CAPÍTULO OCHO: PAPÁ¡Qué divertido para ese hombre que iba y venía de un lado a otro teniendo como único objetivo terminar con los pobres hogares que con tanto sacrificio se había obtenido! ¡Qué divertido para ese hombre que solo iba y venía de un lado a otro amenazando a la gente para al final, reírse en sus caras como lo estaba haciendo en ese momento en que una maldita sonrisa sarcástica estaba pintada en su rostro! Ese hombre no sabía de respeto, no sabía cuán grande puede ser la necesidad de que las personas tengan un techo sobre sus cabezas. Para él, era demasiado fácil hacer que la gente temiera y se olvidara de sus necesidades para siempre terminar sirviéndole a él y a su jefe. No era un buen hombre, un buen hombre no puede hacer lo que estaba haciendo él.Ángelo era el nombre de ese hombre que había estado ahí para David como una mascota y el que ahogaba las cosas de esa pequeña casa con solo pisar en ellas. Ángelo era el hombre de los Belmonte y seguramente, por dinero, p
¡Qué feliz podría estar la niña con solo haber pronunciado esas palabras! Sin siquiera haberse obligado a ella misma a verlo como su padre, de un momento a otro, ella ya lo había llamado de esa manera. Aquel cabello cortito y muy chino, niña que vestía de vestiditos muy coloridos, niña que siempre tenía una sonrisa en el rostro, era la misma niña que ahora miraba a Daniel como si se tratara de su superhéroe, y era la misma pequeña que hacía el corazón de Daniel un poco más cálido siempre, con solo una mirada, con solo una sonrisa, con solo tocar su mano, con solo cantar aquella canción infantil que todas las mañanas llegaba a sus oídos.Gabriela, no hacía falta decir que no podía levantar la cabeza. No podía simplemente callar a su bebé ahora que más feliz lograba verla y escucharla con solo haber dicho esa palabra, no podía simplemente pedir que no dijera eso porque al final, Velvet estaba feliz. Y eso era lo que más quería una madre, ¿no es así? Todo lo que podía hacer era callar
CAPÍTULO DIEZ: UNA FAMILIATanto tiempo había pasado desde la última vez que Gabriela se sintió tan tranquila, sin que nada le faltara, con ganas de que los días se fueran, sabiendo que podía cuida de su hija y de todas sus necesidades. No había nada que no quisiera hacer por ella pero la verdad era también que entre más recordaba a su hija hablarle de esa manera a Daniel., todo lo que quería hacer era detenerla y hacerle entender la razón por la que ella no podía verlo como a un padre. Al final, ¿qué podía esperar de un hombre que no estaba casado con ella cuando aquel que realmente estaba casado la abandonó, la engañó y la dejó en la calle?Estando adentro de la habitación, Gabriela pensó dos veces si era debido hablar de lo que quería con su hija, las razones, explicarle una a una de las razones por las que la niña no podía ver a Daniel como a un padre. Lamentablemente si le explicaba eso a su hija era hacerle ver la realidad, lo cruel que la vida podía ser en muchos momentos. Ahor
CAPÍTULO ONCE: MASCULINIDAD¿Qué había de esas personas que ahora, ante los ojos de los demás no eran más que familia, la familia que muchos podían añorar pero pocos tener? Finalmente llegó el autobús hasta la parada después de algunos minutos de haber estado esperando ahí. Era la hora de trabajar así que inútil era pensar que el autobús no estaría lleno de gente malhumorada, gente que solo pensaba en llegar a su casa y olvidarse del mal momento que pudieron tener en el trabajo. Delante de ellos, muchas personas también se subieron al autobús, las mismas que habían estado esperando por más de treinta minutos, eso no solía pasar a menudo pero el autobús ya había tardado más de lo que debía.La misma historia con los buses llenos de siempre fue escrita en esa tarde en que aquella familia tenía que llegar al médico cuanto antes, gente sonriéndose entre sí –seguramente la gente a la que le había ido bien en el trabajo –gente hablando entre ellos y otros más, dando la bienvenida a los nuev
