Gritos, sollozos y tristeza. Así es como podemos describir el paisaje que a la muerte le encanta mirar desde la esquina de ese lugar. La gente con sus batas blancas corría aquí y allá y, en una de las bancas, ella estaba allí. La desesperación estaba impresa en su cara, no había nada cuando su corazón ya había sido destrozado sin piedad con aquellas palabras que habían salido de los labios de aquel doctor sin compasión alguna. Y es que ellos no sabían entender de problemas económicos, ello solo sabían procede4 si había dinero de por medio.
“Necesitamos hacer algunos estudios, su hija necesita algunas cirugías, si nosotros no la operamos, su vida correrá peligro”.
En la vida de Gabriela no había nada más que su hija y las palabras del doctor.
¿Cómo fue posible eso? Si ya la habían operado innumerables veces, ella no podía estar más rota. Diez mil de dólares, sabía que tenía que conseguir diez mil dólares desde que el doctor ya le había hable de eso antes. Solo que no pensó que fuera a ser más temprano de lo esperado. Ahora, su pesadilla se estaba volviendo real.
Velvet era el nombre de la preciosa niña que fue traído a ella como un milagro, Velvet era el angelito que había nacido con una extraña enfermedad que le impidió incluso correr a los brazos de su madre desde que dio sus primeros pasos. Ella tenía una enfermedad en el corazón. Era cierto, el dinero no puede comprar la felicidad, ni el amor ni la vida pero, ¿qué pasa cuando la vida enseña lo contrario? Porque en esto caso, el dinero efectivamente podía comprar la vida, la vida de aquel tesoro. Gabriela no se iba a rendir, no iba a abandonar a su pequeño angelito, ella iba a pelear contra la muerte si era necesario porque ni la muerte iba a ser suficiente para poder llevarse a su hija.
"Dinero, dinero. Velvet vivirá. Dinero. ¡Dinero, mi Velvet saldrá de aquí, lo juro!”
Finalmente Gabriela se levantó de la banca que había usado casi toda esa tarde. Ahora solo tenía una idea en la mente, ir con aquellos que podían ayudarle.
Después de haber secado sus lágrimas en todo el camino y habiéndolas llorado otra vez, ella llamó a la puerta de la casa de su tío. Después de todo, él era todo lo que ella tenía junto con su tía.
Su tío abrió la puerta, y con una sonrisa sarcástica la recibió. Gabriela no podía esperar menos de su tío y mucho menos de su tía, que estaba dentro de la casa.
— ¿En realidad? ¿Hablas en serio? No puedo creerlo, la última vez que viniste yo te dio 500 dólares —. Dijo la tía de Gabriela.
Con lágrimas en los ojos, ella miró a su tía. —Por favor, tía Andrea, lo siento por los problemas que te he ocasionado pero, mi Velvet necesita más cirugías, por favor, te lo pido.
—No tengo dinero, ni siquiera sé si estás diciendo la verdad, esto es demasiado, esa niña tuya tiene que estar fingiendo como siempre —. Exclamó la mujer de media edad en el sofá.
Gabriela habría caído de rodillas si su tía le había pedido que hiciera eso. ¿Cómo era que sus parientes podrían estar haciéndole eso a ella cuando más los necesitaba para salvarla vida de su hija?
—Por favor, tía Andrea, ayúdame y yo te prometo que esta es la última vez que me ves en esta casa, te lo pido con todo el dolor de mi corazón.
—No me importas tú o tu hija. No me importa ninguna de las dos. ¡Ahora vete de aquí si no quieres que te saque a patadas!
Sin ningún cuidado, su tío la tomó por el brazo obligándola a irse de esa casa y justo de esa manera, supo echarla fuera de su pequeña casa. La misma casa de la que ellos sería expulsados en algún momento no lejano desde que el dueño había dicho que la casa iba a ser vendida pronto.
—En serio, ¿nos está pidiendo más ¡¿dinero?! —Gabriela escuchó a su tío quejarse.
Si tan solo supieran cuánto ella sufría, su hija estaba enferma, su hija estaba en peligro. Todo el mundo tenido problemas pero, hay algunos de ellos que todavía podían ofrecer una mano y sus tíos optaron por no hacerlo. En su mente, más parientes vinieron a sus pensamientos pero, ya no era necesario adivinar lo que harían o lo que le gritaría en cuanto ella tocara sus puertas.
“Nadie quiere saber nada de ti, no eres más que un pariente más. ¡Olvídate de nosotros! Vete. Ni siquiera tu padrastro quería saber acerca de ti."
Una fuerte lluvia sobre ella estaba cayendo, eso era todo lo que ella necesitaba para hacer de esa noche una de las noches más tristes de su vida. Con lágrimas en los ojos, ella sacó su teléfono celular de su bolsillo aun con las pocas fuerzas que le quedaban.
Había alguien que tenía que ayudarla. David. La única persona que le quedaba.
