CAPÍTULO DIEZ: UNA FAMILIATanto tiempo había pasado desde la última vez que Gabriela se sintió tan tranquila, sin que nada le faltara, con ganas de que los días se fueran, sabiendo que podía cuida de su hija y de todas sus necesidades. No había nada que no quisiera hacer por ella pero la verdad era también que entre más recordaba a su hija hablarle de esa manera a Daniel., todo lo que quería hacer era detenerla y hacerle entender la razón por la que ella no podía verlo como a un padre. Al final, ¿qué podía esperar de un hombre que no estaba casado con ella cuando aquel que realmente estaba casado la abandonó, la engañó y la dejó en la calle?Estando adentro de la habitación, Gabriela pensó dos veces si era debido hablar de lo que quería con su hija, las razones, explicarle una a una de las razones por las que la niña no podía ver a Daniel como a un padre. Lamentablemente si le explicaba eso a su hija era hacerle ver la realidad, lo cruel que la vida podía ser en muchos momentos. Ahor
CAPÍTULO ONCE: MASCULINIDAD¿Qué había de esas personas que ahora, ante los ojos de los demás no eran más que familia, la familia que muchos podían añorar pero pocos tener? Finalmente llegó el autobús hasta la parada después de algunos minutos de haber estado esperando ahí. Era la hora de trabajar así que inútil era pensar que el autobús no estaría lleno de gente malhumorada, gente que solo pensaba en llegar a su casa y olvidarse del mal momento que pudieron tener en el trabajo. Delante de ellos, muchas personas también se subieron al autobús, las mismas que habían estado esperando por más de treinta minutos, eso no solía pasar a menudo pero el autobús ya había tardado más de lo que debía.La misma historia con los buses llenos de siempre fue escrita en esa tarde en que aquella familia tenía que llegar al médico cuanto antes, gente sonriéndose entre sí –seguramente la gente a la que le había ido bien en el trabajo –gente hablando entre ellos y otros más, dando la bienvenida a los nuev
CAPÍTULO DOCE: FUERTE En el momento en que menos Gabriela lo hubiera esperado, ellos lograron llegar a su parada, ¿qué se podía decir de Gabriela cuando ya se había dicho todo? Pero más allá de todo eso, ¿qué se podía decir de la pequeña Velvet que no podía parar de sonreír? No era que entendiera lo que había pasado entre su madre y el hombre que quería ver como su padre, ella solo podía ver la felicidad con la que Daniel las protegía y la seriedad con la que se tomaba su papel de padre entre esa familia. Ahora no quedaba nada más que seguir adelante y concentrarse en lo que continuaba y que no era más que la salud de la pequeña niña por la que Daniel había pagado la vida. No importaba qué tan cruel sonara, al final era la realidad, él estaba pagando por la vida de una pequeña. Cuando por fin ellos estuvieron frente al edificio que Gabriela ya conocía de memoria, solo supo detenerse mientras le hacía saber a Daniel que lo que siguiera adelante le correspondía a ella no porque quisie
CAPÍTULO TRECE: RECUERDOS Con una sonrisa en el rostro, todo lo que pudo hacer Daniel fue imaginarse cómo iban las cosas adentro en el consultorio del doctor que estaba atendiendo a la niña. Esa pequeña le recordaba tanto a él. Casi a la misma edad, casi de la misma manera la vida se le estaba yendo a él, o al menos eso fue lo que le dijo su madre, la historia que le relataba día a día hasta el final de sus días. Quizá era esa una de las tantas razones por las que sentía aquella conexión con esa niña desde el primer momento en que la conoció. A su mente llegaron esos recuerdos que tenía de Gabriela y de la pequeña niña. No había pasado mucho tiempo desde el momento en que el doctor la puso sobre aviso diciéndole que iba a necesitar alrededor de 50,000 dólares pues la niña no había tenido ningún avance con el tratamiento. Esa tarde en que llegó del trabajo fue lo mismo. Nunca había sido un hombre de muchas palabras, siempre llegaba con nula expresión en su rostro, siempre mirando al
