Ashlee
He vuelto a trabajar a la empresa. Ya me siento mejor de ánimo y Christopher, luego de su sorpresa, estuvo mucho más cercano a mí. Tal y como lo necesitaba.
Suena mi teléfono y observo que es Mónica, la recepcionista de la empresa quien llama.
—Hola, Mónica. ¿Sucede algo? —pregunto apenas alzo el auricular y lo pongo en mi oreja.
—Sí. Has recibido una carta, pero no tiene remitente. Quise llamarte para consultarte si quieres aceptarla o no.
De inmediato, comienzo a sentir miedo. Por un breve momento, todos mis recuerdos de aquel día, cuando lo volví a ver, se hacen presentes; la macabra sonrisa que tenía de felicidad y luego mi desmayo. Gracias a Dios, Rachel estaba conmigo.
—¿Ashlee? ¿Sigues ahí? —Escucho de pronto por el otro lado de la línea.
—Eh... sí. Claro que estoy. Puedes enviarla, por favor.
—Seguro. Envío a Derek con la carta para ti.
—Perfecto. Muchas gracias.
Cuelgo la llamada y de inmediato le marco a Chris para avisarle. No pasan ni treinta segundos y ya está junto a mí, en mi escritorio.
—¿Crees que sea de Scott? —le consulto.
—Es lo más probable —responde, con la mirada fija en el ascensor.
—Tengo miedo —confieso.
—No te preocupes, sabes que te apoyaré en todo. —Esta vez, se gira para responderme y me acaricia la mejilla.
Justo en ese momento, se oye el timbre del ascensor que indica que alguien está llegando. Se abren las puertas y es Derek quien sale, tal y como dijo Mónica.
—Buen día, Derek. Dame eso, por favor —solicita Chris, apenas él llega a nuestro lado, respondiendo por mí. Él, por su parte, me mira con duda—. Ashlee es mi prometida, no hay problema. —Ante aquello, Derek se sorprende, mientras que solo alzo mis hombros, señalando que no hay ningún inconveniente.
—Sí, señor. Aquí tiene. Con su permiso, me retiro.
—Hasta luego, Derek. —Soy yo la que habla ahora.
Le entrega la carta y se va, dejándonos nuevamente a solas. Mi novio abre el sobre y saca la hoja del interior, comienza a leer en silencio y por su expresión, no dice nada bueno.
—Dime qué dice, por favor.
—Ashlee, mi amor. —Empieza a leer—. Que agrado fue volver a verte. Lástima que duró tan poco tiempo. Pronto sabrás otra vez de mí. Espérame, vine por ti, y esta vez no te dejaré ir.
Chris termina de leer la carta en voz alta y dobla la hoja con solo una mano y con mucha rabia. No es común que un día cualquiera a tu novia le llegue una carta de un ex novio psicópata y amenace con quitártela, ¿o sí?
—¿Qué se supone que haré ahora? ¿Cómo supo dónde trabajo?
—No lo sé. Pero créeme, no permitiré que un loco cualquiera se acerque a ti, por muy novio tuyo que haya sido.
—¿Crees que si pudo averiguar dónde trabajo, pueda saber también dónde vivo? —consulto con mucho miedo.
—Es una posibilidad, pero tendré que informar a Jeremy de esto, el jefe de los escoltas.
—Dios quiera no pase nada malo.
—Tranquila. Yo me haré cargo.
—Agradecería me mantuvieras informada de todo. A pesar de lo que pueda tener planeado en mi contra, es mi derecho saber qué es lo que ocurre.
—Lo sé, nena. Prometo que te diré todo. Ahora, mejor volvamos a trabajar, tengo una reunión con Jacobson y debe estar por llegar. He tomado la decisión de cancelar mi acuerdo con él, prefiero buscarme otro socio que no me obligue a casarme.
—Tienes todo mi apoyo, cariño. Te informaré cuando llegue.
Christopher
Estoy en mi oficina junto a Eric Jacobson. Él me sigue hablando sobre el proyecto que tiene en mente, una vez que concretemos el tan famoso acuerdo. Estoy esperando se calle para decirle que he tomado la decisión de cancelar esta alianza que, sin duda, no llegará a ninguna parte.
—¡Christopher! ¿Me estás escuchando? —Interrumpe mi silencio.
—La verdad, no.
—¿Qué dices? ¿Hace cuarenta minutos que te hablo y no has escuchado ni una sola palabra? —pregunta ofuscado.
—No —respondo tranquilamente—. Y tengo una clara razón para no hacerlo.
—¡¿Y cuál sería esa razón?! —grita, a la vez que se para del sillón del escritorio.
—Que ya no hay trato.
—¿De qué hablas?
—La razón es muy sencilla y lo sabes. Para concretar el acuerdo que tenemos, quieres que me case con tu hija, pero sabes perfectamente que Angelique no me interesa en lo más mínimo.
—¿Y qué pretendes?
