Chris con el señor Hamilton y mi jefe más nervioso no puede estar. Han acordado reunirse a las diez con treinta de la mañana y Hamilton lleva diez minutos de retraso.Cuando salgo de la oficina de Christopher, suena el ascensor, indicando que alguien ha llegado. De sus puertas sale un joven de unos treinta años, vestido de traje negro, peinado, algo engominado, y acompañando su rostro con un bigote y una barba algo frondosa.Al acercarse a mí y presentarse como el señor Jake Hamilton, noto en su mirada como si le conociera de antes, pero no logro saber de dónde.Le aviso a mi jefe de su llegada y lo acompaño a la entrada de su oficina.Una vez sola, puedo recomponerme de la mirada atemorizante y misteriosa de aquel hombre. Tengo la intuición de que no traerá nada bueno, solo espero estar equivocada.&
ChristopherSiento ruido a mi alrededor y me despierto. Unos pitos suenan desde el lado derecho de donde me encuentro. No sé dónde estoy, pero sí me doy cuenta de que estoy acostado sobre algo blando, así que rápidamente asumo que me encuentro en un hospital.—¿Dónde estoy? —pregunto a una enfermera, que está tomando nota de unas máquinas a mi lado.—Está en el hospital, señor Adams —responde, confirmando mis suposiciones.—¿Hace cuánto tiempo?—Hace dos días, señor.—¿Dos días? ¿Cómo llegué aquí?—Unos empleados de su empresa lo trajeron.—¿Sabe quién…?—Fui yo, Christopher, yo te traje —contesta Sophie al entrar a la habitación.—¿Q
Estoy demasiado preocupado.Hace unos días —cinco para ser exactos—, que salí del hospital y todavía no he tenido noticias de mi novia o del imbécil de Scott. Maldito lunático.Estoy desesperado, solo quiero saber si se encuentra bien y sobre todo, si está viva.No quiero preocupar a Ellen, pero no tengo más remedio que confesarle lo que está pasando, para poder saber algo más del psicópata y descubrir dónde puedan estar. ¿Estará alimentándose? ¿La estará tratando bien? Son tantas las preguntas que tengo, y dudo por completo que ahora mismo puedan ser contestadas.La empresa siguió funcionando mientras estuve en el hospital, gracias a la ayuda de mi socio y gran amigo, Michael. Ahora vino a verme a mi departamento, y al igual que yo, está muy preocupado por lo que está pasando. Sé que también desea
Ahora mismo me encuentro en mi avión privado viajando a Nueva Jersey para visitar a Ellen y a Melissa, para informarles lo que está pasando y así puedan ayudarme. Tengo la esperanza de que con la mínima pista, logre dar con el paradero de mi novia.Jessica me ofrece té, o simplemente agua, pero no acepto nada. Lo único que me importa es encontrar a mi chica y que esté a salvo.Estoy tan ansioso por llegar, que no me doy cuenta que efectivamente, eso estamos haciendo, solo reacciono cuando la azafata me lo informa; cuando, más bien, me despierta.Al bajar del avión decido hablar un breve momento con la tripulación.—Gracias, James, Jessica, por responder a mi llamada lo antes posible. La situación con Ashlee es muy delicada, se encuentra desaparecida y tengo sospechas de que se puede hallar aquí.—No se preocupe, señor Adams —responde el pilo
—¡Christopher, qué sorpresa! —exclama Melissa emocionada, al verme. Mira a ambos lados buscando algo o a alguien—. ¿Ashlee no vino contigo?—Hola, Mel. No, Ashlee no pudo venir conmigo. ¿Está Ellen en casa?—Sí, claro, pasa —responde, recibiendo mi abrazo—. Está en la cocina.—Gracias, pequeña.Sigo a Melissa hasta allá y observo a Ellen muy concentrada, trabajando en un pastel. De seguro es algún pedido de su negocio.—¡Mami, tenemos visita! —comenta Melissa cuando entramos a la cocina. Mi suegra levanta la cabeza y nos observa.Se da cuenta de que soy yo y se apresura a limpiarse las manos para saludarme. Mientras se acerca, siento una leve congoja en mi pecho; no me gusta ser quien da las malas noticias, pero en esta ocasión debe ser así, si necesito información que pueda serle ú
Luego de colgar la llamada, Ellen arroja el teléfono al suelo sin importarle dónde caerá. Prácticamente, corre a mis brazos y la acepto, tratando de calmarla. Comienza a llorar, y aunque quiero preguntarle si era Ashlee, prefiero callar y dejar que llore.Trata de hablar, pero no puede, hipea cada vez que lo hace.—Tranquila, Ellen, por favor.—Era-era ella. Era mi niña.—¿Qué te dijo? —pregunto con desesperación.—Solo alcanzó a decir "Mamá, estoy bien".Un enorme alivio me atraviesa el pecho gracias al hecho de saber que mi novia se encuentra bien.—¿Cómo que... solo alcanzó?—No lo sé. Se escuchó un forcejeo de fondo y después se cortó la llamada. ¿Qué tan grave es lo queestá pasando?—Temo que el imbécil de Scott pueda
AshleeSigo aturdida y sin entender nada. No sé cuántos días han pasado desde que estoy aquí atrapada. Scott se está comportando extraño. Me habla y atiende de manera amorosa, es como si para él todavía fuéramos novios y el tiempo no hubiera pasado.Miro a mi alrededor y todo lo que veo es puro lujo. Todo es blanco y con algunos toques en gris y negro. Parece una habitación de hotel, de esas de estilo minimalista.—Mira, cariño, ¿te gusta lo que te compré? —dice luego de mostrarme unos hermosos pendientes de oro. No puedo negar que son bellos, pero no se lo haré saber. Solo quiero volver a mi vida.—No lo sé, nunca me gustó lo costoso.—Nena, por favor —comenta, acercándose a donde estoy, sentada en la cama—, los compré pensando en ti.No quiero
ScottNecesito salir de aquí con Ashlee, y cuanto antes. Por la llamada que hizo, de seguro, pronto nos descubrirán.Estoy loco por Ashlee, la amo demasiado y no dejaré que nadie me la quite. Hice lo que estaba a mi alcance para estar con ella. Sarah me ayudó bastante en aquellos años, cuando le robé a su novio, y fue un placer saber que Ashlee era novia del mismo imbécil, por ende, me será mucho más fácil robarle ahora dinero a este tipo, si es necesario.Es de noche y es maravilloso verla dormir. Desde que la traje conmigo, ha habido veces que me he dormido tarde solo por mirarla. Quiero recuperarla y para ello haré lo que sea necesario para conseguirlo.Mañana por la mañana la llevaré a nuestro lugar especial. Quiero revivir con ella algunos de los maravillosos momentos que vivimos juntos.Recuerdo que el último