Nuevamente Scott despertaba habiendo pasado una de esas noches en las que no sabía si deseaba que la noche terminara o que en realidad no llegara el amanecer.
Miró su teléfono y lo primero que vio fueron 5 llamadas perdidas de Whitney.
—¿Qué esta mujer no se cansa? —dijo en voz alta de mala gana casi regañando al teléfono como si de esa manera ella lo pudiese escuchar.
No podía entender que había sucedido, para él esa relación había terminado hace 5 años y de pronto hace dos meses despertó en un hotel abrazado a ella, ambos completamente desnudos después de que ella asegurara habían vuelto y él le había propuesto matrimonio, pero lo peor de todo era que no recordaba ni siquiera como había llegado ahí.
Jamás había soportado el hecho de que una mujer rogara por una relación, pero al parecer Whitney no entendía eso y después de esa noche ya no sabía qué hacer para que no lo siguiera buscando.
Quiso olvidar por unos momentos esas llamadas, tenía demasiado en mente como para preocuparse de ella, como pudo se subió a la caminadora para sus 30 minutos infaltables de cardio, eso era lo único que despejaba su mente, le gustaba correr temprano viendo la ciudad desde lo alto, esos eran los privilegios que le daba vivir en el piso 50 de Dalton Street en Boston.
Dueño al fin desde hace menos de una semana de la mayoría de las acciones de la cadena de tiendas más conocidas del país, llevaba ya cuatro años tras esas acciones que al fin le daban el control de la compañía como accionista mayoritario y tal vez de esa manera resolver los problemas de los trabajadores que cada vez se hacían más evidentes.
Como cada mañana se vistió de manera elegante, eso no podía cambiar y justo en el instante que se está arreglando el nudo de la corbata siente nuevamente su teléfono.
Whitney una vez más —¿Qué quieres, por el amor de Dios?
—¡Tenemos que hablar no me puedes dejar así! —era casi el grito de esa mujer al otro lado del teléfono.
—Lo nuestro terminó hace cinco años, ¿por qué no has entendido eso?
—¡Tú me prometiste hace dos meses que no me habías olvidado, por eso creí en tus palabras y acepté entregarme a ti!
—Primero yo no recuerdo nada de lo que dices y segundo ambos sabemos bien que hace años pasamos muchas noches juntos y en estos años no he sido el único que ha tenido noches de pasión, así que no me salgas con eso.
—¡Eres un maldi…!
Scott simplemente cortó la llamada y ya no quiso seguir escuchando, nuevamente sonó su teléfono y esta vez sin ni siquiera mirar Scott respondió —¡Por Dios Whitney ten dignidad!
—Hermano yo no soy Whitney ni siquiera me parezco un poquito, imagino que la tóxica —como solía llamarle Juan —te volvió a llamar, por favor ahora olvida eso es importante que veas la televisión.
—¿De verdad hermano? —respondía con ese acento entre hispano y americano que había aprendido de Juan en esos años —No tengo tiempo para ponerme a ver la televisión en estos momentos.
—Mira yo creo que esto es importante en especial ahora, que acabas de adquirir las acciones con las que tienes más del cincuenta por ciento de la compañía.
—¿De que estas hablando? —preguntó esta vez ya intrigado.
—Recuerdas que estuvimos conversando de la forma en la que la compañía estaba tratando a sus trabajadores y tú decidiste invertir para poder remediar eso.
—Si claro, esa es la razón por la que las compré, ya que siempre que pedí el apoyo para solucionar los problemas no lo conseguía y en especial por culpa de Aaron, el primo de Whitney.
—Creo que ella nunca va a perdonarte que hayas elegido a tus sobrinos por sobre ella.
—Pero en realidad yo no estaba preparado para una relación formal en ese momento, sólo tenía 25 años y una gran responsabilidad, aunque nada hubiese pasado no era el momento para nada serio.
—Ya lo sé, no tienes que decirlo, pero por favor ¡Enciende la televisión! —demandó Juan.