Ella era demasiado joven cuando todo eso sucedió, pero los recuerdos seguían siendo tan frescos como ese día. Gabriela había estado casada con David, la había aceptado incluso cuando la pequeña Velvet ni siquiera era su hija. Vivieron felices por algunos años hasta la muerte de la madre adoptiva de Gabriela. Todo se vino abajo, David la acusó de ser una tramposa, él había dicho que no conocía al padre de su hija, que era una cualquiera y después de eso, él la echó de su casa. Fue entonces cuando su hija comenzó la enfermedad. De repente, ella fue declarada extrañamente enferma de un momento a otro. Gabriela, ¿dónde estaba su vida? Gabriela, una de las más mujeres respetadas en ese país. Esa ya no era ella.
Muchos secretos, ¿en qué momento su mundo se tornó al revés? Gabriela Barrera había sido su nombre, Gabriela Barrera había sido la mujer que mucha gente había respetado y admirado. ¿Cómo eso pasó después de ser una respetada mujer en ese país? La vida que ella tuvo una vez ya no era su vida. El presente estaba aquí, un futuro incierto en el horizonte y ella era solo una mujer luchando por la vida de su hija.
CAPÍTULO UNO: SOLO UNA TONTA Gabriela estaba haciendo todo lo que podía, usando todas las herramientas que tenía en sus manos. Sólo se escuchó una risa sarcástica de la otra línea. No importa cuánto ella había orado, no importa cuánto ella le había explicado la situación, todo lo que ella pudo haber escuchado en ese momento fue su estúpida risa.— ¿Qué dijiste? ¿De verdad? —preguntó David riendo.—David, te estoy diciendo la verdad.— ¡No me importa! —David la interrumpió.—David, por favor, ayúdame, lo juro, te pagaré, ¡necesito tu ayuda ahora! Si sentiste algo por mí alguna vez, ayuda por favor, ayúdame.Sólo una risa en la otra línea. — ¿Qué cosas tú dices? ¿Si tuve sentimientos por ti? Tú ¿Eres demasiado estúpida para decirme eso? No los tuve, Gabriela, jamás los tendría, nunca tendré sentimientos por ti, era sólo un plan, ¿no lo entiendes? La empresa depende de mí, te guste o no! ¡Eso es todo! Oh, por cierto, no puedo ayudarte. Mi viaje apenas comienza, así que por favor, no me
CAPÍTULO DOS: SOLO OSCURIDADGabriela estaba perdiendo la cabeza. Sin una palabra, caminó a través del pasillo del autobús, se sentó en uno de los asientos más alejados. No había nada que decir. Ella no pudo evitar recordar sus mejores momentos. Ahí fue donde ella se vio a ella misma siendo feliz. La verdad era que ella no tenía nada ahora, nada literalmente, no podía reclamar nada solo la ropa que ella estaba usando en ese momento.Cuando el autobús llegó a su destino, Gabriela se bajó del autobús y caminó hacia ese lugar prometido. No era lo mejor pero al menos, ella tenía algo allí.La mayoría de la gente que habitaba ahí eran inmigrantes, simplemente pobres hombres cuyo deseo era tener un lugar estable para dormir o en menos, dormir libre de preocupaciones. En ese pequeño lugar, Gabriela estaba alquilando una habitación, ese lugar era su todo.Sin tanta fuerza en su cuerpo, Gabriela logró empujar la puerta vieja hasta que esta se abrió.El lugar pequeño, viejo y diminuto fue dibu
CAPÍTULO TRES: UN MILAGROElla nunca había probado su paraíso, ella nunca había sentido la necesidad de buscarlo en él pero ella estaba segura de que todo lo que él podía ofrecer era oscuridad.— Buenas noches—, saludó Gabriela con un sonrisa en su rostro.El hombre solo asintió sin decir nada. A decir verdad, ese silencio entre ellos ya no era incómodo como las primeras veces. Gabriela ya estaba acostumbrada a eso.Para no sentirse incómoda con su no existente presencia, Gabriela sacó su celular para distraerse mientras él estaba allí pero lo que ella no esperaba, por lo que ella no había apostado era que su compañero de renta estaba caminaría hasta ella en el momento en que le extendió algo con uno de sus manos y lo dejó en la barra en la que ella se apoyaba. Luego, se alejó sin decir una palabra.Gabriela no pudo evitar mirarlo asombrosamente. El hombre no dijo nada, solo se concentró en preparar su cena.En ese momento en que ella se aseguró de que él se había ido miró una tarjet