CAPÍTULO CATORCE: CUIDADOEn una de las mansiones más grandes y más distinguidas de todo el país, siendo esa que no le podía pertenecer a nadie más más que a la familia de los Belmonte estaba aquel hombre, aquel mismo ser que había dejado de ser hombre con el solo hecho de haber sacado de esa casa a una mujer y a una pequeña que no tenía la culpa de nada en plena lluvia. Y es que el hombre que hacía eso no podía ser hombre, y es que el hombre que prefería antes que a una mujer y a una pequeña niña inofensiva no podía ser llamado hombre.Al final, ¿para qué casa de lujos, mansiones aquí y allá, autos de sobra, mujeres que podía cambiar en el momento en que él así lo quisiera? Al final, ¿para qué un apellido que todo el mundo supiera reconoce cuando por dentro no tenía más que un corazón que no sabía de compasión, que de todo lo que se podía alimentar era de ambición y más ambición? Ahí, bajando de las escaleras de esa gran mansión de pisos blancos, bajó David bien vestido, aquel panta
CAPÍTULO QUINCE: OCULTOacudiendo su cabeza ligeramente, Daniel se permitió regresar a su presente, el presente en el que Gabriela y la pequeña Velvet deberían de estarlo esperando. Su vida ya era demasiado complicada para seguirla complicando con recuerdos. En todo lo que podía pensar ahora era en por qué Gabriela y una pequeña niña tan enferma como su hija se tuvieron que atravesar en su camino.Quizá si ellas dos no hubieran aparecido en él, Daniel ya hubiera sido capaz de dar con los asesinos de su familia, lo único que él tenía ahora quedando a cargo de sus hermanos. Pero ahora que lo pensaba un poco mejor, ¿sería posible que si su madre no le hubiera hecho prometer una venganza antes de morir en los brazos de Daniel él hubiera podido continuar su vida a lado de sus dos hermanos y cargo de las empresas y el mucho o poco dinero que les quedaba?Fue la madre de Sebastián Montiel la primera en sembrar odio en el corazón de su hijo más grande, fue la madre de Sebastián Montiel antes
CAPÍTULO DIECISEIS: MATRIMONIODesde la esquina que parecía esconderse –a la vista de cualquiera que pasara cerca de ahí– Daniel vio a Gabriela sonriendo como nunca antes la había visto –o mejor dicho –desde hace un tiempo ya no lo hacía. Seguramente, ella ya había pagado por la cirugía. Ahora, estaba prestando atención a las indicaciones del médico que hablaba frente a ella con mucha familiaridad. Ese debía de ser el médico amigo de la pequeña niña que estaba abajo sonriendo como si ella fuera consciente de que el dinero le acababa de alargar la vida. Y es que ella era muy pequeña para entender que su vida estaba colgando de un hilo. Seguramente si fuera consciente de eso no dudaría en agradecerle a Daniel con la vida lo que él había hecho por ella cuando más quería la vida para vivirla junto a su madre.Y frente a los ojos de Daniel, Gabriel y el médico. Todo lo que ella tenía que hacer era seguir sus instrucciones al pie de la letra para que los últimos pasos fueran dados para come
CAPÍTULO DIECISIETE: MIEDOGabriela parpadeó dos veces tratando de entender las palabras del hombre. No quería decir más de lo que no debía cuando no estaba segura del significado que él le podía estar dando a esas palabras. ¿Quién podía casarse con quién? Ni siquiera ellos tenían amigos en común, bueno al menos, eso es lo que podía decir pues apenas eran unos días de haber comenzado un trato como lo estaban haciendo desde el momento en que él le dio el dinero para la operación de su hija.La realidad es que ahora que lo pensaba ella se había comportado como no una mujer elegante, no una mujer a la que le debían respeto. Después de todo, ella se había comportado como una cualquiera frente a Daniel, un hombre que de la manera más genuina le había dado el dinero a ella, sin esperar nada a cambio. ¡Ah! Después de todo ese no era el momento para pensar en eso. Daniel estaba cerca de ella, muy cerca, esperando porque ella contestara y la verdad es que no sabía qué contestar. — ¿Matrimon