Y aunque de mala gana Scott tomó el control remoto que estaba sobre la mesa de noche, no necesitó ni siquiera cambiar de canal para encontrarse con una noticia donde los empleados de la tienda más importante de su cadena que estaba ubicada en pleno Manhattan se habían ido a un paro de 24 horas solicitando que la compañía hiciera ajustes y denunciando abusos hacia sus empleados.
De pronto el reportero entrevista a una chica y ella simplemente tomó el micrófono casi sin darle tiempo a nada y mirando a la cámara fijamente dijo —Mire jefe, aquí nos tiene, ya estamos cansados, como se ve que usted no tiene ni la más mínima idea de lo que es el trabajo de verdad, de seguro amanece en su super cama cubierto en sábanas de algodón en su departamento de lujo con la mejor vista a la ciudad, usted que de seguro tiene un closet lleno de trajes de marca hechos a la medida y no sabe lo que es ni prepararse una taza de café.
El reportero trató de quitarle el micrófono, pero la chica simplemente no lo dejó y mientras Juan seguía diciendo en el teléfono —¿Hermano estas ahí? Creo que tenemos que hacer algo urgente.
Scott simplemente se había quedado viendo la televisión entre embobado y enojado y lo siguiente fue —¿Quién se cree esa mujer? ¿Por qué se siente con el derecho a hablar de mí y mi vida? ¿Qué le importa como son mis sábanas?
Mientras escuchaba de fondo en la entrevista a una chica que decía —¡Así se habla amiga!, ¡no nos podemos dejar ya basta de abusos!
—¡Abusos! ¿Quién fregados está abusando de ella? —dijo enojado tras escucharla.
—Eso es algo que debemos investigar —le respondió Juan.
—No te preocupes —respondió mientras apagaba el televisor tirando el control sobre la cama sin escuchar el resto de la entrevista y antes de salir dijo —Te veo en la oficina, es hora de saber en realidad que está pasando con esa gente en especial la loca esa.
—Como que te pego fuerte la chica… es decir la loca esa.
—¿Qué les pasa a las mujeres? me persiguen solo locas —dijo un tanto enojado, aunque debía reconocer que la chica tenía lo suyo.
Nada más salía de su habitación y dos niños corrieron a abrazarlo
—Hola papi Scott ¿cómo estás? —dijo Mark.
—Recuerda que nos prometiste que haríamos algo entretenido esta semana —le recordó Travis que por esos dos minutos que tenía de hermano mayor por haber sido el primero en nacer siempre era el primero en recordarle las promesas.
—Es verdad tú lo prometiste —dijo Mark quien siempre repetía como loro todo lo que su hermano decía.
Desde hace tres años cuando Scott les mostró un video de ellos junto a sus padres y decidió que los niños lo podrían llamar papá y así no sentirse que no tenían una familia además de evitar con eso las burlas de los niños en la escuela.
Alguna vez pensó en buscar una pareja y casarse, quería que los gemelos tuvieran una mamá, pero no había encontrado a esa mujer que debía ser especial y lo peor que entre familias de dinero lo único que veía era alguna chica que según su familia sólo quería un matrimonio para hacer crecer más su fortuna.
Como podía ser que un tipo con todas sus características no tuviera suerte en el amor y cuando está tratando de imaginarse como sería tener a una mujer en su vida Travis lo despertó de ese segundo de fantasía.
—¿Cuándo vamos a ir a la ciudad?... tú prometiste que iríamos y nos quedaríamos en un hotel de lujo —dijo el niño mientras levantaba las cejas con picardía.
—Si un hotel grande con piscina y jacuzzi —agregó Mark.
—Quieren jacuzzi… pero si hay uno aquí.
—Pero en un hotel sería entretenido con servicio a la habitación —dijo Travis.
—Sí, yo quiero servicio a la habitación —agregó Mark.
—Déjenme ver qué puedo hacer hoy en la oficina y esta noche hablamos, ¿les parece? —respondió Scott ya que en realidad desde que se había hecho cargo de sus sobrinos nunca había podido negarse a sus ideas.
