Capítulo 4

Mariela pensó «al menos creo que es buena persona, está con sus hijos no como el imbécil que embarazó a mi hermana y la dejó cuando se dio cuenta de la responsabilidad que significaba ser padre, de seguro tiene una esposa como esas de las revistas que pasan el día en el salón de belleza, deben tener una ama de llaves… y quien sabe cuántas personas más para que les ayuden ¿por qué estoy pensando todo eso? ¿A mí que me importa su vida personal» 

Ese par de segundos en los que su mente trató de descifrar de alguna manera esa personalidad después de haber escuchado esa voz por un par de segundos fue interrumpido por Octavio.  

—¿Le parece si vamos a conversar con los trabajadores? de esa manera todos sabrán que mañana temprano deberán estar aquí para así poder resolver esto. 

Mariela reaccionó, de inmediato sonrió y asentó con la cabeza, tal vez tratando de ocultar cualquier emoción que pudiera delatar esos pensamientos que acababa de tener. 

Justo antes de salir Luis la detuvo —le puedo preguntar por el mánager en la tienda, quiero conocer su opinión sobre él.

Esos minutos fueron tal vez un tanto extraños para Luis, aunque no lograba entender la razón debía reconocer que esa chica le recordaba mucho a él en sus años de juventud, ella tenía ese brillo en los ojos que él había perdido hace más de veinte años cuando su carrera iba subiendo como la espuma. 

—La verdad si me pregunta eso le diré que mi opinión no es la mejor, aunque preferiría no decir nada mas ya que no está presente en este momento, pero no me preocupa tener una conversación frente a él cuando sea necesario —respondió con seguridad.  

—No se preocupe, con eso tengo —fue la respuesta de Luis con una sonrisa.   

La mirada de aprobación de Octavio a esas palabras fue clara, la verdad no había necesitado más que esos segundos junto a él y ver esa oficina para darse cuenta de cómo era en realidad, esa primera impresión no fue la mejor.   

Después de ese momento los tres volvieron a caminar por esos pasillos que esta vez ella sentía de una manera especial, casi con una sensación de alivio, algo en su corazón le decía que todo estaría bien, aunque era obvio que tenía temor de que no fuera así, por momentos pensó que tal vez su imaginación le estaba jugando una mala pasada y todo podría ser una mentira «¿Qué tal si el tal señor Newman llega mañana a defender a Jack como lo han hecho antes»

Al verla sus compañeros cruzar la puerta se acercaron rápidamente, todos estaban expectantes de que tendría que decir. 

—¿Será que seguiremos con la huelga? —murmuraba alguno.  

—No creo, mira ella viene con una sonrisa —respondía otro.

—Yo creo que esto es lo que debimos hacer hace rato —se escuchaba también a alguien más decir.  

—¡Ya cállense! —les dijo Laura —escuchemos lo que nos tienen que decir, yo tengo fe que mi amiga sacó la cara por nosotros.  

—Amigos por favor, por hoy vamos a terminar esto, y la tienda cerrará por este día, mañana al mediodía el señor Newman quien es el nuevo accionista mayoritario estará aquí para hablar con nosotros —dijo Mariela sacando la voz para que todos la pudieran escuchar fuerte y claro.  

—¿Hubo cambios en la compañía y nosotros no supimos nada? —reclamó alguien desde la distancia, era la voz de un hombre con un tono de enojo.  

—La verdad es que estos cambios acaban de ocurrir y el señor Newman ha decido invertir aquí para poder terminar con las irregularidades que han estado ocurriendo —respondió Mariela.  

—¿Y tú le creíste?… eres una ilusa, un hombre como él no va a estar escuchando nuestros problemas, mejor di la verdad ¿cuánto de pagaron para que convenzas aquí a tanto idiota? —le respondió con sarcasmo esa voz que se hizo aún más fuerte.  

Luis no podía creer que alguien le hablara así a esa chica y de inmediato la defendió diciendo —la señorita está diciendo la verdad, ella entró a este lugar para representarlos y creo que lo que acaba de decir usted es una falta de respeto no sólo para ella sino para el resto de las personas que han confiado en ella.  

Los murmullos de quienes estaban ahí se escuchaban donde en su mayoría estaban de acuerdo con esa defensa. 

—Que dices viejito no me digas que ya te endulzaron el oídio... ya sé que está un poco desarreglada, pero está joven, aunque te aviso es madre soltera —dijo la mujer que estaba junto al hombre que intentaba humillarla.

—De seguro busca un sugar —exclamó el hombre con una carcajada.  

—¡¿Que te pasa imbécil?! —le gritó Laura, quien no le dio tiempo a Mariela a defenderse y casi sin pensarlo se le fue encima a la mujer incluso dos compañeros la detuvieron antes de que le cayera a golpes.  

—¡Laura calma por favor! no te preocupes, te garantizo que sus comentarios no me afectan porque se dé dónde vienen, sólo les digo en especial a ustedes dos—dijo dirigiéndose a esos personajes que al parecer no eran del agrado de muchos —si quieren venir mañana temprano nadie les impedirá la entrada a la reunión, pero si piensan que insultándome o inventando calumnias en mi contra lograrán algo, les aviso que pierden el tiempo... para mí los comentarios que son importantes vienen de las personas que valen la pena, y de no ser así, simplemente no me interesan.  

