Ashlee
Hoy es la reunión de Chris con el señor Hamilton y mi jefe más nervioso no puede estar. Han acordado reunirse a las diez con treinta de la mañana y Hamilton lleva diez minutos de retraso.
Cuando salgo de la oficina de Christopher, suena el ascensor, indicando que alguien ha llegado. De sus puertas sale un joven de unos treinta años, vestido de traje negro, peinado, algo engominado, y acompañando su rostro con un bigote y una barba algo frondosa.
Al acercarse a mí y presentarse como el señor Jake Hamilton, noto en su mirada como si le conociera de antes, pero no logro saber de dónde.
Le aviso a mi jefe de su llegada y lo acompaño a la entrada de su oficina.
Una vez sola, puedo recomponerme de la mirada atemorizante y misteriosa de aquel hombre. Tengo la intuición de que no traerá nada bueno, solo espero estar equivocada.
Christopher
Por fin ha llegado el día en que me reúno con aquel hombre, el señor Jake Hamilton, que dice ser dueño de una empresa de comida para vegetarianos que está comenzando y que, según explicó, nos buscó porque sabe del potencial y renombre que tiene nuestra empresa en la ciudad.
Cuando entra a mi oficina, creo ver que mira de forma extraña a Ashlee, pero no le dice nada. Deben ser solo ideas mías.
—Buenos días, señor Hamilton —saludo al hombre que ingresa mientras me levanto de mi asiento.
—¡Buen día, Christopher! —Responde muy animado, dándome la mano—. Es un placer conocerte al fin.
—Lo mismo digo. Tome asiento, por favor. —Le indico la silla frente a mi escritorio.
Nos sentamos y noto algo extraño en su mirada.
—Disculpe. ¿Lo conozco de alguna parte?
—No lo creo —añade muy seguro—. Estoy hace muy poco aquí en Chicago.
—Puede ser. Lo que pasa… es que su rostro me es algo familiar. En fin, cuéntame, ¿qué te trae hasta aquí?
—Como te mencioné antes por teléfono, tengo intención de abrir un restaurante de comida vegetariana en la ciudad y tengo entendido que tu empresa es una de las mejores con referencia al marketing.
—Así es. Ya llevamos unos cinco años en el rubro y nos ha ido muy bien.
—Entonces me alegra haber escogido bien.
—¿Te apetece un café, un té…?
—Sí, un café estaría bien.
Marco el intercomunicador para hablarle a Ashlee, ocupando el altavoz.
—Ashlee, ¿podrías traer dos cafés, por favor?
—Sí, señor. Enseguida se los llevo —responde ella. Hemos acordado que si se trata de clientes, seguiremos relacionándonos como lo que somos laboralmente. No queremos mal interpretaciones de parte de ellos, por resguardo a que decidan terminar sus contratos con nosotros.
Cuelgo la llamada y me centro nuevamente en este potencial cliente. Mi sorpresa es mayor cuando veo que me apunta con un arma y está listo para disparar.
—¡Suelta ese teléfono y desconéctalo! —ordena gritando.
—¿Señor Hamilton? —pregunto alarmado.
—No soy el señor Hamilton. Soy Scott Hartmann.
—¿Scott? —digo segundos antes de que Ashlee entre.
De pronto, somos interrumpidos por ella, que entra a la oficina con la bandeja y los cafés. Su grito de miedo, al ver lo que está pasando, hace que se le caiga la bandeja y por ende, los cafés también llegan al suelo.
—¿Q-qu-qué su-sucede aquí? —formula asustada, sin importarle que parte del líquido haya caído sobre ella, quemándola un poco.
—Ashlee, cariño, quédate allí y no te muevas... —le pido, tratando de sonar calmado, sabiendo que Scott sigue apuntando a mi cabeza.
—¡Ven aquí, mi amor! Esperé tanto este momento.
—¿Quién es usted y por qué me dice amor?
—Soy Scott, ¿no me reconoces? —explica esperanzado en que eso suceda, a la vez que se saca la barba y bigote postizos.
—¿Sc-Scott?
—Sí, nena. Ven.
—¡No! —Grita ella—. ¡Me engañaste!
—¡Ven aquí o te arrepentirás! ¿Ves mi arma? —Interroga al tiempo que la mueve, sin dejar de apuntarme—. Esta arma está lista para disparar y si no vienes ahora hacia mí, tu novio morirá en este momento.
Ashlee y yo nos miramos por un breve lapso de tiempo y le indico que le haga caso. Ella lo hace, parándose justo enfrente de mí, pero quedándose a un lado de Scott.