—Buscarme otro socio que no me obligue a casarme cuando no es lo que quiero.
—¿Y qué voy a hacer ahora?
—Ese ya no es mi problema. Ya te dije que tengo novia y se llama Ashlee, con la cual me casaré muy pronto. Por lo que comprenderás, que no me interesa involucrarme con nadie más.
—Esto no se quedará así. Ya tendrás noticias mías... solo espera y verás.
—No te tengo miedo.
—Más te vale que lo tengas —amenaza y sale de la sala dando un fuerte portazo. Desde adentro se escuchan perfectamente los improperios que lanza en mi contra. Me levanto inmediatamente y lo sigo. Justo cuando abro la puerta de mi oficina, puedo oír cuando le dice a Ash, desafiante:
—Y tú, putita... te arrepentirás de haberte metido donde no te llaman. —Ella le mira asustada.
Ante tal insulto, voy muy molesto hacia él por insultar a mi novia. ¿Quién se cree que es?
—¡Con mi novia no te metas, imbécil! —Le lanzo un golpe que recae en su mejilla izquierda.
—Entonces, que no se meta donde no debe —alega luego de recuperarse del golpe recibido.
Se toca la boca y nota sangre en ella. Se aleja hacia el ascensor, observándonos, como si quisiera matarnos con la mirada. Por suerte, una vez que toca el botón de llamada, las puertas se abren inmediatamente, porque si no, seguiría golpeándolo por insultar a Ash.
—¿Estás bien, cariño? —consulta Ashlee, luego de que ve como me toco la mano, aliviando las molestias por el golpe que le propiné a Jacobson.
—Sí, nena. No te preocupes, estoy bien.
—De todos modos, voy por algo de hielo para que no se te hinche.
—De acuerdo, gracias.
Mientras Ashlee va a la sala de descanso, me siento en el pequeño sofá que está junto a su escritorio.
—Toma, cariño, esto ayudará a que no se hinche tu mano —dice cuando regresa y se sienta a mi lado.
—Gracias, amor. Por fin se acabó este absurdo trato. No logro entender cuál era su obsesión por casarme con su hija.
—Seguramente, su empresa va muy mal, y como nosotros somos una de marketing, le convenía hacer esa "especie de pago" para salvar la suya.
—Es una buena hipótesis. Pero aun así, aunque no te tuviera de novia y no me hubieses ayudado, no iba a hacerlo de todos modos.
—Eso lo sé. Era más fácil sacártelo de encima presentándole una novia que sin una.
—Y no sabes cuánto agradezco el que hayas ayudado —digo, para luego robarle un beso.
—Y yo porque me lo hayas pedido —agrega y sonríe, respondiendo a mi beso con mucho entusiasmo.
Definitivamente, mi decisión se concreta en el momento que Jacobson insulta a mi chica. No voy a permitir que un viejo lunático la trate mal. Ahora, como he terminado con dicho trato, solo me queda estar preparado para todo lo que Jacobson pueda hacer.
ChristopherHoy preparé algo especial en casa, con la ayuda de Helga, para darle una nueva sorpresa a Ashlee, ésta vez, por nuestro primer mes de novios. No pudimos hacer nada antes, porque las cosas no ayudaron mucho.Hace unas horas le solicité a Helga que nos prepare una comida típica de Alemania y que la cena se acompañe de un vino Chardonnay chileno. No he tenido la oportunidad de viajar a ese país, pero cuando probé el vino en una feria gastronómica, a la que me invitaron Héctor y Dayalis cuando la celebraron en su restaurante, sin duda, se transformó en mi favorito.Estamos llegando al edificio y detengo el auto a pocos metros antes de la entrada al estacionamiento.—¿Qué sucede? ¿Por qué te detienes? —pregunta Ashlee, asustada.—Tranquila, amor, no pasa nada. Tengo algo preparado.—
AshleeHemos tenido una maravillosa velada. Anoche fue grandioso. Chris me sorprendió con una cena-celebración por nuestro primer mes de noviazgo, que preparó con la ayuda de Helga, y luego en nuestra habitación la celebración continuó de manera muy especial.Chris me habla por la mañana de tener una comida familiar juntando a la suya y la mía, y aunque me relaja el hecho de que Chris ya conociera a mi madre y Mel, me pone nerviosa pensar que, tal vez, no llegue a ser del agrado de sus padres.Chris me ha hablado maravillas de ambos y me asegura que me adorarán, aun así no estoy del todo convencida. Todavía recuerdo cuando sus padres le pidieron —más bien, exigieron— una cena para conocernos y no se pudo realizar, ya que sucedió lo de la operación de mi hermana.Ahora nos vamos a la empresa y me preparo mentalmente p