—¡¿Me estás diciendo que no valgo la pena?! —le reclamó el hombre levantando la voz aún más fuerte, pero Mariela simplemente lo ignoró aún más.  

«Ya verás como me encargo de ti, te bajaré de esa nube para que veas que aquí la que no vale nada eres tú» pensó ese hombre y después de darle una mirada a la única que lo apoyó se alejó del grupo en silencio.

Laura casi no pudo contener la risa y dijo —¡Así se habla amiga! —y dirigiéndose al resto —¡ya chicos por favor guardemos todo para que mañana estemos temprano aquí!

Después de un par de murmullos y algunas burlas donde varios incluso se rieron de esos dos personajes Laura se acercó a su amiga —¿Por qué no me dejaste que le cayera a golpes a esa loca? Le sobran uñas, pestañas postizas y extensiones, que se cree de cuando el burro hablando de orejas, si todos saben que Jack se la agarrado desde el baño hasta la oficina y no es el único según se sabe.  

—Ese es su problema no el mío, no pienso caer en su juego, ahora lo importante es que el señor Newman escuche lo que tenemos que decir —respondió Mariela. 

—Tienes razón, pero un día esa loca me va a pillar con la Chapina atravesada y verá cómo le va.  

Mariela sonrió —al menos terminamos a tiempo veía que las horas pasaban y tendríamos que pedirle nuevamente a la profesora de Miguelito que lo trajera.  

—Justo estaba pensando en eso —respondió Laura.

—Me ayudas a organizar todo aquí mientras corro a la escuela... te prometo que vuelvo rápido con Miguelito. 

—Si claro amiga, sólo ve con cuidado y no te preocupes nos vemos en el departamento además no hay mucho que recoger. 

—Gracias amiga —respondió dándole un abrazo —eres la mejor.  

—Lo sé, pero nunca viene mal el recordatorio —respondió Laura mientras le cerraba un ojo.  

Mariela se despidió rápidamente de los abogados y corrió como cada día esas casi 4 cuadras para llegar a la escuela de su niño y como siempre era prácticamente el último en ser recogido. 

—Gracias Lucy —le dijo a la maestra que estaba junto al pequeño.

—Tranquila, ya sabes que para mí es un placer cuidar a este angelito, ya terminó sus tareas así que no tienes que preocuparte por nada —respondió la maestra.  

—Mil gracias no sé qué haría sin tu ayuda.  

—Ya me contaron que eres famosa —dijo la profesora con una sonrisa —voy a pedirte un autógrafo.  

—Si lo dices por la entrevista en el noticiero ya pasó... tampoco creo que la hayan visto tantas personas.

—¿A ti se te olvido que las redes sociales existen verdad? Estamos en New York nena, dejaste al dueño de la tienda como un inútil, pobre hombre ese video ya está viral tiene más de 100 mil reproducciones.  

—No me digas eso —respondió Mariela abriendo los ojos como plato y recordando incluso que dijo que de seguro ni el café sabía hacer.  

—¿De verdad no estabas enterada?  —preguntó con curiosidad Lucy.

—No, y lo peor de todo es que mañana estará aquí para hablar con nosotros —respondió Mariela con preocupación.  

—Yo creo que lo que debes hacer es ponerte super guapa y así cuando te reclame le cierras un ojo y le das una sonrisa coqueta —respondió Lucy mientras reía en especial viendo la cara de preocupación en Mariela que parecía notarse más a cada segundo. 

Al salir de la escuela Mariela no dejaba de pensar en las palabras de Lucy y mientras cruzaban una calle casi no se dio cuenta de que el semáforo estaba cambiando y un carro casi la atropella, sin percatarse que había sido su culpa se detuvo frente al carro diciendo —¡Inútil que no vez que voy cruzando!

En esos momentos vio un hombre relativamente joven que se bajó y preguntó —¿Estás bien?  

Mariela que estaba muy enojaba sólo respondió con tono de burla —¡Si! estoy bien ¿que no me vez? 

El hombre sólo le dio una sonrisa y dijo —Veo que vas de prisa ¿los puedo llevar? 

—¡Claro que no! ¿Cómo se le ocurre que me voy a subir a un carro con usted?... ni que tuviera tanta suerte —respondió hasta con un tono de desprecio y dándose cuenta de que el carro era conducido por un chofer agregó —pero que puedo esperar de seguro ni manejar sabe.  

—Le puedo preguntar ¿por qué me juzga sin conocerme?  

Mariela sólo rodó los ojos y lo empujó diciendo —¡quítese que no estoy para perder el tiempo con usted por muy papacito que esté!

Y tomando a Miguelito fuerte de su mano siguió caminando sin percatarse de la forma en la que ese hombre la seguía mirando.

—Mami, ¿por qué empujaste al señor? parece buena persona —preguntó Miguelito mientras se alejaban.

En ese momento Mariela se dio cuenta de su reacción y le pidió al pequeño que por favor lo olvidara sintiéndose culpable ya que ella no actuaba así por lo general.

Mientras tanto Scott la veía alejarse y era vuelto a la realidad después de un par de bocinazos acompañados de insultos de otro conductor.   

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