Él, sin desaprovechar el momento, la abraza, hundiendo su rostro en el hueco de su cuello y oliéndola, deleitándose con su olor. Ella, asqueada por el toque, trata de soltarse pero no lo consigue, ya que el agarre que tiene Scott sobre su cuerpo se lo impide.
—Volveremos a estar juntos, mi amor... y para siempre —le explica, mirándola fijamente, momento en el que trato de acercarme para soltarla del agarre del imbécil de su ex novio, pero es en vano. La bala que amenaza con salir, lo hace y llega a mi hombro, dándome un tiro certero en el lado izquierdo. Caigo al suelo retorciéndome del dolor.
—¡Te dije que no te acercaras!
—¡Chris! —grita Ashlee desesperada, queriendo por segunda vez soltarse de su agarre, siendo aquello imposible, ya que Scott la aprieta más contra él.
—¡Me las pagarás, maldito! —Le increpo, agarrando mi hombro dolorido—. Ashlee es mi novia ahora, tú la perdiste hace tres años, cuando decidiste hacerte pasar por muerto.
—¡Cállate! —exclama, provocándome—. Tú no sabes nada.
Trato de levantarme del suelo, pero no puedo, el dolor se hace más fuerte al querer mover el brazo. Entretanto, Scott deja de agarrar a Ashlee, se acerca a mí, saca algo de su bolsillo, y me tapa la nariz y boca, impidiendo que respire nada más que el olor de aquel paño. Es cloroformo. Al cabo de unos segundos, mis ojos se cierran y no sé nada más.
Ashlee
Trato de acercarme a ellos, pero mis pies no responden. Estoy en shock por estar frente a Scott.
¿Por qué tuvo que aparecer así de pronto a joderlo todo?
—¡Chris despierta! —Le grito a mi novio, deseando que despierte, cosa que no sucede.
—¡No despertará por un buen rato, así que tú te vienes conmigo!
Apenas termina de hablar, me agarra muy fuerte de los brazos y me pone el mismo paño que ocupó con Christopher hace un instante. Trato de forcejear para soltarme, pero es imposible, aplica demasiada fuerza. Al cabo de un minuto, me doy cuenta que voy cayendo inconsciente, al igual que Christopher, y sintiendo que soy arrastrada por Scott hasta afuera de la oficina de mi jefe, sin claro conocimiento de adónde me llevará.
ChristopherSiento ruido a mi alrededor y me despierto. Unos pitos suenan desde el lado derecho de donde me encuentro. No sé dónde estoy, pero sí me doy cuenta de que estoy acostado sobre algo blando, así que rápidamente asumo que me encuentro en un hospital.—¿Dónde estoy? —pregunto a una enfermera, que está tomando nota de unas máquinas a mi lado.—Está en el hospital, señor Adams —responde, confirmando mis suposiciones.—¿Hace cuánto tiempo?—Hace dos días, señor.—¿Dos días? ¿Cómo llegué aquí?—Unos empleados de su empresa lo trajeron.—¿Sabe quién…?—Fui yo, Christopher, yo te traje —contesta Sophie al entrar a la habitación.—¿Q
Estoy demasiado preocupado.Hace unos días —cinco para ser exactos—, que salí del hospital y todavía no he tenido noticias de mi novia o del imbécil de Scott. Maldito lunático.Estoy desesperado, solo quiero saber si se encuentra bien y sobre todo, si está viva.No quiero preocupar a Ellen, pero no tengo más remedio que confesarle lo que está pasando, para poder saber algo más del psicópata y descubrir dónde puedan estar. ¿Estará alimentándose? ¿La estará tratando bien? Son tantas las preguntas que tengo, y dudo por completo que ahora mismo puedan ser contestadas.La empresa siguió funcionando mientras estuve en el hospital, gracias a la ayuda de mi socio y gran amigo, Michael. Ahora vino a verme a mi departamento, y al igual que yo, está muy preocupado por lo que está pasando. Sé que también desea
Ahora mismo me encuentro en mi avión privado viajando a Nueva Jersey para visitar a Ellen y a Melissa, para informarles lo que está pasando y así puedan ayudarme. Tengo la esperanza de que con la mínima pista, logre dar con el paradero de mi novia.Jessica me ofrece té, o simplemente agua, pero no acepto nada. Lo único que me importa es encontrar a mi chica y que esté a salvo.Estoy tan ansioso por llegar, que no me doy cuenta que efectivamente, eso estamos haciendo, solo reacciono cuando la azafata me lo informa; cuando, más bien, me despierta.Al bajar del avión decido hablar un breve momento con la tripulación.—Gracias, James, Jessica, por responder a mi llamada lo antes posible. La situación con Ashlee es muy delicada, se encuentra desaparecida y tengo sospechas de que se puede hallar aquí.—No se preocupe, señor Adams —responde el pilo