Se despidió de Sarita su ama de llaves después de recibir de ella su café listo como a él le gustaba, aunque siempre con el comentario —Mi niño deberías comer algo no sólo el café no te nos vayas a enfermar.
Sarita ha estado en su familia desde que era un niño y ya con casi 60 años se resistía a la idea de dejar de trabajar, para ella Scott era su familia y para él, ella era lo más cercano a una madre que le quedaba, así que la idea de hablar sobre la jubilación había quedado olvidada hace mucho tiempo, incluso después de que hablaron sobre eso el día en él que decidió llevar los gemelos a casa.
En la entrada del edificio estaba esperando como cada día su chofer —Buenos días, señor Newman —dijo como siempre ese hombre que era una mezcla de chofer y guardaespaldas por lo alto y fuerte, siempre con una actitud seria, aunque en realidad eran sólo apariencias todos los que lo conocían sabían que le encantaba contar chistes.
—Buenos días, Tom —respondió Scott como siempre mientras ya en carro revisaba su celular nuevamente lo primero que vio fue la imagen de la chica, miró su taza de café y de pronto no pudo evitar pensar que para su desgracia ella tenía razón en mucho de lo que decía.
En menos de 15 minutos Scott ya estaba llegando a su oficina saludó como cada mañana al portero ya que su padre siempre le inculcó eso, caminó con prisa al elevador mientras la imagen de esa chica seguía en su cabeza.
¿Con que derecho esa mujer hablaba con tanta certeza de alguien que nunca había visto? Pensaba una y otra vez mientras el elevador subía al piso 22 donde estaban sus oficinas, al abrirse la puerta de inmediato una secretaria corrió a recibirlo con una libreta para saludarlo y darle su reporte.
—Buenos días, señor Newman —dijo mientras caminaba a prisa junto a él.
—Buenos días, Nancy ¿no me diga que ya le llamaron de algún canal de televisión? —preguntó Scott levantando la ceja, cosa que hacía cada vez que sabía la respuesta a su pregunta.
—Como que ya está informado… bueno usted nada más nos dice lo que tenemos que hacer y no se preocupe.
Nancy había sido una fiel secretaria de su padre y llevaba por lo menos 15 años en la compañía, conocía a Scott desde que era un adolescente y durante esos años había ganado su confianza, en especial ayudándolo a deshacerse de más de una tóxica que quiso que una relación de una noche pasara a más.
Scott entró a su oficina mientras Nancy lo observaba al otro lado del escritorio y no pudo evitar decir —por la amistad y el aprecio que le tengo me atrevo a decir que hoy lo veo diferente.
—Nancy tal vez eres una de las personas que mejor me conocen ¿Tú crees que soy una mala persona?
—¡Claro que no! —respondió ella de forma muy seria —¿Por qué dice eso?
—De pronto me doy cuenta de que necesito de todos para incluso hacer las cosas más simples.
—Debe tener en cuenta que es un hombre muy ocupado, todos los que trabajan aquí saben bien que está al pendiente de las personas a su alrededor.
—Si, pero he tenido ayuda de ti, Sarita y Juan hasta de la tía Juanita cuando he estado en problemas, pero en muchos aspectos de mi vida soy un inútil y lo acepto.
—No se trate así —respondió Nancy casi con un tipo de reproche.
—Es verdad… yo no podría por ejemplo sobrevivir sin ayuda.
Nancy sólo negó con la cabeza, aunque debía ser honesta ella sabía muy bien que las palabras de Scott no estaban tan erradas y justo cuando iba a salir de la oficina escuchó.
¿Me puedes decir si es muy difícil preparar una taza de café? —preguntó Scott con una sonrisa mientras levantaba la ceja.
