EPÍLOGO¿QUIÉN ERES? Un corazón que había sido roto en mil pedazos, un corazón que no había sido capaz de hacerle frente al daño que había ocasionado él mismo. Y es que no podía dejar de pensar en la situación de su hija y de la mujer que quería. Por supuesto estaba al tanto de lo que había pasado en el hospital ya tenía gente investigando la situación, el por qué Gabriela no podía salir del hospital cuando esa cirugía no resultaba ser la más agresiva. Y entre todo lo que sabía era que alguien le había hecho daño a su hija.Sebastián tenía algo que hacer y tal vez, eso era lo último que iba a hacer antes de poder regresar con la verdad ante Gabriela porque si algo tenía ella por seguro era que él iba a regresar ante la mujer que más adoraba en la vida. Ella era todo lo que él quería en su vida. Si se habían encontrado dos veces en la vida era por una sola razón. Estaban destinados a estar juntos.— ¿Ya tienes la información? —Preguntó Sebastián a Edmundo, quien entraba por las grand
Gritos, sollozos y tristeza. Así es como podemos describir el paisaje que a la muerte le encanta mirar desde la esquina de ese lugar. La gente con sus batas blancas corría aquí y allá y, en una de las bancas, ella estaba allí. La desesperación estaba impresa en su cara, no había nada cuando su corazón ya había sido destrozado sin piedad con aquellas palabras que habían salido de los labios de aquel doctor sin compasión alguna. Y es que ellos no sabían entender de problemas económicos, ello solo sabían procede4 si había dinero de por medio. “Necesitamos hacer algunos estudios, su hija necesita algunas cirugías, si nosotros no la operamos, su vida correrá peligro”.En la vida de Gabriela no había nada más que su hija y las palabras del doctor.¿Cómo fue posible eso? Si ya la habían operado innumerables veces, ella no podía estar más rota. Diez mil de dólares, sabía que tenía que conseguir diez mil dólares desde que el doctor ya le había hable de eso antes. Solo que no pensó que fuera a
CAPÍTULO UNO: SOLO UNA TONTA Gabriela estaba haciendo todo lo que podía, usando todas las herramientas que tenía en sus manos. Sólo se escuchó una risa sarcástica de la otra línea. No importa cuánto ella había orado, no importa cuánto ella le había explicado la situación, todo lo que ella pudo haber escuchado en ese momento fue su estúpida risa.— ¿Qué dijiste? ¿De verdad? —preguntó David riendo.—David, te estoy diciendo la verdad.— ¡No me importa! —David la interrumpió.—David, por favor, ayúdame, lo juro, te pagaré, ¡necesito tu ayuda ahora! Si sentiste algo por mí alguna vez, ayuda por favor, ayúdame.Sólo una risa en la otra línea. — ¿Qué cosas tú dices? ¿Si tuve sentimientos por ti? Tú ¿Eres demasiado estúpida para decirme eso? No los tuve, Gabriela, jamás los tendría, nunca tendré sentimientos por ti, era sólo un plan, ¿no lo entiendes? La empresa depende de mí, te guste o no! ¡Eso es todo! Oh, por cierto, no puedo ayudarte. Mi viaje apenas comienza, así que por favor, no me
CAPÍTULO DOS: SOLO OSCURIDADGabriela estaba perdiendo la cabeza. Sin una palabra, caminó a través del pasillo del autobús, se sentó en uno de los asientos más alejados. No había nada que decir. Ella no pudo evitar recordar sus mejores momentos. Ahí fue donde ella se vio a ella misma siendo feliz. La verdad era que ella no tenía nada ahora, nada literalmente, no podía reclamar nada solo la ropa que ella estaba usando en ese momento.Cuando el autobús llegó a su destino, Gabriela se bajó del autobús y caminó hacia ese lugar prometido. No era lo mejor pero al menos, ella tenía algo allí.La mayoría de la gente que habitaba ahí eran inmigrantes, simplemente pobres hombres cuyo deseo era tener un lugar estable para dormir o en menos, dormir libre de preocupaciones. En ese pequeño lugar, Gabriela estaba alquilando una habitación, ese lugar era su todo.Sin tanta fuerza en su cuerpo, Gabriela logró empujar la puerta vieja hasta que esta se abrió.El lugar pequeño, viejo y diminuto fue dibu