AshleeHoy es la reunión de Chris con el señor Hamilton y mi jefe más nervioso no puede estar. Han acordado reunirse a las diez con treinta de la mañana y Hamilton lleva diez minutos de retraso.Cuando salgo de la oficina de Christopher, suena el ascensor, indicando que alguien ha llegado. De sus puertas sale un joven de unos treinta años, vestido de traje negro, peinado, algo engominado, y acompañando su rostro con un bigote y una barba algo frondosa.Al acercarse a mí y presentarse como el señor Jake Hamilton, noto en su mirada como si le conociera de antes, pero no logro saber de dónde.Le aviso a mi jefe de su llegada y lo acompaño a la entrada de su oficina.Una vez sola, puedo recomponerme de la mirada atemorizante y misteriosa de aquel hombre. Tengo la intuición de que no traerá nada bueno, solo espero estar equivocada.&
ChristopherSiento ruido a mi alrededor y me despierto. Unos pitos suenan desde el lado derecho de donde me encuentro. No sé dónde estoy, pero sí me doy cuenta de que estoy acostado sobre algo blando, así que rápidamente asumo que me encuentro en un hospital.—¿Dónde estoy? —pregunto a una enfermera, que está tomando nota de unas máquinas a mi lado.—Está en el hospital, señor Adams —responde, confirmando mis suposiciones.—¿Hace cuánto tiempo?—Hace dos días, señor.—¿Dos días? ¿Cómo llegué aquí?—Unos empleados de su empresa lo trajeron.—¿Sabe quién…?—Fui yo, Christopher, yo te traje —contesta Sophie al entrar a la habitación.—¿Q
Estoy demasiado preocupado.Hace unos días —cinco para ser exactos—, que salí del hospital y todavía no he tenido noticias de mi novia o del imbécil de Scott. Maldito lunático.Estoy desesperado, solo quiero saber si se encuentra bien y sobre todo, si está viva.No quiero preocupar a Ellen, pero no tengo más remedio que confesarle lo que está pasando, para poder saber algo más del psicópata y descubrir dónde puedan estar. ¿Estará alimentándose? ¿La estará tratando bien? Son tantas las preguntas que tengo, y dudo por completo que ahora mismo puedan ser contestadas.La empresa siguió funcionando mientras estuve en el hospital, gracias a la ayuda de mi socio y gran amigo, Michael. Ahora vino a verme a mi departamento, y al igual que yo, está muy preocupado por lo que está pasando. Sé que también desea
Ahora mismo me encuentro en mi avión privado viajando a Nueva Jersey para visitar a Ellen y a Melissa, para informarles lo que está pasando y así puedan ayudarme. Tengo la esperanza de que con la mínima pista, logre dar con el paradero de mi novia.Jessica me ofrece té, o simplemente agua, pero no acepto nada. Lo único que me importa es encontrar a mi chica y que esté a salvo.Estoy tan ansioso por llegar, que no me doy cuenta que efectivamente, eso estamos haciendo, solo reacciono cuando la azafata me lo informa; cuando, más bien, me despierta.Al bajar del avión decido hablar un breve momento con la tripulación.—Gracias, James, Jessica, por responder a mi llamada lo antes posible. La situación con Ashlee es muy delicada, se encuentra desaparecida y tengo sospechas de que se puede hallar aquí.—No se preocupe, señor Adams —responde el pilo
—¡Christopher, qué sorpresa! —exclama Melissa emocionada, al verme. Mira a ambos lados buscando algo o a alguien—. ¿Ashlee no vino contigo?—Hola, Mel. No, Ashlee no pudo venir conmigo. ¿Está Ellen en casa?—Sí, claro, pasa —responde, recibiendo mi abrazo—. Está en la cocina.—Gracias, pequeña.Sigo a Melissa hasta allá y observo a Ellen muy concentrada, trabajando en un pastel. De seguro es algún pedido de su negocio.—¡Mami, tenemos visita! —comenta Melissa cuando entramos a la cocina. Mi suegra levanta la cabeza y nos observa.Se da cuenta de que soy yo y se apresura a limpiarse las manos para saludarme. Mientras se acerca, siento una leve congoja en mi pecho; no me gusta ser quien da las malas noticias, pero en esta ocasión debe ser así, si necesito información que pueda serle ú
Luego de colgar la llamada, Ellen arroja el teléfono al suelo sin importarle dónde caerá. Prácticamente, corre a mis brazos y la acepto, tratando de calmarla. Comienza a llorar, y aunque quiero preguntarle si era Ashlee, prefiero callar y dejar que llore.Trata de hablar, pero no puede, hipea cada vez que lo hace.—Tranquila, Ellen, por favor.—Era-era ella. Era mi niña.—¿Qué te dijo? —pregunto con desesperación.—Solo alcanzó a decir "Mamá, estoy bien".Un enorme alivio me atraviesa el pecho gracias al hecho de saber que mi novia se encuentra bien.—¿Cómo que... solo alcanzó?—No lo sé. Se escuchó un forcejeo de fondo y después se cortó la llamada. ¿Qué tan grave es lo queestá pasando?—Temo que el imbécil de Scott pueda