Mientras Scott tomó nota incluso en su teléfono las cantidades necesarias para preparar una jarra de café revisaba también el video de la chica en el noticiero que para ese entonces se había vuelto viral en las redes sociales, pero también en su cabeza, justo en ese momento Juan entraba a su oficina.—¡Hermano espero que tengas un buen plan para esto! —fue lo primero que dijo al verlo.—¡Buenos días, Hermano! ¿Cómo estás? ¿Qué tal va tu día? —respondió con tono de sarcasmo al verlo entrar así de decidido a su oficina mientras se sentaba llevando una taza de café que había preparado con las instrucciones de Nancy.—Vamos toma conmigo un café para que conversemos —sugirió con una sonrisa.Juan se acercó a la cafetera y se sirvió el café y justo cuando estaba a punto de tomar el primer sorbo escuchó la frase que lo dejaría frio. —¿Qué tal? yo lo preparé —dijo con orgullo Scott.Juan lo miró y en vez de probarlo dijo —¿Estás seguro de lo que estás diciendo? mira que soy muy joven y guap
Las horas pasaron mientras Laura y Mariela seguían junto al resto de los trabajadores repartiendo anuncios en la puerta del lugar, de pronto dos hombres muy elegantes de unos 60 años aproximadamente se hicieron presentes diciendo que querían hablar con los trabajadores y en especial preguntaron por Mariela. —Amiga ahí el viejito ese pregunto por ti —dijo Laura en voz baja. —¿Preguntaron por mí? Eso si es extraño —le respondió ella con asombro. —¿No estarás buscando un sugar? —dijo Laura mientras reía. —Ya no seas payasa, claro que no, déjame ver que quieren de seguro los enviaron de la compañía, aunque no pensé que nos harían caso tan rápido. Justo cuando Mariela llegó junto a los abogados el mánager también se acercó con prisa y con una risa nerviosa les dijo —les aseguro que tenemos la situación bajo control no era necesario que vinieran, pero si lo desean podemos pasar a mi oficina para conversar en privado.Mariela no pudo ocultar su desconforme con esa afirmación, cómo p
Mariela pensó «al menos creo que es buena persona, está con sus hijos no como el imbécil que embarazó a mi hermana y la dejó cuando se dio cuenta de la responsabilidad que significaba ser padre, de seguro tiene una esposa como esas de las revistas que pasan el día en el salón de belleza, deben tener una ama de llaves… y quien sabe cuántas personas más para que les ayuden ¿por qué estoy pensando todo eso? ¿A mí que me importa su vida personal» Ese par de segundos en los que su mente trató de descifrar de alguna manera esa personalidad después de haber escuchado esa voz por un par de segundos fue interrumpido por Octavio. —¿Le parece si vamos a conversar con los trabajadores? de esa manera todos sabrán que mañana temprano deberán estar aquí para así poder resolver esto. Mariela reaccionó, de inmediato sonrió y asentó con la cabeza, tal vez tratando de ocultar cualquier emoción que pudiera delatar esos pensamientos que acababa de tener. Justo antes de salir Luis la detuvo —le puedo
Después de visitar unas tiendas por su cuenta Scott volvía al hotel para llevar a los niños al show que ellos querían, de pronto se da cuenta que probablemente tengan la misma edad del pequeño que iba junto a esa muchacha, esos ojos color miel quedaron grabados en su mente como nunca antes con otra mujer, sólo fueron unos segundos, pero podía asegurar que ella era la chica del noticiero y de ser así en unas horas lo podría confirmar, «y sino no es» pensó «¿Cómo la voy a encontrar en esta ciudad?» por qué le preocupaba tanto ese encuentro en realidad no lo sabía, pero no podía sacarse esa imagen de su cabeza. Los pequeños habían convencido a Sarita que los acompañara a Broadway, en realidad Scott había construido alrededor de esos niños algo muy parecido a una familia, Sarita era como una abuela y Juan y su madre eran como los tíos, sólo que a esa familia casi perfecta le faltaba una mamá y él lo sabía. ¿Estaría dispuesto a intentar una relación y comprometerse seriamente? Se pregu