CAPÍTULO TRES: UN MILAGROElla nunca había probado su paraíso, ella nunca había sentido la necesidad de buscarlo en él pero ella estaba segura de que todo lo que él podía ofrecer era oscuridad.— Buenas noches—, saludó Gabriela con un sonrisa en su rostro.El hombre solo asintió sin decir nada. A decir verdad, ese silencio entre ellos ya no era incómodo como las primeras veces. Gabriela ya estaba acostumbrada a eso.Para no sentirse incómoda con su no existente presencia, Gabriela sacó su celular para distraerse mientras él estaba allí pero lo que ella no esperaba, por lo que ella no había apostado era que su compañero de renta estaba caminaría hasta ella en el momento en que le extendió algo con uno de sus manos y lo dejó en la barra en la que ella se apoyaba. Luego, se alejó sin decir una palabra.Gabriela no pudo evitar mirarlo asombrosamente. El hombre no dijo nada, solo se concentró en preparar su cena.En ese momento en que ella se aseguró de que él se había ido miró una tarjet
CAPÍTULO CUATRO: NO ES SUFICIENTE Era un recibo de donación de sangre. Había tres recibos como ese. Sin querer saber nada más, hizo una bola con el recibo y lo tiró lejos de él. Haber dado su sangre había sido bien pagado pues ese dinero era el que esperaba, Gabriela ocupara con sabiduría.Tantas cosas habían pasado desde el momento en que él se fue de casa con solo un objetivo. Buscar a los asesinos de su familia. Él se había hecho un juramente, no iba a regresar a casa hasta que los encontrara. La única manera en entrar en el mundo de la gente mafiosa era siendo un Don nadie a primera vista.En el momento en que regresó a casa, eran las 8:00 pm en punto. Una vez más, allí no había nada, no había nadie, solo oscuridad. Lentamente, encendió las luces. Como siempre, era un problema para encenderlas. Nada en ese pequeño espacio al que llamaba hogar parecía funcionar bien. Las luces se apagaban por ellas mismas.Tan pronto como estuvo en su habitación, se quitó u camiseta de un solo mo
CAPÍTULO CINCO: UN PAPÁ La luz del sol entraba por la pequeña ventana que Daniel tenía detrás de su cama. Solo el petricor se respiraba en esa pequeña habitación. La fuerte lluvia había cesado unas horas antes, tal vez. Poco a poco, segundo a segundo, los ojos de Daniel se abrieron después de haber parpadeado un par de veces. En cuanto le llegaron sus últimos recuerdos, prefirió levantarse y ponerse una de sus prendas después de ser asaltado por sus recuerdos. Como si nada hubiera pasado, fue a la cocina. Las risas de Velvet encendieron su corazón y el malestar que estaba sintiendo desapareció. Frente a él estaba Gabriela preparando el desayuno mientras su hija se mantenía ocupada cantando la misma canción de todas las mañanas cuando esperaba el plato ser servido por su madre como sucedía en cada mañana a la misma hora antes de ir a la escuela o, quizá, si el tiempo cambiaba y si la enfermedad en su pequeño corazón se hacía más fuerte, tener que ir al hospital. En cuanto la pequeña
CAPÍTULO SEIS: FELICIDAD La verdad era que Gabriela esperaba todo menos eso que la niña acababa de preguntar. Por supuesta que no había nada malo en el hecho de tener un padre o no tenerlo, simplemente que ahí, estando frente a la persona que estaba, no le era sencillo contestar sin que se sintiera mal o hacer que Daniel se sintiera un poco incómodo con la situación. De repente, y por instinto, Gabriela miró a Daniel, que estaba atento a la conversación que las dos estaban teniendo. La imagen de él era graciosa ya que no dejaba de masticar sus alimentos. Una sonrisa fue forzada en el rostro de Gabriela. Con prisa, Gabriela acercó su mano a la manita de su hija, la misma que reposaba en la mesa vieja. —Tienes a mami, y no te va a pasar nada si estoy yo aquí, ¿de acuerdo? No necesitas un padre cuando me tienes, ¿de acuerdo, mi pequeño ángel? —Pero mis amigos seguían molestándome solo porque mi padre ya no me recogía de la escuela como antes, ¿lo recuerdas, mamá? Dijeron que mi padr