CAPÍTULO CUATRO: NO ES SUFICIENTE Era un recibo de donación de sangre. Había tres recibos como ese. Sin querer saber nada más, hizo una bola con el recibo y lo tiró lejos de él. Haber dado su sangre había sido bien pagado pues ese dinero era el que esperaba, Gabriela ocupara con sabiduría.Tantas cosas habían pasado desde el momento en que él se fue de casa con solo un objetivo. Buscar a los asesinos de su familia. Él se había hecho un juramente, no iba a regresar a casa hasta que los encontrara. La única manera en entrar en el mundo de la gente mafiosa era siendo un Don nadie a primera vista.En el momento en que regresó a casa, eran las 8:00 pm en punto. Una vez más, allí no había nada, no había nadie, solo oscuridad. Lentamente, encendió las luces. Como siempre, era un problema para encenderlas. Nada en ese pequeño espacio al que llamaba hogar parecía funcionar bien. Las luces se apagaban por ellas mismas.Tan pronto como estuvo en su habitación, se quitó u camiseta de un solo mo
CAPÍTULO CINCO: UN PAPÁ La luz del sol entraba por la pequeña ventana que Daniel tenía detrás de su cama. Solo el petricor se respiraba en esa pequeña habitación. La fuerte lluvia había cesado unas horas antes, tal vez. Poco a poco, segundo a segundo, los ojos de Daniel se abrieron después de haber parpadeado un par de veces. En cuanto le llegaron sus últimos recuerdos, prefirió levantarse y ponerse una de sus prendas después de ser asaltado por sus recuerdos. Como si nada hubiera pasado, fue a la cocina. Las risas de Velvet encendieron su corazón y el malestar que estaba sintiendo desapareció. Frente a él estaba Gabriela preparando el desayuno mientras su hija se mantenía ocupada cantando la misma canción de todas las mañanas cuando esperaba el plato ser servido por su madre como sucedía en cada mañana a la misma hora antes de ir a la escuela o, quizá, si el tiempo cambiaba y si la enfermedad en su pequeño corazón se hacía más fuerte, tener que ir al hospital. En cuanto la pequeña
CAPÍTULO SEIS: FELICIDAD La verdad era que Gabriela esperaba todo menos eso que la niña acababa de preguntar. Por supuesta que no había nada malo en el hecho de tener un padre o no tenerlo, simplemente que ahí, estando frente a la persona que estaba, no le era sencillo contestar sin que se sintiera mal o hacer que Daniel se sintiera un poco incómodo con la situación. De repente, y por instinto, Gabriela miró a Daniel, que estaba atento a la conversación que las dos estaban teniendo. La imagen de él era graciosa ya que no dejaba de masticar sus alimentos. Una sonrisa fue forzada en el rostro de Gabriela. Con prisa, Gabriela acercó su mano a la manita de su hija, la misma que reposaba en la mesa vieja. —Tienes a mami, y no te va a pasar nada si estoy yo aquí, ¿de acuerdo? No necesitas un padre cuando me tienes, ¿de acuerdo, mi pequeño ángel? —Pero mis amigos seguían molestándome solo porque mi padre ya no me recogía de la escuela como antes, ¿lo recuerdas, mamá? Dijeron que mi padr
CAPÍTULO SIETE: MIEDOSeguramente, Daniel debió sentir un par de ojos grandes sobre él porque, sin ningún tipo de aviso, miró a Gabriela. Ella no pudo evitar mirarlo incluso si él ya la estaba mirando de la manera en que lo hacía. Para Gabriela, esa mirada terminó con todas sus dudas, Daniel era genuino, había sido genuino con esa respuesta. Él realmente quería cuidar de la pequeña niña como si realmente fuera suya. ¿Cómo decirle que Daniel no tenía ninguna necesidad de hacer eso? Al final del día la pequeña Velvet era hija de ella y de nadie más y de esa manera, ella debía de entenderlo y no acostumbrarse al buen trato de un hombre cuando al final todos sabían dar la espalda.Quizá Daniel no era ese tipo de hombre pero sí era el tipo de hombre que podía ponerlas en peligro con el solo hecho de que su verdadero nombre saliera a la luz como todos los secretos y mentiras están dispuestos a hacerlo.Incluso si en ese momento, Gabriela hubiera reunido el valor suficiente para hablar con é
CAPÍTULO OCHO: PAPÁ¡Qué divertido para ese hombre que iba y venía de un lado a otro teniendo como único objetivo terminar con los pobres hogares que con tanto sacrificio se había obtenido! ¡Qué divertido para ese hombre que solo iba y venía de un lado a otro amenazando a la gente para al final, reírse en sus caras como lo estaba haciendo en ese momento en que una maldita sonrisa sarcástica estaba pintada en su rostro! Ese hombre no sabía de respeto, no sabía cuán grande puede ser la necesidad de que las personas tengan un techo sobre sus cabezas. Para él, era demasiado fácil hacer que la gente temiera y se olvidara de sus necesidades para siempre terminar sirviéndole a él y a su jefe. No era un buen hombre, un buen hombre no puede hacer lo que estaba haciendo él.Ángelo era el nombre de ese hombre que había estado ahí para David como una mascota y el que ahogaba las cosas de esa pequeña casa con solo pisar en ellas. Ángelo era el hombre de los Belmonte y seguramente, por dinero, p