Por su parte esa tarde Mariela prácticamente corrió lo más rápido que pudo de vuelta a su trabajo con Miguelito, sentía que no podía dejar a su amiga sola con todo, así que tratando de olvidar ese incidente con ese más que guapo desconocido al que estaba segura no volvería a ver en su vida continuó su camino. —¿Qué haces aquí? —preguntó Laura al verla —Te dije que te fueras a tu casa con Miguelito que todo estaría bien. —Lo sé, pero no es justo que te quedes sola con todo lo que hay que hacer además me preocupa la reunión de mañana. —Estoy segura de que todo estará bien, aunque yo nada más por esta vez… y no es que no te veas bien, pero trataba de arreglarme un poquito como para distraer al jefe… mira que al pobre hombre de inútil para arriba lo trataste por televisión abierta —dijo Laura rodando los ojos. —Eso no es nada incluso la maestra de Miguelito me dijo que el video ya era viral ni siquiera lo quiero ver te lo prometo —dijo con preocupación —de hecho, venía tan preocup
En otro lugar de la ciudad después de la cena, Scott y Juan le ayudaban a Sarita llevar los niños a la cama, estaban tan cansados que no necesitaron mucho para caer rendidos, aunque ninguno de ellos quiso soltar su varita mágica. Justo antes de salir de la habitación Scott escuchó a Travis decir entre dientes antes de dormir —con mi varita mágica voy a traer una mamá así mi papi ya no estará más solito. Scott se detuvo un momento para observar esa habitación había hecho de todo para darles una vida llena de comodidades a esos niños, pero no había sido capaz de darles una mamá, tenía miedo de fallarles y traerles a su vida a una mujer sin el amor suficiente como para sentirlos suyos. Juan quien había notado durante la cena la preocupación de su amigo decidió llamarlo por teléfono. —¿Qué pasa hermano? Te siento distraído —fue lo primero que dijo.—Creo que hoy conocí a la famosa chica de la televisión —respondió Scott. —Espera... ¿Te refieres a la que dijo que ni un café sabes h
Por algunos segundos Scott se quedó inmóvil observando esa chica desde la distancia que se veía realmente envuelta en su trabajo, tal vez demasiado para darse cuenta de que alguien estaba poniendo atención a sus movimientos a sólo un par de metros de ella. De pronto escuchó a Travis decir —Papi ¿podemos ver los juguetes que están sacando esas chicas? —apuntando con la mirada hacia Laura y Mariela.Sarita se acercó viendo su sonrisa de aprobación y fue junto a ellos.Juan y Scott se quedaron en un pasillo continuo mientras escuchaban como Travis y Mark estaban muy emocionados viendo juguetes.—Abuelita Sara, ¿Podemos comprar ese juego de magia que está sacando esa chica? —dijo Travis apuntando a Mariela.—¡Hola! —dijo Mariela de manera amistosa acercándose al pequeño —te gustan los juegos de magia.—¡Si me gustan mucho! —respondió emocionado Travis.—¡A mí también! —dijo Mark. —¿Qué edad tienes? —preguntó ella.—Tengo 7 años —contestó Travis muy decidido.—Yo también —agregó Mark.
Para ese entonces el resto de las cajeras miraban la situación en la que se encontraba Jack entre risas y al mismo tiempo escepticismo.—¿Cómo es que Jack está trabajando? —se escuchó el murmullo desde la caja 3.—Lo veo y no lo creo —dijeron desde la caja 8.—No creí que viviría para ver esto —dijo otra cajera.—Viendo esto, yo creo que tendremos nieve en verano —se escuchó desde la caja 5.—Yo mejor grabo esto, de seguro el video se vuelve viral lo llamaré “Ya no soy virgen” —dijo alguien en la caja 6.Jack por su parte cometía error tras error, escaneaba dos veces las mismas cosas o simplemente se le pasaban algunas y Juan estaba pasando el mejor día de su vida señalando cada vez que algo así sucedía.—Veo que no tiene mucha práctica —le dijo en un momento.—Cero práctica diría yo —comentó la supervisora de cajas que ya estaba cansada de llegar a resolver los problemas de Jack.Cuando por fin terminaron con la compra Scott pidió pagar la mitad ya que también quería ayudar y después