—¡Christopher, qué sorpresa! —exclama Melissa emocionada, al verme. Mira a ambos lados buscando algo o a alguien—. ¿Ashlee no vino contigo?—Hola, Mel. No, Ashlee no pudo venir conmigo. ¿Está Ellen en casa?—Sí, claro, pasa —responde, recibiendo mi abrazo—. Está en la cocina.—Gracias, pequeña.Sigo a Melissa hasta allá y observo a Ellen muy concentrada, trabajando en un pastel. De seguro es algún pedido de su negocio.—¡Mami, tenemos visita! —comenta Melissa cuando entramos a la cocina. Mi suegra levanta la cabeza y nos observa.Se da cuenta de que soy yo y se apresura a limpiarse las manos para saludarme. Mientras se acerca, siento una leve congoja en mi pecho; no me gusta ser quien da las malas noticias, pero en esta ocasión debe ser así, si necesito información que pueda serle ú
Luego de colgar la llamada, Ellen arroja el teléfono al suelo sin importarle dónde caerá. Prácticamente, corre a mis brazos y la acepto, tratando de calmarla. Comienza a llorar, y aunque quiero preguntarle si era Ashlee, prefiero callar y dejar que llore.Trata de hablar, pero no puede, hipea cada vez que lo hace.—Tranquila, Ellen, por favor.—Era-era ella. Era mi niña.—¿Qué te dijo? —pregunto con desesperación.—Solo alcanzó a decir "Mamá, estoy bien".Un enorme alivio me atraviesa el pecho gracias al hecho de saber que mi novia se encuentra bien.—¿Cómo que... solo alcanzó?—No lo sé. Se escuchó un forcejeo de fondo y después se cortó la llamada. ¿Qué tan grave es lo queestá pasando?—Temo que el imbécil de Scott pueda
AshleeSigo aturdida y sin entender nada. No sé cuántos días han pasado desde que estoy aquí atrapada. Scott se está comportando extraño. Me habla y atiende de manera amorosa, es como si para él todavía fuéramos novios y el tiempo no hubiera pasado.Miro a mi alrededor y todo lo que veo es puro lujo. Todo es blanco y con algunos toques en gris y negro. Parece una habitación de hotel, de esas de estilo minimalista.—Mira, cariño, ¿te gusta lo que te compré? —dice luego de mostrarme unos hermosos pendientes de oro. No puedo negar que son bellos, pero no se lo haré saber. Solo quiero volver a mi vida.—No lo sé, nunca me gustó lo costoso.—Nena, por favor —comenta, acercándose a donde estoy, sentada en la cama—, los compré pensando en ti.No quiero
ScottNecesito salir de aquí con Ashlee, y cuanto antes. Por la llamada que hizo, de seguro, pronto nos descubrirán.Estoy loco por Ashlee, la amo demasiado y no dejaré que nadie me la quite. Hice lo que estaba a mi alcance para estar con ella. Sarah me ayudó bastante en aquellos años, cuando le robé a su novio, y fue un placer saber que Ashlee era novia del mismo imbécil, por ende, me será mucho más fácil robarle ahora dinero a este tipo, si es necesario.Es de noche y es maravilloso verla dormir. Desde que la traje conmigo, ha habido veces que me he dormido tarde solo por mirarla. Quiero recuperarla y para ello haré lo que sea necesario para conseguirlo.Mañana por la mañana la llevaré a nuestro lugar especial. Quiero revivir con ella algunos de los maravillosos momentos que vivimos juntos.Recuerdo que el último
Ashlee debe volver con Scott, es probable que pronto comience a buscarla, y no quiero que eso arruine mi plan. Fue un completo imbécil al no escapar de inmediato, apenas Ashlee llamó a su madre.Me despido de mi novia, prometiéndole que estaré cerca y vigilando cada paso que dará Scott. No voy a dejarla sola y la llevaré conmigo de regreso a casa. Eso la deja más tranquila. Sé que confía en mí.Le indico donde me siento, para que esté confiada de que nada le pasará mientras yo esté cerca. Al sentarse en su mesa, puedo ver que lo de ser actriz se le da muy bien, ya que no le es difícil fingir que nada ha pasado, como si no nos hubiésemos visto tan solo unos minutos antes.Yo también regreso a mi lugar.Sigo comiendo de mi plato, y de vez en cuando le regalo un guiño a Ashlee cuando ella me ve, sin que Scott se dé cuenta, por supuest