CAPÍTULO DOCE: FUERTE En el momento en que menos Gabriela lo hubiera esperado, ellos lograron llegar a su parada, ¿qué se podía decir de Gabriela cuando ya se había dicho todo? Pero más allá de todo eso, ¿qué se podía decir de la pequeña Velvet que no podía parar de sonreír? No era que entendiera lo que había pasado entre su madre y el hombre que quería ver como su padre, ella solo podía ver la felicidad con la que Daniel las protegía y la seriedad con la que se tomaba su papel de padre entre esa familia. Ahora no quedaba nada más que seguir adelante y concentrarse en lo que continuaba y que no era más que la salud de la pequeña niña por la que Daniel había pagado la vida. No importaba qué tan cruel sonara, al final era la realidad, él estaba pagando por la vida de una pequeña. Cuando por fin ellos estuvieron frente al edificio que Gabriela ya conocía de memoria, solo supo detenerse mientras le hacía saber a Daniel que lo que siguiera adelante le correspondía a ella no porque quisie
CAPÍTULO TRECE: RECUERDOS Con una sonrisa en el rostro, todo lo que pudo hacer Daniel fue imaginarse cómo iban las cosas adentro en el consultorio del doctor que estaba atendiendo a la niña. Esa pequeña le recordaba tanto a él. Casi a la misma edad, casi de la misma manera la vida se le estaba yendo a él, o al menos eso fue lo que le dijo su madre, la historia que le relataba día a día hasta el final de sus días. Quizá era esa una de las tantas razones por las que sentía aquella conexión con esa niña desde el primer momento en que la conoció. A su mente llegaron esos recuerdos que tenía de Gabriela y de la pequeña niña. No había pasado mucho tiempo desde el momento en que el doctor la puso sobre aviso diciéndole que iba a necesitar alrededor de 50,000 dólares pues la niña no había tenido ningún avance con el tratamiento. Esa tarde en que llegó del trabajo fue lo mismo. Nunca había sido un hombre de muchas palabras, siempre llegaba con nula expresión en su rostro, siempre mirando al
CAPÍTULO CATORCE: CUIDADOEn una de las mansiones más grandes y más distinguidas de todo el país, siendo esa que no le podía pertenecer a nadie más más que a la familia de los Belmonte estaba aquel hombre, aquel mismo ser que había dejado de ser hombre con el solo hecho de haber sacado de esa casa a una mujer y a una pequeña que no tenía la culpa de nada en plena lluvia. Y es que el hombre que hacía eso no podía ser hombre, y es que el hombre que prefería antes que a una mujer y a una pequeña niña inofensiva no podía ser llamado hombre.Al final, ¿para qué casa de lujos, mansiones aquí y allá, autos de sobra, mujeres que podía cambiar en el momento en que él así lo quisiera? Al final, ¿para qué un apellido que todo el mundo supiera reconoce cuando por dentro no tenía más que un corazón que no sabía de compasión, que de todo lo que se podía alimentar era de ambición y más ambición? Ahí, bajando de las escaleras de esa gran mansión de pisos blancos, bajó David bien vestido, aquel panta
CAPÍTULO QUINCE: OCULTOacudiendo su cabeza ligeramente, Daniel se permitió regresar a su presente, el presente en el que Gabriela y la pequeña Velvet deberían de estarlo esperando. Su vida ya era demasiado complicada para seguirla complicando con recuerdos. En todo lo que podía pensar ahora era en por qué Gabriela y una pequeña niña tan enferma como su hija se tuvieron que atravesar en su camino.Quizá si ellas dos no hubieran aparecido en él, Daniel ya hubiera sido capaz de dar con los asesinos de su familia, lo único que él tenía ahora quedando a cargo de sus hermanos. Pero ahora que lo pensaba un poco mejor, ¿sería posible que si su madre no le hubiera hecho prometer una venganza antes de morir en los brazos de Daniel él hubiera podido continuar su vida a lado de sus dos hermanos y cargo de las empresas y el mucho o poco dinero que les quedaba?Fue la madre de Sebastián Montiel la primera en sembrar odio en el corazón de su hijo más grande, fue la madre de Sebastián Montiel antes